sábado, 22 de marzo de 2014

16 mundos

Capítulo 16
BAILEY volvió a contratar a Mónica, como _____ estaba segura de que lo haría. _____
sabía que lo había hecho bastante bien sola, pero no podía manejar todo el bar tan
bien como lo hacía Mónica y tal vez nunca podría hacerlo. _____ recibió agradecía a
Mónica cuando volvió a trabajar el jueves por la tarde. Tal vez su estudio de los
trabajadores del hierro podría realizarse ahora que la vida se había tranquilizado un
poco.
Carrie logró conseguir que le dieran el día libre y las tres mujeres trasladaron sus
cosas al apartamento Mónica, con su reluciente cerradura nueva. Mónica metió toda la
ropa de Jake en una maltrecha maleta junto con una nota explicativa, y cuando se
dirigía al trabajo, dejó la maleta en el viejo camión de él, que nunca se molestaba
en cerrar con llave.
-Puede venir aquí a buscarte, echando espuma la boca -le advirtió _____ cuando
supo lo que Mónica había hecho.
-Espero que lo haga -contestó Mónica-. Pienso decir a Smiley y a Al que estén a
la expectativa. Dudo que se presente, porque sabe que no es popular aquí. Si
conozco a Jake, se dirigirá a otro bar y se emborrachará.
-¿Y luego irá a tu apartamento? -preguntó _____, levantando su bloc de
pedidos.
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-Tal vez.
-Mira, sé que Rambo es un buen perro guardián y que la cerradura es fuerte, pero
yo me sentiría mejor si Joe fuera a tu casa al salir de aquí y se quedara allí un par de
horas.
Mónica se echó a reír y negó con la cabeza.
-Carrie no sabría qué hacer con alguien como Joe en la casa. Pensaría que
tendría que atenderlo o algo así.
-De todos modos, yo...
-No hay problema. Deberías ver a Rambo cuando se enfurece. Hasta Jake le tiene
miedo... -Mónica se puso el bloc de pedidos en el bolsillo y un lápiz detrás de la oreja-. Es
hora de salir a trabajar. ¿Sabes? Es gracioso, pero a pesar de lo mucho que solía
quejarme de este trabajo, lo eché de menos.
Empujó las puertas de resorte para entrar al bar.
_____ pensó en lo que Mónica había dicho, cuando entraron a la confusión y el ruido
amistoso de Suds y Subs. ¿Echaría ella de menos aquel ambiente rudo, pero
bonachón, cuando terminara su estudio y volviera a las tranquilas aulas de la
universidad? _____ tenia la impresión de que sí.
Un tanto aliviada respecto a Mónica, _____ pudo pensar en otras cosas. Mañana se
cumplía él plazo que había puesto a Danny para que mejorara las condiciones de
trabajo. _____ decidió preguntar a Joe, de forma casual, si había notado algún cambio
esa semana. Esperó que él le tuviera buenas noticias.
Antes de tener oportunidad de hablar con él, notó que estaba hablando con Mónica.
Por los gestos de ella _____ dedujo que estaba poniendo a Joe al corriente de lo
que había sucedido la noche anterior. Qué bien, pensó _____. Tal vez él la convencería de
que alguien debía quedarse con Carrie esa noche, por lo menos durante las horas en que
Jake podía presentarse en el apartamento.
Más tarde, cuando los pedidos de bebidas disminuyeron, _____ encontró un
momento para acercarse a las mesas de billar.
Joe inmediatamente le entregó su taco a Mando y caminó hacia ella.
-Hablé con Mónica.
-Ya te vi. Espero que la hayas convencido de no ser tan testaruda. Tengo un poco
de miedo por ella y por Carrie.
--Sí, bueno, pensaba ir por allí dentro de un rato --dijo Joe, apoyándose en la
pared. -¿Y arriesgarte a mortificar a Carrie?
Joe sonrió.
-No, no me gustaría hacer eso.
-Entonces, ¿qué piensas hacer?
-Voy a pasar la noche en mi coche, en el aparcamiento. Podré oír si él llega
formando escándalo.
-Oh, Joe. No descansarás lo suficiente, y yo...
-_____ -dijo él con ternura-. Es lo mejor algunos de los otros solteros se han
ofrecido a hacer lo mismo durante los próximos días, hasta que decidamos que
Jaque se ha calmado. Vamos a servir de refuerzo a Mónica, Carrie y el perro, por
supuesto. Probablemente ellos puedan hacerlo solos, pero uno de nosotros podría
servir de algo.
-Estoy de acuerdo, pero, ¿cómo vas a poder dormir el coche?
-Con la nueva tapicería, el asiento de atrás es tan cómodo como una cama -le
guiñó un ojo-. De hecho, he estado pensando que sería divertido que alguna vez
nosotros...
-Olvídalo -_____ desvió la mirada de la expresión juguetona de Joe, antes de que
lograra ponerlos en vergüenza a ambos. Con dificultad, concentró su atención en las
otras cosas que tenía que discutir con él-. ¿Cómo va el trabajo? -preguntó de la
forma más casual que pudo.
-¿El trabajo? Muy bien.
-¿El... niño Danny aumentó las medidas de seguridad? -preguntó obligándose a
usar e! sobrenombre que Joe había dado a su hermano.
La risita de Joe carecía de humor.
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-Me temo que no. Este trabajo va a constituir un capítulo interesante de mi libro.
Espero que no sea demasiado interesante.
_____ no pudo hablar, cuando la realidad de su declaración se le clavó en el cerebro.
Danny no había hecho caso a sus demandas, en apariencia pensando que ella no se
daría cuenta. Le había puesto un plazo y él no lo había cumplido.
-Oye, no quería alterarte -Joe le tocó el brazo-. Esto no es nada nuevo.
Hasta ahora, hemos sobrevivido. Si las cosas se ponen difíciles, iré a las
autoridades, te lo prometo.
-¿Y arriesgar tu trabajo? -preguntó ella con amargura, furiosa con Danny por
colocar a Joe en una situación de la que no podía salir bien librado.
-Sí, bueno, no sabemos qué pasará. De cualquier modo, olvidemos el trabajo y
hablemos de este fin de semana. Ahora que ya no tienes compañera de apartamento,
¿prefieres que vayamos a tu casa?
Ella lo miró y comprendió que ese, con toda probabilidad, seria su último fin de semana
juntos, antes de que Joe supiera toda la verdad. Al día siguiente ella llamaría a sus
padres y le pediría a su padre que volviera a casa para corregir los errores de Danny.
Una vez que eso sucediera, haría bien en decir a Joe quién era su padre, antes de que
Danny lo hiciera en venganza. La fiesta había terminado, pero Joe y ella podrían
disfrutar de un último fin de semana, al menos.
-Me parece bien en mi casa -dijo, pensando en toques románticos que añadiría a
su apartamento antes de que Joe y ella llegaran el viernes por la noche. Haría de ese
un fin de semana para recordar, y esperaba que él lo recordara cuando las cosas se
pusieran difíciles entre ellos.
-Estupendo -Joe miró hacia el reloj que había encima de la barra-. Será mejor
que me vaya, para poder comprar una hamburguesa antes de llegar a casa de
Mónica.
-Ten cuidado, Joe. Sólo he visto a Jake en fotografía, pero me pareció que podía
ser un tipo peligro. Haz que Carrie llame a la policía inmediatamente si él aparece,
¿me lo prometes?
Joe se limitó a sonreírle.
-Joe, lo digo en serio. No quiero demostraciones de machismo.
-¿Mostrar machismo yo? ¿Un tipo que lee poesía? No soy capaz de matar una
mosca.
-Casi estás esperando que él aparezca, ¿verdad? -_____ se sintió muy preocupada
respecto a los peligros de ese plan-. Joe, llévate a otro de los muchachos, así, si
surge algún problema, seréis dos.
-No -Joe se retiró de la pared-. Nos vemos mañana por la noche, amor -
dijo con suavidad y del bar.
Llena de frustración, _____ se acercó a toda prisa a Mando.
-¿No debería ir alguien con él a casa de Mónica? -pregentó-. ¿No podría ir usted?
Una sonrisa apareció bajo el mostacho de Mando.
-¿Qué me pareció oír que decía? ¿Que ese tipo, parece peligroso?
-Sí y Joe...
Mando señaló con la punta de su taco la puerta que se cerraba en esos momentos
detrás de Joe.
-Él es todavía más peligroso, señorita.
La luna era una breve coma en el cielo de la noche, por lo cual Joe se sintió
agradecido. Demasiada luz habría hecho más visible su automóvil, y él quería
mantenerse oculto y sorprender a Jake, si aparecía. Aparcó en el lugar donde terminaba el
edificio, a sólo dos puertas del apartamento de Mónica. Allí podía oír cualquier cosa
rara que sucediera.
Ni los niños ni Carrie habían salido del apartamento desde que él aparcó allí al ponerse el
sol, y suponía que permanecían adentro, con la puerta cerrada con llave. Con Rambo o
sin él, la compañera de piso de Mónica debía sentirse nerviosa, reflexionó Joe,
mientras mordía su última patata frita. Mónica, a pesar de su actitud valerosa, parecía
preocupada y estaba a punto de cambiar de opinión y volver a casa esa noche, hasta que
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Joe le ofreció vigilarla.
Los otros tipos solteros habían acordado inmediatamente turnarse para vigilar el
apartamento. Todos tenían el deseo secreto de ser héroes, pensó Joe con una sonrisa,
incluyéndose él mismo. No le había pasado desapercibida la admiración que había visto
en los ojos de _____ cuando mencionó lo que iba a hacer esa noche. Tal vez tenía miedo por
su seguridad, pero se alegraba de que él se hubiera ofrecido a proteger a las mujeres y
a los niños.
La capota del convertible estaba bajada y Joe se acomodó en el asiento de atrás,
con las piernas subidas a un lado, y levantó la mirada hacia las estrellas. Pensó en el
comentario que había hecho a _____, de que podrían hacer el amor en el coche, y se
echó a reír. En principio la idea sonaba divertida, pero en realidad estarían
horriblemente incómodos, porque ninguno de los dos tendría sitio para estirar las
piernas.
No, podían encontrar mejores lugares para divertirse que aquel automóvil, decidió
Joe, como su cama rodeada de almohadas, o el amplio colchón de ella, o un suave sofá
de cuero, o de pie en la mesa de la cocina... Cuando sus recuerdos se volvieron más
eróticos, se arrepintió de haber tomado ese curso de pensamientos. El desear a _____ era
bastante infructuoso en ese momento.
Con gran esfuerzo, se quitó a _____ de la cabeza empezó a pensar en su libro, en
el que no podría trabajar esa noche. Lo lamentaba mucho. No había pensado que
seria tan divertido escribirlo. El libro sería una novela, decidió, y el crear los
personajes e inventar una trama para ellos le recordaba los juegos de imaginación que
tanto le gustaban de niño. Al principio había luchado para liberar su imaginación, pero
posteriormente las ideas empezaron a fluir con rapidez.
No podía creer que la gente ganara dinero haciendo algo que casi no parecía
trabajo, pero _____ seguía asegurándole que era muy posible que llegara a ganarse
la vida escribiendo. Se preguntó si él habría encontrado el valor para intentarlo, si
no hubiera sido por ella. Ah, _____... una vez más su mente se llenó de ella y el
cuerpo empezó a dolerle de deseo. Gracias al cielo, al otro día era viernes y podría
abrazarla de nuevo.
Joe cayó en un estado de semi-inconsciencia al pensar en la expresión exasperada
que había visto en el rostro de ella al salir del bar esa noche. Probablemente vería
esa expresión con frecuencia en su vida juntos al menos hasta que ella se diera cuenta
de que esa parte atrevida de su personalidad que tanto le preocupaba era también
una de las características que la atraían de él. Él hubiera querido tenerla en sus brazos
en ese momento... Hubiera querido...
Un juramento dicho en voz alta, junto con un furioso ladrido, despertó a Joe. Bajó las
piernas inmediatamente y se quedó escuchando.
-¡Dejadme entrar, por todos los demonios!
Los ladridos continuaron, se oyó el repiqueteo de un picaporte sacudido con fuerza y el de
un puño que golpeaba la madera. Jake había llegado a su casa.
Joe saltó del coche sin abrir la puerta y dio vuelta a la esquina del edificio.
-Hola, Jake -dijo en tono casual, tratando de que su voz no sonara
amenazadora-. ¿Tienes algún problema?
Jake volvió la cabeza despacio, pero no hubo sorpresa en su rostro rechoncho.
Estaba demasiado borracho para que le asombrara la repentina aparición de Joe.
-¡Claro que tengo problemas! ¡No me dejan entrar en mi propia casa!
Al otro lado de la puerta los ladridos se convirtieron en gruñidos roncos.
-Por lo que yo sé, ésta ya no es tu casa -dijo Joe, acercándose con lentitud-
. Si necesitas dinero para un hotel, con gusto puedo prestarte unos dólares.
Jake frunció el ceño y encorvó los hombros.
-No necesito ningún hotel, amigo. Tengo una buena cama aquí, y voy a dormir
en ella esta noche -sin advertencia, se lanzó contra la puerta y Rambo se puso como
loco del otro lado. Parecía tan ansioso de destruir la barrera que los separaba como el
propio Jake-. ¡Voy a matar a ese perro! -gritó Jake.
La puerta resistió, pero Joe no estaba seguro de cuántos más de esos ataques
soportaría. Jake pesaba más de cien kilos y a juzgar por su aspecto, había bebido
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suficiente alcohol para no sentir el dolor de lanzarse varias veces contra una puerta.
Joe se acercó más.
-Yo no trataría de entrar ahí si fuera tú, Jake. ¿Por qué no te vas a dormir a
otro lado? Mónica ya no te quiere aquí, y ésa es una decisión definitiva.
-¿Quién lo dice? -Jake se dio la vuelta y por primera vez pareció pensar en
que debía librarse de Joe, antes de lanzarse de nuevo contra la puerta.
Por el rabillo del ojo Joe vio una cortina que era retirada un poco y un niñito pelirrojo
de grandes ojos azules se asomó, antes de ser retirado de allí con rapidez.
El gruñido del perro era persistente, como un poderoso motor que se hubiera
dejado en marcha. Joe flexionó la mano y los músculos del brazo. Jake no iba a
entrar en ese apartamento.
-Lo digo yo -comentó Joe en voz baja.
-¿Tú? -Jake soltó una risa de borracho y su voz tomó un tono de falsete-. ¿El
Comelibros? -preguntó e hizo un gesto de menosprecio con una mano regordeta.
-Sí -contestó Joe, moviéndose a la derecha y dando media vuelta para
ponerse entre Jake y la puerta.
-Largo de aquí -murmuró Jake-. No te metas en mis asuntos; mete la nariz
sólo en tus libros y no en cosas que no te incumben.
-Esto también es asunto mío -dijo Joe con voz tranquila-. Mónica es amiga
mía.
-¡Ella es mi maldita esposa! -rugió Jake-. ¡Y voy a echar abajo esa puerta!
Se lanzó hacia delante y Joe dirigió el puño derecho hacia el mentón de Jake. Joe
oyó que crujían huesos y pensó que debía ser la mandíbula de Jake o su propia
mano, o tal vez ambas. Jake cayó como un fardo, justo en el momento en que se oyeron
las sirenas de la policía en la distancia.
A Joe le empezó a doler la mano y se la frotó, mientras bajaba la mirada hacia Jake,
que gemía en el suelo y se tocaba la mandíbula. Joe decidió que iba a tener problemas
para trabajar al día siguiente, pero el dolor y la incomodidad bien valían la pena.
-Eso fue por Mónica, hijo de perra -dijo Joe.
Detrás de él la puerta se abrió una rendija.
-¿Quién está ahí? -exclamó una voz femenina-. ¡Atrás, Rambo!
-Soy Joe Jonas, un amigo de Mónica -contestó, volviéndose hacia la puerta.
-Y de _____, ¿no? -ella abrió la puerta unos centímetros más. Estaba sujetando el
collar de Rambo. Aunque el perro quería salir, obedeció la orden de Carrie y permaneció
junto a ella.
-Sí, también soy amigo de _____ -afirmó Joe, pensando que la palabra «amigo» no
era la adecuada-. Tú debes ser Carrie.
-Sí, llamé a la policía y supongo que ya vienen.
-Eso creo.
-Rambo se habría encargado de él si hubiera echado la puerta abajo -dijo Carrie-
. Sé que lo habría hecho.
-Estoy seguro de que tienes razón -confirmó Joe, sonriendo-. A decir verdad, hace
mucho tiempo que tenía ganas de hacerle esto a este tipo.
Carrie asintió con la cabeza.
-Me lo imagino. ¿Te gustaría tomar café o algo? Cuando se vaya la policía, quiero
decir.
-Lo que me gustaría -dijo Joe sonriendo- es una buena cantidad de cubos de hielo.
Creo que me he roto la mano.
A primera hora de la mañana siguiente Mónica llamó a _____ y le dijo que Joe le había
dado un puñetazo a Jake y se había contusionado un poco la mano que no resultó rota,,
después de todo.
-Supongo que no fue a trabajar hoy -dijo _____.
-Si conozco a estos trabajadores del hierro, estoy segura de que sí fue a trabajar. Y Jake
también debe haberlo hecho. Llamé a urgencias, para saber cómo estaban ambos, en
cuanto llegué a casa. Supe que Jake tiene un ligero corte en la mandíbula, pero no la
tiene rota. Le dolerá por algún tiempo, pero eso es todo.
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-Yo temía que pasara algo así.
-Yo también, aunque me alegré de que Joe se ofreciera a ayudarme.
-Supongo que yo también -_____ respiró hondo--. Escucha, Mónica, hay algo que
necesito decirte. Muy pronto todos lo sabrán, incluyendo a Joe.
-¿De qué se trata, Em?
-¿Tú conoces al dueño de la compañía constructora que está haciendo este trabajo?
-¿Te refieres a Dan Johnson?
-Sí.
-Bueno, no lo conozco exactamente, aunque he oído hablar mucho de él.
-Es mi padre.
Se hizo el silencio al otro lado de la línea.
-Pensé que si los muchachos lo sabían, jamás me aceptarían en el bar -continuó
_____, abrumada por el silencio condenatorio de su amiga-. Entonces no habría podido
escribir mi informe sobre los trabajadores del hierro.
-En eso tienes toda la razón -confirmó Mónica.
-Siento mucho haber tenido que engañar a todos, incluyéndote a ti, pero no se me
ocurrió ninguna otra forma de hacerlo.
-¿Por qué elegiste este bar, al que iban los empleados de tu padre? ¿Por qué no
estudiar otro?
-Porque... porque el hermano de Joe era alumno mío y él me habló de Joe. Me
sentí fascinada por lo que me dijo de él y eso fue lo que me hizo pensar en el estudio que
decidí hacer.
La voz de Mónica se volvió casi un susurro.
-¿Comelibros lo sabe?
-Todavía no.
-Oh, Em, cariño. Estás en serios problemas.
_____ sintió que algo le oprimía el estómago.
-Pero...
-Si algo sé de Comelibros es que tiene uno que ser muy derecho con él. Me
preocupó cómo se tomaría la noticia de que eras profesora universitaria, que estabas
haciendo un estudio, pero él aceptó la situación bastante bien. Pero, Em, esto...
-Lo sé -_____ se dio un masaje en sus doloridas sienes y contuvo a duras penas
las lágrimas-. Lo amo, Mónica. Si él no me perdona, no sé qué voy a hacer.
-¿Cuándo se lo vas a decir?
-Pronto. Tengo que hacerlo. ¿Sabes? Mi hermano me prometió que cesarían las
violaciones de seguridad en este trabajo, pero no ha sido así, y estoy muerta de
preocupación por estos muchachos. Así que voy a llamar a mi padre. Él y mi madre
están en un crucero, pero tienen que volver a casa, porque... -la ahogó un sollozo.
-Vamos, vamos... -la voz de Mónica llegó consoladora a través del teléfono-.
Creo que Comelibros comprenderá. Sé que estás tratando de hacer lo que es
correcto. Pero sin duda te has metido en un gran lío, ¿no es cierto, linda?
_____ se rió a través de sus lágrimas.
-¡Y vaya que es un lío, Mónica!
-Recuerda que yo seguiré siendo tu amiga, pase lo que pase.
-No sabes lo mucho que eso significa para mí -suspiró _____-. Y ahora, será mejor
que me vaya. Tengo que hacer esa llamada al barco y Joe vendrá aquí esta noche,
así que necesito limpiar el apartamento.
-Espero que Carrie no te lo haya desarreglado.
-Oh, no, de ninguna manera. Sólo quiero que parezca... pues, romántico.
-Quieres suavizarlo para hacer el anuncio después, ¿no?
-Supongo que sí. Mónica, esto será lo más difícil que haya hecho en mi vida. Todo mi
futuro con Joe está en juego.
-Sobrevivirás, te lo aseguro.
-Pero, ¿sobrevivirá mi relación con Joe?
Mónica titubeó.
-Mantendré los dedos cruzados para que así sea dijo.
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Joe advirtió a Mando, al principio de la jornada, su mano derecha no estaba en las
mejores condiciones del mundo. No mencionó que le dolía terriblente cada vez que la
usaba y que tenía en ella menos fuerza de la acostumbrada. De algún modo logró
trabajar, la mayor parte del tiempo pensando en la noche que le esperaba con _____.
Una vez en sus brazos, olvidaría el dolor de su mano.
Ya cerca de la hora de irse, el capataz decidió que subieran otra carga de hierro y la
tuvieran lista para la mañana del lunes. Joe se mostró muy cauteloso cuando el operador
de la grúa llevó cada carga. Los cables de alambre retorcido que sostenían la carga le
parecían en peor estado que nunca. Y él se sentía en desventaja ese día
Cuando la última carga fue depositada sobre los tablones que servían de base para el
hierro, Joe lanzó un suspiro de alivio.
-Muy bien, compañero -dijo a Mando-. Soltemos estos hierros y vámonos a casa
-Sí, un día más que termina -comentó Mando, extendiendo el brazo hacia el cable,
para soltarlo.
La risa de Joe se convirtió en un grito de advertencia cuando el gastado cable se rompió y
una viga golpeó a Mando, haciéndole un corte de casi ocho centímetros en la mejilla.
-¡Maldita sea! -gritó Joe, corriendo hacia su asombrado amigo.
Mando levantó la mano enguantada hacia su cara.
–No te la toques -le advirtió Joe.
-Pero estoy sangrando -dijo Mando en voz baja-. Puedo sentirlo.
-Deja que sangre. Ven, vamos a la caseta de primeros auxilios
Joe le echó a Mando un brazo por los hombros y lo llevó a toda prisa hacia el ascensor,
sin hacer caso de las preguntas que les hicieron a gritos Smiley y Rooster, cuando
pasaron cerca de ellos. Joe no volvió a hablar de nuevo, hasta que Mando tuvo una venda
sobre el corte.
-Ahora vamos a ver al niño Danny -dijo, con los labios apretados en una línea
sombría.
Lo encontraron en la caseta de la construcción y su expresión, cuando vio a Joe y a
Mando, se hizo desconfiada.
-¿Sucedió algo ahí arriba?
-Por supuesto que sucedió -contestó Joe con brusquedad-. Queremos informar
de un accidente laboral. Este hombre necesita ir a urgencias para que le den unos puntos.
-¿Puntos? -Danny se puso de pie y rodeó el escritorio-. A mí me parece que con
ese vendaje es suficiente.
-iEstá claro que no es suficiente!... -exclamó furioso Joe, ya sin que le importara
perder el trabajo-. Usted no quiere presentar la reclamación a su seguro, porque no
quiere que investiguen sus constantes infracciones de seguridad. Pero Mando va a la sala
de urgencias.
Danny se enfrentó a Joe.
-Escuche, Tucker -dijo-. Estoy harto de que actúe como si usted dirigiera este lugar.
Yo soy quien toma las decisiones aquí, no usted.
-¿Ah, sí? -desde su altura superior, Joe bajó la mirada hacia él retadoramente. Tal vez
Danny le lanzara un golpe y entonces él podría contestar con otro. Se preguntó si esa vez
realmente se rompería la mano, pero eso no le importó-. Tengo entendido que usted
recibe órdenes de su padre Creo que debo hablar con él.
La furia brilló en los ojos azules de Danny.
-Mi padre deja todo en mis manos.
-¿Ah, sí? Quiero oír eso de sus propios labios. Quiero que sea su padre quien me
diga que Mando no puede ir a la sala de urgencias -Joe hizo un gesto hacia el teléfono
que había sobre la raspada superficie del escritorio-. No me muevo de aquí hasta que
llame.
-Buen intento, Tucker -dijo Danny en tono burlón-. ¿Quiere que lo llame a las
Bahamas? Así es como él confía en que yo sé manejar las cosas, muchacho. Él no
está en el país. Está haciendo un crucero. Va a tener que tratar conmigo esta vez y yo
digo no a la sala de urgencias.
Mando gruñó y dio un paso hacia delante, pero Joe extendió el brazo y lo detuvo.
-¿Qué ha dicho usted? -preguntó con voz opaca, mirando a Danny.
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-Que no hay sala de urgencias.
-Eso no. Lo del crucero.
-¿No me cree? -Danny levantó la barbilla-. ¿Quiere el nombre de su agencia
de viajes?
Joe sintió como si varias ametralladoras estuvieran funcionando al mismo tiempo en su
cabeza, mientras trataba de negar lo que la lógica le decía que tenía que ser cierto. _____
Johnson. Dan Johnson. Los padres de _____ estaban en un crucero, había dicho ella.
«Dios mío, haz que sea una coincidencia», oró, aunque sabía que no lo era. Todo ese
tiempo, a través de todo ese amor, ella le había mentido. Era la hija de Dan Johnson.
Todo tenía sentido de pronto... un sentido aterrador y enfermizo.
-Y bien -dijo Danny, balanceándose en los talones-. Parece que le he cerrado
la boca por fin, Tucker.
Joe lo miró fijamente, mientras el ruido continuaba sonando en su cabeza. Aquel
sinvergüenza, responsable de la mejilla cortada de Mando, en un accidente que bien
podía haberle costado un ojo, era el hermano de _____. Un grito primitivo de traición
se atoró en su garganta.
Mando lo miró con inquietud.
-Vámonos de aquí -dijo, cogiendo a Joe del brazo.
Joe lo miró y se estremeció.
-Sí. Vámonos. Voy a llevarte a urgencias, lo mismo si este cabeza de alcornoque usa
el seguro de la compañía para pagarlo como si no -se volvió a Danny-. A primera
hora del lunes, mi informe irá a la OSHA.
-Valientes palabras, pero sé que no lo hará. Los empleos son escasos en esta
ciudad, y usted necesita el dinero.
-Tiene razón -Joe comprendió que se había vuelto mortalmente tranquilo-.
Necesito el dinero, pero algunas cosas son más importantes que el dinero. Aunque
dudo que usted entienda eso.
-Es usted un tonto, Tucker -dijo Danny y el temor tembló en su voz por
primera vez-, pero no tan tonto como para arriesgarse a ser puesto en la lista
negra.
-No esté tan seguro -contestó Joe-. Dudo mucho que pudiera usted
encontrar a alguien más tonto que yo. Vamos, Mando. Veremos que te atiendan y
después vamos a tomar un trago. Tal vez varios tragos.
Joe pensó en la mujer que serviría esos tragos y a pesar del calor que hacía en la

caseta de construcción, su cerebro, su cuerpo y su corazón se quedaron helados