Capítulo 16
BAILEY
volvió a contratar a Mónica, como _____ estaba segura de que lo haría. _____
sabía
que lo había hecho bastante bien sola, pero no podía manejar todo el bar tan
bien
como lo hacía Mónica y tal vez nunca podría hacerlo. _____ recibió agradecía a
Mónica
cuando volvió a trabajar el jueves por la tarde. Tal vez su estudio de los
trabajadores
del hierro podría realizarse ahora que la vida se había tranquilizado un
poco.
Carrie
logró conseguir que le dieran el día libre y las tres mujeres trasladaron sus
cosas
al apartamento Mónica, con su reluciente cerradura nueva. Mónica metió toda la
ropa
de Jake en una maltrecha maleta junto con una nota explicativa, y cuando se
dirigía
al trabajo, dejó la maleta en el viejo camión de él, que nunca se molestaba
en
cerrar con llave.
-Puede
venir aquí a buscarte, echando espuma la boca -le advirtió _____ cuando
supo
lo que Mónica había hecho.
-Espero
que lo haga -contestó Mónica-. Pienso decir a Smiley y a Al que estén a
la
expectativa. Dudo que se presente, porque sabe que no es popular aquí. Si
conozco
a Jake, se dirigirá a otro bar y se emborrachará.
-¿Y
luego irá a tu apartamento? -preguntó _____, levantando su bloc de
pedidos.
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-Tal
vez.
-Mira,
sé que Rambo es un buen perro guardián y que la cerradura es fuerte, pero
yo me
sentiría mejor si Joe fuera a tu casa al salir de aquí y se quedara allí un par
de
horas.
Mónica
se echó a reír y negó con la cabeza.
-Carrie
no sabría qué hacer con alguien como Joe en la casa. Pensaría que
tendría
que atenderlo o algo así.
-De
todos modos, yo...
-No
hay problema. Deberías ver a Rambo cuando se enfurece. Hasta Jake le tiene
miedo...
-Mónica se puso el bloc de pedidos en el bolsillo y un lápiz detrás de la
oreja-. Es
hora
de salir a trabajar. ¿Sabes? Es gracioso, pero a pesar de lo mucho que solía
quejarme
de este trabajo, lo eché de menos.
Empujó
las puertas de resorte para entrar al bar.
_____
pensó en lo que Mónica había dicho, cuando entraron a la confusión y el ruido
amistoso
de Suds y Subs. ¿Echaría ella de menos aquel ambiente rudo, pero
bonachón,
cuando terminara su estudio y volviera a las tranquilas aulas de la
universidad?
_____ tenia la impresión de que sí.
Un
tanto aliviada respecto a Mónica, _____ pudo pensar en otras cosas. Mañana se
cumplía
él plazo que había puesto a Danny para que mejorara las condiciones de
trabajo.
_____ decidió preguntar a Joe, de forma casual, si había notado algún cambio
esa
semana. Esperó que él le tuviera buenas noticias.
Antes
de tener oportunidad de hablar con él, notó que estaba hablando con Mónica.
Por
los gestos de ella _____ dedujo que estaba poniendo a Joe al corriente de lo
que
había sucedido la noche anterior. Qué bien, pensó _____. Tal vez él la
convencería de
que
alguien debía quedarse con Carrie esa noche, por lo menos durante las horas en
que
Jake
podía presentarse en el apartamento.
Más
tarde, cuando los pedidos de bebidas disminuyeron, _____ encontró un
momento
para acercarse a las mesas de billar.
Joe inmediatamente
le entregó su taco a Mando y caminó hacia ella.
-Hablé
con Mónica.
-Ya
te vi. Espero que la hayas convencido de no ser tan testaruda. Tengo un poco
de
miedo por ella y por Carrie.
--Sí,
bueno, pensaba ir por allí dentro de un rato --dijo Joe, apoyándose en la
pared.
-¿Y arriesgarte a mortificar a Carrie?
Joe sonrió.
-No,
no me gustaría hacer eso.
-Entonces,
¿qué piensas hacer?
-Voy
a pasar la noche en mi coche, en el aparcamiento. Podré oír si él llega
formando
escándalo.
-Oh, Joe.
No descansarás lo suficiente, y yo...
-_____
-dijo él con ternura-. Es lo mejor algunos de los otros solteros se han
ofrecido
a hacer lo mismo durante los próximos días, hasta que decidamos que
Jaque
se ha calmado. Vamos a servir de refuerzo a Mónica, Carrie y el perro, por
supuesto.
Probablemente ellos puedan hacerlo solos, pero uno de nosotros podría
servir
de algo.
-Estoy
de acuerdo, pero, ¿cómo vas a poder dormir el coche?
-Con
la nueva tapicería, el asiento de atrás es tan cómodo como una cama -le
guiñó
un ojo-. De hecho, he estado pensando que sería divertido que alguna vez
nosotros...
-Olvídalo
-_____ desvió la mirada de la expresión juguetona de Joe, antes de que
lograra
ponerlos en vergüenza a ambos. Con dificultad, concentró su atención en las
otras
cosas que tenía que discutir con él-. ¿Cómo va el trabajo? -preguntó de la
forma
más casual que pudo.
-¿El
trabajo? Muy bien.
-¿El...
niño Danny aumentó las medidas de seguridad? -preguntó obligándose a
usar
e! sobrenombre que Joe había dado a su hermano.
La
risita de Joe carecía de humor.
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-Me
temo que no. Este trabajo va a constituir un capítulo interesante de mi libro.
Espero
que no sea demasiado interesante.
_____
no pudo hablar, cuando la realidad de su declaración se le clavó en el cerebro.
Danny
no había hecho caso a sus demandas, en apariencia pensando que ella no se
daría
cuenta. Le había puesto un plazo y él no lo había cumplido.
-Oye,
no quería alterarte -Joe le tocó el brazo-. Esto no es nada nuevo.
Hasta
ahora, hemos sobrevivido. Si las cosas se ponen difíciles, iré a las
autoridades,
te lo prometo.
-¿Y
arriesgar tu trabajo? -preguntó ella con amargura, furiosa con Danny por
colocar
a Joe en una situación de la que no podía salir bien librado.
-Sí,
bueno, no sabemos qué pasará. De cualquier modo, olvidemos el trabajo y
hablemos
de este fin de semana. Ahora que ya no tienes compañera de apartamento,
¿prefieres
que vayamos a tu casa?
Ella
lo miró y comprendió que ese, con toda probabilidad, seria su último fin de
semana
juntos,
antes de que Joe supiera toda la verdad. Al día siguiente ella llamaría a sus
padres
y le pediría a su padre que volviera a casa para corregir los errores de Danny.
Una
vez que eso sucediera, haría bien en decir a Joe quién era su padre, antes de
que
Danny
lo hiciera en venganza. La fiesta había terminado, pero Joe y ella podrían
disfrutar
de un último fin de semana, al menos.
-Me
parece bien en mi casa -dijo, pensando en toques románticos que añadiría a
su
apartamento antes de que Joe y ella llegaran el viernes por la noche. Haría de
ese
un
fin de semana para recordar, y esperaba que él lo recordara cuando las cosas se
pusieran
difíciles entre ellos.
-Estupendo
-Joe miró hacia el reloj que había encima de la barra-. Será mejor
que
me vaya, para poder comprar una hamburguesa antes de llegar a casa de
Mónica.
-Ten
cuidado, Joe. Sólo he visto a Jake en fotografía, pero me pareció que podía
ser
un tipo peligro. Haz que Carrie llame a la policía inmediatamente si él
aparece,
¿me
lo prometes?
Joe se
limitó a sonreírle.
-Joe,
lo digo en serio. No quiero demostraciones de machismo.
-¿Mostrar
machismo yo? ¿Un tipo que lee poesía? No soy capaz de matar una
mosca.
-Casi
estás esperando que él aparezca, ¿verdad? -_____ se sintió muy preocupada
respecto
a los peligros de ese plan-. Joe, llévate a otro de los muchachos, así, si
surge
algún problema, seréis dos.
-No -Joe
se retiró de la pared-. Nos vemos mañana por la noche, amor -
dijo
con suavidad y del bar.
Llena
de frustración, _____ se acercó a toda prisa a Mando.
-¿No
debería ir alguien con él a casa de Mónica? -pregentó-. ¿No podría ir usted?
Una
sonrisa apareció bajo el mostacho de Mando.
-¿Qué
me pareció oír que decía? ¿Que ese tipo, parece peligroso?
-Sí y
Joe...
Mando
señaló con la punta de su taco la puerta que se cerraba en esos momentos
detrás
de Joe.
-Él
es todavía más peligroso, señorita.
La
luna era una breve coma en el cielo de la noche, por lo cual Joe se sintió
agradecido.
Demasiada luz habría hecho más visible su automóvil, y él quería
mantenerse
oculto y sorprender a Jake, si aparecía. Aparcó en el lugar donde terminaba el
edificio,
a sólo dos puertas del apartamento de Mónica. Allí podía oír cualquier cosa
rara
que sucediera.
Ni
los niños ni Carrie habían salido del apartamento desde que él aparcó allí al
ponerse el
sol,
y suponía que permanecían adentro, con la puerta cerrada con llave. Con Rambo o
sin
él, la compañera de piso de Mónica debía sentirse nerviosa, reflexionó Joe,
mientras
mordía su última patata frita. Mónica, a pesar de su actitud valerosa, parecía
preocupada
y estaba a punto de cambiar de opinión y volver a casa esa noche, hasta que
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Joe le
ofreció vigilarla.
Los
otros tipos solteros habían acordado inmediatamente turnarse para vigilar el
apartamento.
Todos tenían el deseo secreto de ser héroes, pensó Joe con una sonrisa,
incluyéndose
él mismo. No le había pasado desapercibida la admiración que había visto
en
los ojos de _____ cuando mencionó lo que iba a hacer esa noche. Tal vez tenía
miedo por
su
seguridad, pero se alegraba de que él se hubiera ofrecido a proteger a las
mujeres y
a los
niños.
La
capota del convertible estaba bajada y Joe se acomodó en el asiento de atrás,
con
las piernas subidas a un lado, y levantó la mirada hacia las estrellas. Pensó
en el
comentario
que había hecho a _____, de que podrían hacer el amor en el coche, y se
echó
a reír. En principio la idea sonaba divertida, pero en realidad estarían
horriblemente
incómodos, porque ninguno de los dos tendría sitio para estirar las
piernas.
No,
podían encontrar mejores lugares para divertirse que aquel automóvil, decidió
Joe,
como su cama rodeada de almohadas, o el amplio colchón de ella, o un suave sofá
de
cuero, o de pie en la mesa de la cocina... Cuando sus recuerdos se volvieron
más
eróticos,
se arrepintió de haber tomado ese curso de pensamientos. El desear a _____ era
bastante
infructuoso en ese momento.
Con
gran esfuerzo, se quitó a _____ de la cabeza empezó a pensar en su libro, en
el
que no podría trabajar esa noche. Lo lamentaba mucho. No había pensado que
seria
tan divertido escribirlo. El libro sería una novela, decidió, y el crear los
personajes
e inventar una trama para ellos le recordaba los juegos de imaginación que
tanto
le gustaban de niño. Al principio había luchado para liberar su imaginación,
pero
posteriormente
las ideas empezaron a fluir con rapidez.
No
podía creer que la gente ganara dinero haciendo algo que casi no parecía
trabajo,
pero _____ seguía asegurándole que era muy posible que llegara a ganarse
la
vida escribiendo. Se preguntó si él habría encontrado el valor para intentarlo,
si
no
hubiera sido por ella. Ah, _____... una vez más su mente se llenó de ella y el
cuerpo
empezó a dolerle de deseo. Gracias al cielo, al otro día era viernes y podría
abrazarla
de nuevo.
Joe cayó
en un estado de semi-inconsciencia al pensar en la expresión exasperada
que
había visto en el rostro de ella al salir del bar esa noche. Probablemente
vería
esa
expresión con frecuencia en su vida juntos al menos hasta que ella se diera
cuenta
de
que esa parte atrevida de su personalidad que tanto le preocupaba era también
una
de las características que la atraían de él. Él hubiera querido tenerla en sus
brazos
en
ese momento... Hubiera querido...
Un
juramento dicho en voz alta, junto con un furioso ladrido, despertó a Joe. Bajó
las
piernas
inmediatamente y se quedó escuchando.
-¡Dejadme
entrar, por todos los demonios!
Los
ladridos continuaron, se oyó el repiqueteo de un picaporte sacudido con fuerza
y el de
un
puño que golpeaba la madera. Jake había llegado a su casa.
Joe saltó
del coche sin abrir la puerta y dio vuelta a la esquina del edificio.
-Hola,
Jake -dijo en tono casual, tratando de que su voz no sonara
amenazadora-.
¿Tienes algún problema?
Jake
volvió la cabeza despacio, pero no hubo sorpresa en su rostro rechoncho.
Estaba
demasiado borracho para que le asombrara la repentina aparición de Joe.
-¡Claro
que tengo problemas! ¡No me dejan entrar en mi propia casa!
Al
otro lado de la puerta los ladridos se convirtieron en gruñidos roncos.
-Por
lo que yo sé, ésta ya no es tu casa -dijo Joe, acercándose con lentitud-
. Si
necesitas dinero para un hotel, con gusto puedo prestarte unos dólares.
Jake
frunció el ceño y encorvó los hombros.
-No
necesito ningún hotel, amigo. Tengo una buena cama aquí, y voy a dormir
en
ella esta noche -sin advertencia, se lanzó contra la puerta y Rambo se puso
como
loco
del otro lado. Parecía tan ansioso de destruir la barrera que los separaba como
el
propio
Jake-. ¡Voy a matar a ese perro! -gritó Jake.
La
puerta resistió, pero Joe no estaba seguro de cuántos más de esos ataques
soportaría.
Jake pesaba más de cien kilos y a juzgar por su aspecto, había bebido
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suficiente
alcohol para no sentir el dolor de lanzarse varias veces contra una puerta.
Joe se
acercó más.
-Yo
no trataría de entrar ahí si fuera tú, Jake. ¿Por qué no te vas a dormir a
otro
lado? Mónica ya no te quiere aquí, y ésa es una decisión definitiva.
-¿Quién
lo dice? -Jake se dio la vuelta y por primera vez pareció pensar en
que
debía librarse de Joe, antes de lanzarse de nuevo contra la puerta.
Por
el rabillo del ojo Joe vio una cortina que era retirada un poco y un niñito
pelirrojo
de
grandes ojos azules se asomó, antes de ser retirado de allí con rapidez.
El
gruñido del perro era persistente, como un poderoso motor que se hubiera
dejado
en marcha. Joe flexionó la mano y los músculos del brazo. Jake no iba a
entrar
en ese apartamento.
-Lo
digo yo -comentó Joe en voz baja.
-¿Tú?
-Jake soltó una risa de borracho y su voz tomó un tono de falsete-. ¿El
Comelibros?
-preguntó e hizo un gesto de menosprecio con una mano regordeta.
-Sí
-contestó Joe, moviéndose a la derecha y dando media vuelta para
ponerse
entre Jake y la puerta.
-Largo
de aquí -murmuró Jake-. No te metas en mis asuntos; mete la nariz
sólo
en tus libros y no en cosas que no te incumben.
-Esto
también es asunto mío -dijo Joe con voz tranquila-. Mónica es amiga
mía.
-¡Ella
es mi maldita esposa! -rugió Jake-. ¡Y voy a echar abajo esa puerta!
Se
lanzó hacia delante y Joe dirigió el puño derecho hacia el mentón de Jake. Joe
oyó
que crujían huesos y pensó que debía ser la mandíbula de Jake o su propia
mano,
o tal vez ambas. Jake cayó como un fardo, justo en el momento en que se oyeron
las
sirenas de la policía en la distancia.
A Joe
le empezó a doler la mano y se la frotó, mientras bajaba la mirada hacia Jake,
que
gemía en el suelo y se tocaba la mandíbula. Joe decidió que iba a tener
problemas
para
trabajar al día siguiente, pero el dolor y la incomodidad bien valían la pena.
-Eso
fue por Mónica, hijo de perra -dijo Joe.
Detrás
de él la puerta se abrió una rendija.
-¿Quién
está ahí? -exclamó una voz femenina-. ¡Atrás, Rambo!
-Soy Joe
Jonas, un amigo de Mónica -contestó, volviéndose hacia la puerta.
-Y de
_____, ¿no? -ella abrió la puerta unos centímetros más. Estaba sujetando el
collar
de Rambo. Aunque el perro quería salir, obedeció la orden de Carrie y
permaneció
junto
a ella.
-Sí,
también soy amigo de _____ -afirmó Joe, pensando que la palabra «amigo» no
era
la adecuada-. Tú debes ser Carrie.
-Sí,
llamé a la policía y supongo que ya vienen.
-Eso
creo.
-Rambo
se habría encargado de él si hubiera echado la puerta abajo -dijo Carrie-
. Sé
que lo habría hecho.
-Estoy
seguro de que tienes razón -confirmó Joe, sonriendo-. A decir verdad, hace
mucho
tiempo que tenía ganas de hacerle esto a este tipo.
Carrie
asintió con la cabeza.
-Me
lo imagino. ¿Te gustaría tomar café o algo? Cuando se vaya la policía, quiero
decir.
-Lo
que me gustaría -dijo Joe sonriendo- es una buena cantidad de cubos de hielo.
Creo
que me he roto la mano.
A
primera hora de la mañana siguiente Mónica llamó a _____ y le dijo que Joe le
había
dado
un puñetazo a Jake y se había contusionado un poco la mano que no resultó
rota,,
después
de todo.
-Supongo
que no fue a trabajar hoy -dijo _____.
-Si
conozco a estos trabajadores del hierro, estoy segura de que sí fue a trabajar.
Y Jake
también
debe haberlo hecho. Llamé a urgencias, para saber cómo estaban ambos, en
cuanto
llegué a casa. Supe que Jake tiene un ligero corte en la mandíbula, pero no la
tiene
rota. Le dolerá por algún tiempo, pero eso es todo.
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-Yo
temía que pasara algo así.
-Yo
también, aunque me alegré de que Joe se ofreciera a ayudarme.
-Supongo
que yo también -_____ respiró hondo--. Escucha, Mónica, hay algo que
necesito
decirte. Muy pronto todos lo sabrán, incluyendo a Joe.
-¿De
qué se trata, Em?
-¿Tú
conoces al dueño de la compañía constructora que está haciendo este trabajo?
-¿Te
refieres a Dan Johnson?
-Sí.
-Bueno,
no lo conozco exactamente, aunque he oído hablar mucho de él.
-Es
mi padre.
Se
hizo el silencio al otro lado de la línea.
-Pensé
que si los muchachos lo sabían, jamás me aceptarían en el bar -continuó
_____,
abrumada por el silencio condenatorio de su amiga-. Entonces no habría podido
escribir
mi informe sobre los trabajadores del hierro.
-En
eso tienes toda la razón -confirmó Mónica.
-Siento
mucho haber tenido que engañar a todos, incluyéndote a ti, pero no se me
ocurrió
ninguna otra forma de hacerlo.
-¿Por
qué elegiste este bar, al que iban los empleados de tu padre? ¿Por qué no
estudiar
otro?
-Porque...
porque el hermano de Joe era alumno mío y él me habló de Joe. Me
sentí
fascinada por lo que me dijo de él y eso fue lo que me hizo pensar en el
estudio que
decidí
hacer.
La
voz de Mónica se volvió casi un susurro.
-¿Comelibros
lo sabe?
-Todavía
no.
-Oh,
Em, cariño. Estás en serios problemas.
_____
sintió que algo le oprimía el estómago.
-Pero...
-Si
algo sé de Comelibros es que tiene uno que ser muy derecho con él. Me
preocupó
cómo se tomaría la noticia de que eras profesora universitaria, que estabas
haciendo
un estudio, pero él aceptó la situación bastante bien. Pero, Em, esto...
-Lo
sé -_____ se dio un masaje en sus doloridas sienes y contuvo a duras penas
las
lágrimas-. Lo amo, Mónica. Si él no me perdona, no sé qué voy a hacer.
-¿Cuándo
se lo vas a decir?
-Pronto.
Tengo que hacerlo. ¿Sabes? Mi hermano me prometió que cesarían las
violaciones
de seguridad en este trabajo, pero no ha sido así, y estoy muerta de
preocupación
por estos muchachos. Así que voy a llamar a mi padre. Él y mi madre
están
en un crucero, pero tienen que volver a casa, porque... -la ahogó un sollozo.
-Vamos,
vamos... -la voz de Mónica llegó consoladora a través del teléfono-.
Creo
que Comelibros comprenderá. Sé que estás tratando de hacer lo que es
correcto.
Pero sin duda te has metido en un gran lío, ¿no es cierto, linda?
_____
se rió a través de sus lágrimas.
-¡Y
vaya que es un lío, Mónica!
-Recuerda
que yo seguiré siendo tu amiga, pase lo que pase.
-No
sabes lo mucho que eso significa para mí -suspiró _____-. Y ahora, será mejor
que
me vaya. Tengo que hacer esa llamada al barco y Joe vendrá aquí esta noche,
así
que necesito limpiar el apartamento.
-Espero
que Carrie no te lo haya desarreglado.
-Oh,
no, de ninguna manera. Sólo quiero que parezca... pues, romántico.
-Quieres
suavizarlo para hacer el anuncio después, ¿no?
-Supongo
que sí. Mónica, esto será lo más difícil que haya hecho en mi vida. Todo mi
futuro
con Joe está en juego.
-Sobrevivirás,
te lo aseguro.
-Pero,
¿sobrevivirá mi relación con Joe?
Mónica
titubeó.
-Mantendré
los dedos cruzados para que así sea dijo.
109
Joe advirtió
a Mando, al principio de la jornada, su mano derecha no estaba en las
mejores
condiciones del mundo. No mencionó que le dolía terriblente cada vez que la
usaba
y que tenía en ella menos fuerza de la acostumbrada. De algún modo logró
trabajar,
la mayor parte del tiempo pensando en la noche que le esperaba con _____.
Una
vez en sus brazos, olvidaría el dolor de su mano.
Ya
cerca de la hora de irse, el capataz decidió que subieran otra carga de hierro
y la
tuvieran
lista para la mañana del lunes. Joe se mostró muy cauteloso cuando el operador
de la
grúa llevó cada carga. Los cables de alambre retorcido que sostenían la carga
le
parecían
en peor estado que nunca. Y él se sentía en desventaja ese día
Cuando
la última carga fue depositada sobre los tablones que servían de base para el
hierro,
Joe lanzó un suspiro de alivio.
-Muy
bien, compañero -dijo a Mando-. Soltemos estos hierros y vámonos a casa
-Sí,
un día más que termina -comentó Mando, extendiendo el brazo hacia el cable,
para
soltarlo.
La
risa de Joe se convirtió en un grito de advertencia cuando el gastado cable se
rompió y
una
viga golpeó a Mando, haciéndole un corte de casi ocho centímetros en la
mejilla.
-¡Maldita
sea! -gritó Joe, corriendo hacia su asombrado amigo.
Mando
levantó la mano enguantada hacia su cara.
–No
te la toques -le advirtió Joe.
-Pero
estoy sangrando -dijo Mando en voz baja-. Puedo sentirlo.
-Deja
que sangre. Ven, vamos a la caseta de primeros auxilios
Joe le
echó a Mando un brazo por los hombros y lo llevó a toda prisa hacia el
ascensor,
sin
hacer caso de las preguntas que les hicieron a gritos Smiley y Rooster, cuando
pasaron
cerca de ellos. Joe no volvió a hablar de nuevo, hasta que Mando tuvo una venda
sobre
el corte.
-Ahora
vamos a ver al niño Danny -dijo, con los labios apretados en una línea
sombría.
Lo
encontraron en la caseta de la construcción y su expresión, cuando vio a Joe y
a
Mando,
se hizo desconfiada.
-¿Sucedió
algo ahí arriba?
-Por
supuesto que sucedió -contestó Joe con brusquedad-. Queremos informar
de un
accidente laboral. Este hombre necesita ir a urgencias para que le den unos
puntos.
-¿Puntos?
-Danny se puso de pie y rodeó el escritorio-. A mí me parece que con
ese
vendaje es suficiente.
-iEstá
claro que no es suficiente!... -exclamó furioso Joe, ya sin que le importara
perder
el trabajo-. Usted no quiere presentar la reclamación a su seguro, porque no
quiere
que investiguen sus constantes infracciones de seguridad. Pero Mando va a la
sala
de
urgencias.
Danny
se enfrentó a Joe.
-Escuche,
Tucker -dijo-. Estoy harto de que actúe como si usted dirigiera este lugar.
Yo
soy quien toma las decisiones aquí, no usted.
-¿Ah,
sí? -desde su altura superior, Joe bajó la mirada hacia él retadoramente. Tal
vez
Danny
le lanzara un golpe y entonces él podría contestar con otro. Se preguntó si esa
vez
realmente
se rompería la mano, pero eso no le importó-. Tengo entendido que usted
recibe
órdenes de su padre Creo que debo hablar con él.
La
furia brilló en los ojos azules de Danny.
-Mi
padre deja todo en mis manos.
-¿Ah,
sí? Quiero oír eso de sus propios labios. Quiero que sea su padre quien me
diga
que Mando no puede ir a la sala de urgencias -Joe hizo un gesto hacia el
teléfono
que
había sobre la raspada superficie del escritorio-. No me muevo de aquí hasta
que
llame.
-Buen
intento, Tucker -dijo Danny en tono burlón-. ¿Quiere que lo llame a las
Bahamas?
Así es como él confía en que yo sé manejar las cosas, muchacho. Él no
está
en el país. Está haciendo un crucero. Va a tener que tratar conmigo esta vez y
yo
digo
no a la sala de urgencias.
Mando
gruñó y dio un paso hacia delante, pero Joe extendió el brazo y lo detuvo.
-¿Qué
ha dicho usted? -preguntó con voz opaca, mirando a Danny.
110
-Que
no hay sala de urgencias.
-Eso
no. Lo del crucero.
-¿No
me cree? -Danny levantó la barbilla-. ¿Quiere el nombre de su agencia
de
viajes?
Joe sintió
como si varias ametralladoras estuvieran funcionando al mismo tiempo en su
cabeza,
mientras trataba de negar lo que la lógica le decía que tenía que ser cierto. _____
Johnson.
Dan Johnson. Los padres de _____ estaban en un crucero, había dicho ella.
«Dios
mío, haz que sea una coincidencia», oró, aunque sabía que no lo era. Todo ese
tiempo,
a través de todo ese amor, ella le había mentido. Era la hija de Dan Johnson.
Todo
tenía sentido de pronto... un sentido aterrador y enfermizo.
-Y
bien -dijo Danny, balanceándose en los talones-. Parece que le he cerrado
la
boca por fin, Tucker.
Joe lo
miró fijamente, mientras el ruido continuaba sonando en su cabeza. Aquel
sinvergüenza,
responsable de la mejilla cortada de Mando, en un accidente que bien
podía
haberle costado un ojo, era el hermano de _____. Un grito primitivo de traición
se
atoró en su garganta.
Mando
lo miró con inquietud.
-Vámonos
de aquí -dijo, cogiendo a Joe del brazo.
Joe lo
miró y se estremeció.
-Sí.
Vámonos. Voy a llevarte a urgencias, lo mismo si este cabeza de alcornoque usa
el
seguro de la compañía para pagarlo como si no -se volvió a Danny-. A primera
hora
del lunes, mi informe irá a la OSHA.
-Valientes
palabras, pero sé que no lo hará. Los empleos son escasos en esta
ciudad,
y usted necesita el dinero.
-Tiene
razón -Joe comprendió que se había vuelto mortalmente tranquilo-.
Necesito
el dinero, pero algunas cosas son más importantes que el dinero. Aunque
dudo
que usted entienda eso.
-Es
usted un tonto, Tucker -dijo Danny y el temor tembló en su voz por
primera
vez-, pero no tan tonto como para arriesgarse a ser puesto en la lista
negra.
-No
esté tan seguro -contestó Joe-. Dudo mucho que pudiera usted
encontrar
a alguien más tonto que yo. Vamos, Mando. Veremos que te atiendan y
después
vamos a tomar un trago. Tal vez varios tragos.
Joe pensó
en la mujer que serviría esos tragos y a pesar del calor que hacía en la
caseta
de construcción, su cerebro, su cuerpo y su corazón se quedaron helados