miércoles, 19 de marzo de 2014

9

Capítulo 9

DURANTE los primeros días después de despedir a Joe en el aeropuerto _____ se dedicó a invitar a sus amigos al cine hasta que todos se cansaron de hacer siempre lo mismo y ella vio todas las películas dos veces.
Hablaba con Nicole a menudo y siempre trataba de minimizar la importancia de su aventura con Joe. Su hermana le decía que apenas lo había visto desde que había vuelto, parecía estar muy centrado en el trabajo. Así que no estaba sufriendo por ella, concluyó _____. La satisfacción de pensar que había hecho lo que debía no la ayudó tanto como esperaba.
Los padres de _____ y Nicole fueron a pasar dos semanas a Chicago poco después del nacimiento de su nieta. _____ entonces decidió esperar a las Navidades para hacer su visita. Serían las primeras Navidades de Ch_____, y además prefería posponer su encuentro con Joe en familia.
Las semanas fueron pasando y _____ por fin comprendió que no había suficientes películas en el mundo para hacerla olvidar a Joe. Su idea de impartir clases de yoga a los oficinistas comenzó a rondarle la cabeza. Estaba tan desesperada por ocupar en algo su mente que por fin se decidió a telefonear a unas cuantas empresas grandes de Las Vegas. Y la respuesta que recibió fue muy esperanzadora. Antes de que pudiera darse cuenta de en qué se estaba metiendo tenía un horario de trabajo de cinco días a la semana. Tuvo incluso que cancelar las clases que impartía en una pequeña escuela e imprimir sus propias tarjetas de presentación. La ironía de la situación resultaba evidente.
Empezó a estar tan ocupada que de hecho apenas pasaba tiempo en casa. Por fin comenzaba a esperar con ansiedad que llegara el viernes por la tarde, cosa que no le había ocurrido hacía semanas. E incluso dejó de pasar por el vídeo club de camino a casa. Ya no sentía deseos de ocupar esas noches solitarias.
Uno de aquello viernes recogió la comida china que había encargado y el correo del buzón y abrió la puerta de su apartamento. Todo aterrizó en el suelo. El arroz, el pollo con almendras y las cartas llovieron por los aires mientras miraba incrédula al hombre que había sentado en su sillón con una bolsa de viaje a los pies.
Joe se levantó y se acercó a ella. Llevaba una camiseta de sport y unos vaqueros. Ropa de fin de semana. Miró la comida esparcida por la alfombra y dijo:
-No es que sea exactamente caramelo líquido pero supongo que servirá.
_____ dio un paso atrás apartándose de él.
-¡Oh, no! ¡No puede ser! ¡No puedes venir aquí de este modo! ¡Si ni siquiera he necesitado alquilar un video para pasar la noche! Supongo que eso no significa nada para ti pero...
-Tienes razón, eso no significa nada para mí- contestó él mirándola-. ¿De qué vídeo hablas?
-No importa La cuestión es que no hay.
-Bien- respondió Joe acercándose-. De todas formas yo no quiero ver un vídeo.
-Ya sé qué es lo que quieres hacer, pero no vamos a hacerlo- añadió mientras el corazón le latía tan fuerte que apenas podía escucharse a sí misma-. ¡No señor! Ya sé que Las Vegas es un centro aéreo importante.
-_____, esta conversación es un poco rara.
-Pues para mí tiene perfecto sentido. Te has debido de creer que puedes venir aquí cada vez que pasas y echar una cana al aire, pero no es así. Las cosas no funcionan así, señor don Sexo. Puede que sea una chica fácil, pero no siempre.
-Te va a ser difícil demostrarlo, las llaves de tu apartamento van de mano en mano- contestó sacando unas del bolsillo.
De nuevo volvía a ver esa sonrisa. Derretía algo en ella que había estado intentando congelar durante semanas. Luchaba por permanecer cuerda. Respiró hondo y dijo:
-¡Esa es otra! ¿Qué significa que te presentes aquí así? Nadie te ha invitado. ¿Y qué quiere decir eso de que mis llaves van de mano en mano?
-Hace unas semanas fui a ver a Bowie y a Nicole cuando tus padres estaban en Chicago y les pregunté si podían prestarme las llaves de tu apartamento. Todos tenían una copia.
-Claro, por supuesto, son mi familia. Pero tú no. Devuélvemelas- exigió sacando una mano.
-Yo también soy de la familia
-Sólo en un sentido may general.
-Precisamente he venido para concretar eso un poco más- dijo Joe tomando la palma de su mano y besándola.
_____ retiró la mano. Aquel contacto la había quemado. No podía permitirlo.
-Seguro. Las llaves, Jefferson. No estás invitado a pasar aquí el fin de semana, si es eso lo que pretendes. Veo que hasta te has traído el equipaje. Hicimos un trato y los términos de ese acuerdo quedaron muy claros. Estás violándolos.
Joe parecía estar tratando por todos los medios de mantenerse serio.
-Quiero renegociarlos.
-Imposible. Haberlo pensado antes. Probablemente sólo quieres un poco de juerga, ¿no? Pues lo siento pero la garantía ha expirado. ¡Los hombres sois tan predecibles!
-Está bien, comencemos por esto. Te amo.
-Ah, sí, como si ese truco no lo hubiera intentado ningún hombre antes sobre una pobre chica indefensa.
-Está bien, entonces vamos a ver esto otro, señorita indefensa. ¿Te casarás conmigo?
-Y ahora me dirás que...- hizo una pausa y se quedó mirándolo-. ¿Qué has dicho?
-Cásate conmigo, _____. Por favor. Me estoy volviendo loco.
De pronto toda su ira se desvaneció.
-¡Oh, Joe! No sabes lo que me estás pidiendo.
-Creo que sí lo sé. Soy razonablemente inteligente, fui al colegio, y la frase sólo tiene tres palabras. ¿Te... casarás... conmigo?
_____ se quedó mirándolo. No deseaba otra cosa que arrojarse en sus brazos y acceder a todo lo que él le propusiera. ¿Pero qué ocurriría si lo hacía?, se preguntó. ¿Qué sería de ellos bajo la presión de la vida que él se obstinaba en llevar? No podía acceder a casarse con él sabiendo que lo que quería era trastornarlo, no sería justo. Respiró profundamente y lo miró a los ojos.
-No.
-¿Por qué?
-Porque te amo.
-Bien, entonces ya estamos progresando- contestó él acortando la distancia que los separaba para atraerla a sus brazos.
-¡No, Joe!- exclamó _____ tratando de apartarlo con más voluntad que fuerza-. Si volvemos a tocarnos sólo conseguiremos sufrir más a la larga.
-No si nos casamos- contestó él agarrándola de la cabeza para besarla.
-Te acabo de decir que...- se interrumpió y giró la cabeza para evitarlo.
-Que no te casarás conmigo porque me amas- añadió Joe terminando la frase por ella mientras la agarraba de la barbilla para obligarla a mirarlo-. ¿Lo he comprendido bien?
Se ahogaba en aquellos ojos azules, no podía seguir mirándolo.
-Sé que suena raro, pero es la verdad.
-A mí me suena bien. Estoy comenzando a ser un experto en tu modo de pensar. Sólo necesitaba saber si me amabas. El resto no son más que detalles.
-¡No, el resto es lo más importante!
-No- respondió él peinándola con los dedos mientras acunaba su cabeza-. Yo también lo creía así. Creía que el obstáculo era mi trabajo, pero al final me he dado cuenta de que el verdadero obstáculo era si tú me amabas o no, si yo era el tipo de hombre que podía hacer que tú renunciaras a tu libertad.
-Por supuesto que lo eres, eres tú el que no es libre, Joe.
-Oh, sí, sí soy libre- sonrió.
_____ lo miró a los ojos y vio en ellos algo que nunca antes había visto, el brillo de una plena felicidad.
-Está bien. ¿Qué has hecho?
-Retomar mi vida. Ven a compartirla conmigo.
-¿Has dimitido?- preguntó con el pulso acelerado-. ¿Por mí?
-No, tenía que hacerlo por mí. Podía llegar aquí esta noche y descubrir que tú no me amabas, descubrir que para ti esos días que pasamos juntos no fueron más que una aventura.
-¡Oh, no! ¡No fue sólo una aventura! No tienes ni idea de lo que he sufrido desde que te fuiste.
El júbilo comenzaba a embargar su corazón e iba aumentando conforme profundizaba en sus ojos.
-Bien- suspiró Joe.
-¿Cómo que bien?- preguntó empujándolo del pecho-. No está bien querer que los demás sufran, yo no quería que tú sufrieras.
-Mentirosa.
Joe se miró el pecho por donde ella lo había empujado y, soltándola, volvió hacia el sofá para sentarse. Abrió la cremallera de la bolsa y sacó de ella una camiseta.
-Me acabo de acordar de que te he traído un regalo. Puede que no te parezca una gran cosa, pero cuando te la pongas y la mojes verás que es fantástica.
_____ sostuvo la camiseta con los brazos en alto. Era idéntica a la que llevaba él. Había estado demasiado ocupada con otras cosas como para fijarse en lo que llevaba escrito, pero de pronto le prestó atención y leyó: Aparejos y Cebos Bowie y Joe. Él parecía muy orgulloso.
-Sí, somos socios. La idea fue de Bowie, y después de todo lo que me estuviste diciendo por fin comprendí que era brillante.
-¿Está relacionado con la Jefferson Sporting Goods?
-No. Mamá insistió mucho para que de esa forma consiguiéramos un descuento en el mercado, pero es una operación independiente.
-¿Tu madre?- preguntó _____ incapaz de asimilar tanta nueva información.
-Sí, ahora ella dirige la Jefferson Sporting Goods. ¿Te acuerdas de que te dije que nadie se ocuparía de la empresa si yo no lo hacía? Tú me contestaste que no estuviera tan seguro.
-Sí, lo recuerdo.
-Bueno, pues cuando Bowie y yo desaparecimos esa semana, ella comenzó a pasar por la oficina, sólo para echar un vistazo. Según parece siempre deseó secretamente estar al mando. Yo no tenía ni idea. Ahora está aprendiéndolo todo, y parece que es buena.
-Es increíble.
-Sí- confirmó mirándola fijamente-. ¿Te gusta de verdad la camiseta?
-Sí, claro- contestó manteniéndola en alto-. El logo de las cañas cruzadas es bonita. Y has puesto el nombre de Bowie delante, has sido muy generoso- añadió estudiándola para ver si encontraba algo más que alabar. Entonces vio unas letras pequeñas bajo el logo: Lake Mead, Nevada-. ¿Y esto?
-Es el lugar en el que funcionan los cebos de Bowie- contestó Joe atravesando la habitación-. Y si te pones cabezota con eso de no casarte conmigo me mudaré a la puerta de al lado y no me moveré...
-¡Oh, Joe!- exclamó lanzándose a sus brazos-. Puedes hacerlo cuando quieras.
-¿Hacer qué?- preguntó él agarrándola y sosteniéndola fuerte.
-No moverte.
-Pero si acabas de decirme que sí.
-No- contestó _____ besándolo provocativa-, no te he dicho que sí, sólo he admitido que te amo. Vas a tener que pelear para conseguir mi mano, Joe Jonas . Vas a tener que mudarte y no moverte, tal y como has dicho. Estoy impaciente.



FIN