miércoles, 19 de marzo de 2014

7

Capítulo 7

ENVUELTA en los brazos de Joe y saciada de amor, _____ cayó en un sueño ligero bajo el brillo de millones de estrellas. El suave balanceo del barco aumentaba su sensación de placer. Las estrellas se fueron apagando gradualmente y el cielo se fue iluminando hasta adquirir el color de las perlas.
-¡Oh, maldita sea!
-¿Joe?- despertó.
-Es increíble.
-¿El qué?
Estaba a cuatro patas mirando a su alrededor. Se arrastró hasta los sacos de dormir que no habían usado, agarró uno y se lo tiró.
-Tápate, estamos en medio del lago.
-¡No!- gritó tapándose y sentándose. El agua rodeaba el barco por los cuatro costados. La costa parecía muy lejos, y el paisaje de rocas y montañas no le resultaba familiar-. ¿Qué ha ocurrido?
-No lo sé. Quizá al aterrizar el helicóptero encima del barco se haya desenganchado de donde fuera que estuviera encallado- contestó luchando por ponerse los pantalones.
-O quizá hayas sido tú- sonrió _____-. Estuviste muy entusiasta, Romeo.
-Tampoco tú fuiste precisamente pasiva, Julieta.
-Sabía que lo conseguiríamos. ¿Ves cómo todo se va arreglando?
-Sí, es fantástico- dijo mirando en todas direcciones-. Sólo falta que el motor funcione y nos quede gasolina suficiente para dar una vuelta y buscar el lugar exacto donde encallamos ayer. No creas que será fácil.
-Te preocupas demasiado- contestó _____ negándose a dejar que las dificultades echaran a perder su alegría. El lago estaba en calma y el techo del barco era perfecto, así que decidió celebrar su nueva felicidad a la luz del amanecer. Apartó el saco de dormir, estiró los brazos y exclamó- : ¡Eh, mundo, ¿qué pasa?!
Joe la miró.
-Esperemos que los chicos que vienen en esa barca de pesca no lleven gemelos.
_____ se encogió, buscó otra vez el saco de dormir y se metió debajo de él cubriéndose por completo.
Luego levantó una esquina y miró.
-Podías haberme avisado, Joe Jonas .
-Te hubiera avisado si hubiera sabido que planeabas hacer tu saludo matutino al sol.
-¿Vienen hacia aquí?
-Sí.
_____ volvió a tirar del saco de dormir y metió la cabeza con un gemido;
-Diles que se vayan.
-¿Qué?- preguntó Joe levantando una esquina del saco.
-Que les digas que se vayan. Y deja de hablar conmigo. No quiero que sepan que estoy aquí debajo.
-¡No, maldita sea! Les estoy diciendo que se acerquen. Quiero preguntarles a cuánta distancia está el centro náutico para poder orientarme.
-Joe Jonas , no te atrevas a llamar a esos pescadores mientras yo estoy aquí debajo desnuda.
-¿Qué has dicho?- volvió a preguntar levantando otra vez una esquina del saco-. Apenas te oigo con todo eso encima.
-¡Venga! ¡Desaparece!- exclamó ella quitándole el saco y poniéndoselo por encima de la cabeza.
Entonces comenzó a escuchar el ruido del motor del barco que se acercaba. Joe le dio una palmada en el trasero.
-Relájate. No te preocupes.
-¡Oh, espera a que te ponga las manos encima!
-Eso suena muy prometedor- comentó él mientras la apretaba por encima del saco.
-¡No me toques!- exclamó gateando para alejarse de él.
-Muy sutil, _____. Nadie va a descubrir que estás ahí debajo. Simplemente pensarán que me he venido a dormir al tejado.
El sonido del motor del barco que se acercaba se fue debilitando como si parara.
-¡Eh, chico!- dijo una voz masculina desconocida-. ¿Tienes problemas?
_____ cerró los ojos y esperó que aquella conversación durara poco. Pero no así. Estuvo bajo el saco de dormir pasando calor durante lo que le parecieron horas mientras aquellos hombres reían y bromeaban.
Luego sintió deseos de estornudar. No podía oír lo que decían, pero cuanto más calor tenía más segura estaba de que se burlaban de ella. Mientras pasaban los minutos iban planeando el modo de torturar a Chauncey M. Jefferson cuarto. Finalmente el motor de aquel barco volvió de nuevo a la vida y se marchó. Entonces Joe levantó una esquina del saco y susurró:
-Ya se han ido.
Apartó el sofocante saco y se sentó, a punto de perder la paciencia.
-Os estabais riendo de mí, ¿verdad?
-Por supuesto que no.
-Y si no estabais hablando de mí, ¿de qué hablabais tanto tiempo? Estaba empezando a pensar que habías conocido de pronto a un par de amigos fraternales.
-Sólo estábamos bromeando- contestó apartándole el pelo de la cara-. He tenido que dejarlos hablar y hablar, les extrañaba que estuviera solo en una barca de diez pasajeros en medio del lago.
-¿Se han creído de verdad que estabas solo?
-Sí- contestó besándole la nariz-. Les he dicho que mis amigos estaban en la playa y que no tenían ni idea de que el barco se había ido alejando de la costa conmigo en el techo. Y también que habíamos bebido mucha cerveza. Sí, se han creído que estaba solo, y eso que no llevaban gemelos. Sólo yo te he visto desnuda.
-Gracias por comprobar lo de los gemelos. Me siento mejor sabiéndolo.
-Yo también. Soy un poco posesivo con mi Lady Godiva- añadió acariciando su pecho-. Aún estás pringosa.
-Sí, tenemos que ir a nadar o algo.
-O algo- comentó inclinándose sobre ella para chuparla mientras seguía hablando. La escasa barba de su mentón la estaba torturando-. También les he explicado cómo era la playa en la que estuvimos, y ellos me han indicado cómo volver. Supongo que si les hubiera intentado echar habrían pensado que escondía un cadáver bajo el saco. Era un bulto bastante raro.
-Un bulto bastante raro, qué halagador.
-Sí- contestó él hundiendo sus caderas entre los muslos de ella-, el bulto más precioso que me haya encontrado nunca bajo un saco.
Bajo la tela de sus pantalones resultaba evidente que Joe estaba excitado.
-¡Joe! Puede venir otro barco, y es casi de día.
-Estaré atento- contestó sacando un preservativo del bolsillo.
-Apuesto a que sí. Vamos abajo- dijo _____ notando que se iba humedeciendo y preparando para él a pesar de su rechazo.
-Si vamos dentro no podré ver si viene alguien.
-¿De verdad pretendes hacer el amor en medio del lago a plena luz del día?- preguntó comenzando a excitarse ante la idea.
-Sí, si consigo tu cooperación. Toma un preservativo y pónmelo.
_____ obedeció.
-Estás completamente loco- murmuró mientras la penetraba.
Joe se retiró y volvió a empujar de nuevo.
-Así es como me haces sentirme, completamente loco.
Su cuerpo lo recibía excitado, elevándose para encontrarlo mientras su mente continuaba diciéndole que debían parar.
-No puedo creer que estemos haciendo esto.
Joe la miró a los ojos y comenzó a moverse con aquel ritmo insistente que la había transportado hasta el éxtasis la noche anterior.
-Y yo no puedo creer que aún sigas hablando.
-Sólo estaba pensando que... mmm - tembló al notar que él llegaba al punto más sensible.
-¿Sí?
-No importa- murmuró mientras él continuaba aquel ritmo deliberado-. Sigue así.
-Eso pensaba hacer.
_____ sostuvo su mirada mientras la tensión aumentaba en ella. El calor de sus ojos le revelaba que aquello era algo más que placer, aunque éste fuera increíble. De pronto el júbilo se apoderó de ella, aumentando el nivel de su respuesta.
-¡Oh, _____! - murmuró Joe inclinando su boca sobre la de ella.
Nunca había oído decir su nombre con tanta dulzura. Ni ningún otro beso le había llegado al alma de la manera en que lo hizo aquél. Joe aflojó el ritmo como para hacer durar más el último momento, y entonces, como respuesta final, _____ se rindió estallando en un clímax. Él la besó acallando su grito y mezclando el de ambos mientras temblaba de alivio en su interior.


Enamorarse de _____ no era una buena idea, pero no parecía capaz de evitarlo. Al comienzo de aquel viaje, Joe había pensado que podría apartarse de ella, evitarla sexualmente. Después, una vez que hubieron establecido ese fuerte lazo físico ante la embestida increíble de su atractivo, había pensado que podría evitar sentirse atado emocionalmente.
Y sin embargo, mientras pilotaba el barco hacia la pequeña playa y _____ se afanaba por recoger después de la confusión de la noche anterior, no podía evitar agarrarla de la mano cada vez que pasaba para reclamarle un beso. No le robaba aquellos besos para estimularse sexualmente, aunque también lo excitaran, sino por la alegría de estar en contacto con ella sintiendo la electricidad que fluía entre ellos.
Se habían puesto de acuerdo en un plan: ir a la costa, llamar al hospital para saber de Nicole y de la niña, y recoger todo lo que se habían dejado en la playa, suponiendo que siguiera allí. Más allá de eso no habían decidido aún qué hacer. Lo más lógico era que volvieran al centro náutico y desde allí a Las Vegas en coche para ver a Nicole. El viaje acabaría ese día. Él había accedido a ir de viaje por ser el cumpleaños de Bowie, pero Bowie ya no estaba.
Sin embargo, Joe no quería abandonar el barco. Parecía funcionar bien aunque sólo fuera con un motor. Consiguió entrar de nuevo en la playa y las estacas, milagrosamente, seguían allí con las cuerdas colgando. El viento había cesado y había comida en la nevera, y diez camas. Sentía la necesidad de probarlas todas. Cuando llegaron a la playa gritó:
-¡Tierra a la vista!
-¿Hay alguien en nuestra playa?
-No.
-¡Allí están nuestras cosas! Las sillas, los restos de la fogata, la nevera portátil y las toallas. Está todo, gracias a Dios.
-Me lo imaginaba- contestó él-, tampoco nos habíamos ido tan lejos.
-Sí, pero parece que han pasado años desde que nos sentamos en la playa a leer el libro de Nicole.
-Sí, es cierto.
Entonces, en la playa, había comenzado a enamorarse de ella, sólo que no había querido confesárselo a sí mismo. Pero luego habían compartido juntos el nacimiento de la niña, ella había conocido y aceptado su vulnerabilidad cuando se desmayó en pleno parto, y por último habían hecho el amor de un modo increíble, dos veces. Todo aquello le hacía decidirse. Todo sería maravilloso siempre y cuando permanecieran en aquel barco para el resto de sus vidas. Y ahí era donde residía el problema. No podía imaginársela a ella en
Chicago con su horario de trabajo estresante, y por nada del mundo iría él a vivir a Nevada.
-Agárrate. Voy a acercarme lo más posible.
- Apuesto a que te encanta. Debe de ser emocionante sentarse ante los mandos de este enorme barco.
Es toda una aventura de poder.
-Para demostrarte que no necesito hacer ninguna exhibición de poder masculino te voy a dejar que lo hagas tú.
-¿Sí?
-Siéntate aquí, vamos a ver tu testosterona.
_____ se sentó en cuanto él se levantó.
-¿A qué velocidad debo ir?
-Tú decides, pero no arriesgues demasiado.
-Bien, no lo haré- Joe la observó concentrarse en la tarea. Su expresión era de resolución-. Dame alguna indicación al menos.
-Está bien. La técnica que yo he seguido es ir despacio y asegurarme de que no me desvío. Luego, justo antes de que vayas a date el golpe con el fondo, paras. Supongo que de esa forma te acercas bastante y penetras de lleno.
-Sí, apuesto a que sí. Me encanta cuando hablas con doble sentido.
-Has sido tú quien ha empezado esto, yo sólo iba a atracar en la arena.
-Claro.
Tenía la sensación de que cuanto más tiempo estuviera con _____ más pronto adoptaría su forma sexy y bromista de ver la vida y tanto más le costaría volver a concentrarse en dirigir una empresa. Difícilmente iba a centrarse en una reunión con agentes de bolsa cuando se pasara el día pensando en metáforas sexuales.
-¡Allá vamos!- exclamó ella con entusiasmo.
Joe se agarró a la consola de los mandos. El barco golpeó el fondo y la proa se hundió firmemente en la arena. _____ dejó escapar un grito de victoria.
-¡Has estado muy bien! Apaga el motor. Vamos a echar amarras.
-¿Quieres clavar otra vez esas estacas?- preguntó con una sonrisa provocativa.
Joe la rodeó por los hombros con un brazo y la besó fuerte pero deprisa.
-¿Qué pasa con tu mente? ¿Es que sólo puedes pensar en una cosa?
-¿Y tú no?
La miró. Se había puesto unos pantalones cortos y una camiseta, nada especialmente sexy. Sin embargo, sólo con mirarla durante un par de minutos se sentía excitado e insaciable.
-Por el momento, sí.


_____ sujetaba las estacas mientras Joe las golpeaba con un martillo. Si se descuidaba podía romperle un dedo, pero no tenía miedo. Lo ayudó a amarrar las cuerdas y luego se sacudió las manos.
-¿Comenzamos a cargar las cosas o llamamos primero al hospital?
Joe se quitó las gafas de sol y se secó el sudor de la frente. Luego volvió a ponérselas y contestó:
-Antes de nada vamos a hablar un momento.
Entonces sintió pánico. Estaban llegando al final de aquella aventura. Cargarían las cosas, llamarían al hospital y volverían al centro náutico. A pesar de aquella mirada mientras hacían el amor, Joe no sentía interés por una profesora de yoga de Las Vegas.
Lo más probable era que él quisiera dejarlo bien claro.
Recordaba lo que Joe acababa de preguntarle. Si era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el sexo. Y contestando él a la pregunta había dicho que sí, por el momento. Pero aquel momento había llegado a su fin. _____ decidió hacerse valer y salvar su orgullo. Caminó hasta el semicírculo de sillas de la playa y se sentó intentando aparentar naturalidad.
-Sabes- dijo _____-, nos lo hemos pasado muy bien, pero ha sido como estar fuera de la realidad.
-Es cierto- contestó él mirándola alerta. Luego se inclinó sobre la silla y se esforzó por sonreír-. Somos adultos, así que deberíamos poder ligar sin necesidad de hacer de ello un asunto federal.
-Supongo.
- Bueno, pues si lo sabes no soy yo quien va a presionarte. Ha sido estupendo, pero no es suficiente para construir un futuro. Somos demasiado diferentes. Quiero decir que tú tienes una empresa que dirigir y yo... yo tengo mi loca vida que vivir. ¿De acuerdo?
-Mmm- contestó Joe-. No puedo discutir eso, es perfectamente lógico.
-No esperaba que lo hicieras- respondió.
¿Qué se había imaginado entonces?, se preguntó _____. ¿Que se arrojaría a sus pies para suplicarle su amor? ¿Que iba a abandonar su megalómana empresa para ir a vender zapatos a Las Vegas y así poder estar con ella?
-Lo que ocurre es que...- comenzó a decir él.
-¿Qué?- preguntó demasiado aprisa.
-Que hemos alquilado el barco para una semana contestó él mirándola.
-¿Es que te preocupa si nos van a devolver parte de la suma del alquiler?- preguntó intentando calmarse.
-¡No, no es eso, maldita sea! Después de todo lo que hemos pasado juntos, ¿todavía piensas que sólo me importan ese tipo de cosas?
-Bueno, no...
-No me contestes a esa pregunta. Estoy intentando descubrir si tienes algún interés en... en quedarte en el barco un poco más de tiempo.
-¿Contigo?
-¡No, tú sola!- contestó acercándose para apoyar las manos en el brazo de la silla. Estaba may cerca-. ¡Tú sola en un barco para diez! ¡Por supuesto que conmigo, tonta!
Aquello era un respiro, aunque temporal. Cualquier persona con un mínimo de orgullo rechazaría la oferta sabiendo que al final todo iba a terminar. Pero él estaba inclinado sobre ella, sus adorables labios no estaban sino a escasos centímetros, y sólo deseaba comérselo.
-Sí, me interesa.
-Bien. A mí también. El único problema es Nicole y el bebé- añadió poniéndose en pie-. Si nos necesita, sea por lo que sea, o si quieres volver a Las Vegas para verlas podemos atracar en el centro náutico por un día o dos.
_____ no podía borrar aquella enorme sonrisa de sus labios. Al final de aquella misma semana rompería a llorar, pero mientras tanto podía pasárselo bien.
-Supongo que podríamos hacer eso si nos necesita. De todos modos yo tenía planeado pasar una semana en Chicago después de que naciera la niña, así que tendré oportunidad de jugar a hacer de tía.
-Yo también, en cuanto vuelva a Chicago.
-Sin embargo no tendrás muchas oportunidades de jugar a los barcos.
-No- sonrió-. Así es.
-Entonces me imagino que deberíamos aprovecharlo, ¿no? Podemos navegar rodeando todo el lago, ver todos los paisajes y...
-O podemos quedarnos aquí tres días- contestó Joe quitándose las gafas y atrayéndola a sus brazos-. Me gusta este paisaje.
-En ese caso no necesitaríamos atracar en ninguna playa ni clavar estacas- comentó _____ mirándolo con el corazón acelerado.
-N - respondió Joe agarrándola del trasero y estrujándola contra él para hacerle notar su excitación Buscaré otras actividades para mi testosterona.
-Aja.
Joe la besó largamente. _____ se quedó temblando.
-Pero primero tengo que llamar al hospital- dijo soltándola y dirigiéndose al barco-. Voy a por el teléfono- añadió mientras se daba la vuelta y caminaba de espaldas para seguir hablando-. Los enfermeros te dieron una tarjeta con el número. ¿Dónde está?
-Está... ¡Joe, cuidado!
Demasiado tarde. Tropezó con una de las amarras que le puso una zancadilla a la altura de las rodillas y cayó a la arena. _____ corrió a su lado.
-¿Estás bien?
Joe se levantó y miró las gafas de sol, encima de las cuales se había sentado.
-Sí, pero las gafas deben estar rotas.
-Apuesto a que eran de las caras.
-¿Quieres dejar de sugerir que sólo me importa el dinero? - dijo agarrándola por los hombros-. El único momento en que me preocupa el precio de las cosas es cuando afecta negativamente a mi familia. ¿Por qué nadie lo comprende?
-Quizá porque estás tan ocupado haciendo números que no has tenido tiempo para decírselo a nadie.
-Pero deberían saberlo. Bueno, es posible que tengas razón. Trataré de recordar que tengo que decirlo.
-Si de verdad quieres que te crean tienes que dejar de hacer números continuamente. Un gesto vale más que mil palabras, ya sabes.
-Pero si yo no me ocupo nadie más lo hará.
_____ lo miró en silencio por un momento peguntándose si ya había olvidado la heroicidad de su hermano durante el parto.
-¿Estás seguro? Yo no lo creo.
De pronto la incertidumbre brilló en sus ojos.
-Bueno, de todos modos algo raro está pasando. No tengo por costumbre tirar la comida al fuego ni caerme a causa de unas amarras. Eso por no mencionar el hecho de encontrarme en mitad de un lago sin tener ni idea de dónde estoy.
-Probablemente haya sido culpa mía- contestó _____ deseando que fuera cierto.
-No, es sólo que tengo que dejar de actuar como un idiota ¿Dónde dijiste que estaba la tarjeta?
-Creo que está sobre la mesa de la cocina.
-Volveré enseguida- añadió Joe agachándose para recoger las gafas-. Llamaré al hospital y después a la oficina.
-Está bien.
Así que él pensaba que podía volver a comportarse como siempre, se dijo _____. Pues bien, decidió, no lo haría mientras ella tuviera algo que decir. No estaba dispuesta de ninguna forma a pasarse tres días observándole trabajar en su ordenador.
Un rato después él volvió y se dirigió hacia la silla en la que ella se había sentado a esperarlo. Llevaba el teléfono en una mano y dos latas de naranjada en la otra. Descalzo y con el pantalón corto no parecía un hombre de negocios. Con aquella barba de tres días y aquel torso perfectamente esculpido parecía más bien un play-boy.
-El desayuno- dijo ofreciéndole la naranjada y el teléfono antes de dejarse caer sobre una silla-. Llama.
-Está bien- marcó el número y en pocos segundos Nicole contestó- : Eh, Nic, parece que te encuentras bien.
-Me siento de maravilla. El médico dice que es porque no tomé nada durante el parto. Fue duro, sin embargo, me alegro de no haberlos tomado porque así ahora no tengo que padecer los efectos secundarios. Ch_____ también está muy despierta.
-¿Quién?- preguntó _____ elevándose sobre la silla.
-Ch_____, tu sobrina. Mi hija.
-¿Ch_____?- repitió _____ mirando a Joe, que sacudía la cabeza.
-¿No te encanta? Bowie y yo nos inventamos ese nombre mientras íbamos en el helicóptero.
-¡Oh, Dios!- exclamó _____ horrorizada y medio histérica-. Debería de haber leyes sobre los nombres de los bebés. Os habéis vuelto locos.
-Tómate tu tiempo para acostumbrarte- rió Nicole-. Después de todo, Joe y tú vais a ser los padrinos, así que a Bowie y a mí nos gustó eso de combinar vuestros nombres. Y en cuanto a lo de Bowina, a mí no me chifla, pero a Bowie sí, y tampoco lo va a usar mucho. Confía en mí, es un nombre fantástico.
-Quizá para un equipo de fútbol. ¿Se te ha ocurrido preguntarle a Ch_____ Bowina qué le parece?
_____ escuchó un golpe y miró hacia Joe, que yacía en el suelo con la silla encima.
-¿Ch_____ Bowina?- repitió levantándose-. Dame ese teléfono ahora mismo.
-Espera, creo que el tío Joe tiene algo que decirte- añadió ofreciéndole el teléfono.
-¿Nicole? ¿Qué tontería es eso de Ch_____ Bowina?
Joe hablaba con un gesto de enfado y luego, mientras escuchaba a Nicole, fue abriendo la boca.
-Estás bromeando. ¿Con que grabado, eh? Sí, a ella le gustan mucho ese tipo de cosas.
_____ lo miraba sin comprender. Entonces Joe cubrió el auricular con la mano y le explicó:
-A mi madre le encanta el nombre. Ha comprado una tacita de plata y la ha mandado grabar.
_____ sacudió la cabeza incrédula. Joe sujetó un momento el teléfono con el hombro para recoger la silla que se había caído al suelo y luego continuó hablando con Nicole.
-Bueno, si a ella le gusta y a ti te gusta, supongo que a mí también me gusta- dijo al fin tapando de nuevo el auricular para hablar con _____-: Mi madre dice que ese nombre suena a francés- _____ rió-. Sí, supongo que todos acabaremos por acostumbramos, digamos para cuando cumpla treinta y dos años. Sí, escucha, Nic. ¿Necesitas que vayamos a verte o a ayudarte en algo?
Joe había hecho aquella pregunta sin apartar los ojos de _____. Ella cruzó los dedos esperando que hubiera suerte.
-Si, el barco ya está desencallado- añadió Joe girando sobre sus talones y mirando al cielo nublado-. De hecho ha sido muy fácil sacarlo. Creo que el peso del helicóptero debió de afectarlo- hubo una pausa-. Bueno, si no nos necesitas para nada estábamos pensando en pasar el resto de la semana aquí- hubo otro silencio-. ¿Estás segura? Entonces supongo que nos quedaremos.
_____ se puso en pie y comenzó a hacer una versión muy particular de una danza de victoria. Joe sonrió y siguió hablando con Nicole.
-Pero podemos volver en coche si nos necesitas- añadió haciendo a _____ señas con los pulgares hacia arriba-. Sí, _____ me ha dicho que pensaba ir a Chicago a hacerte una visita muy pronto- de repente la sonrisa se borró de sus labios mientras escuchaba. Luego suspiró-. Sí, lo sé, Nic. Está bien, ahora se pone.
_____ volvió a tomar el auricular.
-¿Estás segura de que no nos necesitas?
-Primero cuéntame qué tal te va con Joe -contestó Nicole.
-Muy bien.
-Él quiere quedarse, ¿pero y tú?
-Sí, yo también- contestó resoplando.
-Escucha, no necesito que vuelvas aquí ahora mismo. De hecho puede que reservemos un pasaje de vuelta para pasado mañana. Pero me preocupas tú. Bowie y yo pensábamos que si Joe y tú os conocierais...
-Olvídalo, Nic. No es una buena idea.
-¡Pero si estás pensando en quedarte el resto de la semana con él! Eso debe de significar que las cosas van progresando.
-Sólo hasta cierto punto, no soy ninguna estúpida.
-Bueno, si ese imbécil no te suplica que te cases con él es que es extremadamente estúpido. ¡Espera! Me traen a Ch_____ para el biberón, tengo que dejarte. ¿Podrás volver a llamarme esta noche? Para entonces ya sabré cuándo nos iremos.
-Sí, claro, te llamaré.
-Cuídate, _____.
-Lo haré. Adiós.
_____ colgó y le dio el aparato a Joe, que la observaba con atención.
-Creo que querías llamar a la oficina, ¿no?
Joe dejó el teléfono sobre la silla y se acercó a _____ para poner las manos sobre sus hombros y mirarla a los ojos.
-¿Es que va a ser un problema para ti el quedarte conmigo el resto de la semana?
_____ respiró profundamente antes de contestar.
-No, quiero quedarme.
-Nicole quería asegurarse de que yo no iba a hacerte daño si nos quedábamos aquí los dos sin que yo tuviera intención de...
-Eso es ridículo- respondió _____ elevando el mentón-. A veces Nicole comete el error de creer que todos quieren lo mismo que ella.
-Te refieres a un marido y un hijo.
-Sí.
-¿Y tú no quieres eso?- preguntó buscando su mirada.
La verdad la sacudió como una bofetada en la mejilla. Quería tener un marido y un hijo más que ninguna otra cosa en el mundo, pero durante las últimas horas había estado fijándose en un c_____dato muy poco adecuado. Sin embargo no podía decírselo.
-Quizá algún día, ahora no. Aún tengo que vivir muchas aventuras.
Aquella mentira le dolió en el alma, pero era el único modo de conservar su orgullo cuando todo terminara.
-Supongo que haría falta una persona muy especial para que dejaras a un lado la libertad que tanto amas.
-Sí, supongo que si- contestó _____ pensando que esa persona era él.
Joe la observó con atención, y por un momento _____ pensó que iba a decir algo más. Pero en lugar de eso la soltó y dio un paso atrás.
-Llamaré a la oficina. Estarán preguntándose qué ha sido de mí.

-Cuéntales que te han raptado los gitanos. Voy a hacer café y a preparar algo para desayunar.