sábado, 22 de marzo de 2014

12 mundos

Capítulo 12
CARRIÉ Simmons llegó poco después. A _____ le pareció una mujer pálida y tímida,
que comprendía que tenía muy pocas opciones en la vida. Cuando _____ y Mónica le
explicaron el posible regreso de Jake y el ofrecimiento de _____ de un lugar donde
hospedarse, Carrie aceptó la información con la misma tranquila resignación que
mostraba respecto a todo.
Carrie sólo parecía cobrar vida, notó _____, cuando los niños estaban cerca de ella. Los
niños parecían corresponder a su cariño, a pesar de que la conocían desde hacía muy
poco tiempo. Al ver a Carrie con los niños, _____ se felicitó a sí misma por haber
encontrado una solución que parecía proporcionar una vida mejor a todos. Ahora
ambas mujeres tenían una oportunidad de labrarse un futuro más tranquilo, si Jake
desaparecía para siempre.
Un retrato enmarcado de la familia, que se encontraba tercamente colocado sobre el
aparato de televisión pareció burlarse de los deseos de _____. Cada vez que veía la
expresión autoritaria del hombre sentado junto a una Mónica sonriente, rodeados por los
tres niñitos, _____ se estremecía. Incluso en esa sencilla fotografía de estudio, Jake
Spangler parecía peligroso.
La cena fue sencilla y a hora temprana. Consistió en salchichas y huevos, con puré
de manzana y galletas para llenar un poco más. _____ disfrutó de la compañía, pero
cuando la comida se acercaba a su fin, alrededor de las seis, empezó a pensar de
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nuevo en Joe. Mientras ayudaba a Mónica a fregar los platos, _____ le contó que
tenia planeado encontrarse con él. Mónica la obligó a marcharse diez minutos después.
Un viento caliente la recibió en la calle cuando subió a su desvencijada camioneta.
A pesar de los problemas que amenazaban su relación con Joe, _____ no podía
recordar haber sido más feliz de lo que era en esos momentos. Algún día tendría que
decirle que era hija de Dan Johnson, y aceptar las consecuencias, pero todavía no.
Esa noche estaría en sus brazos y disfrutaría cada minuto de su amor.
Después de aparcar, pasó corriendo frente a la pequeña piscina y levantó la
mirada hacia la puerta de su apartamento. Él la estaba esperando, sentado afuera,
con los pies descalzos apoyados en la barandilla que rodeaba el corredor del
segundo piso. El mirarlo hizo que un estremecimiento la recorriera, como si Joe
hubiera ya acariciado su piel y la hubiera dejado tibia y deseosa de más.
-Hola -exclamó _____ con la cara levantada hacia donde estaba él.
-Hola -bajó los pies y apoyó los brazos en la barandilla-. ¿Quieres ver la puesta
de sol conmigo?
-Claro que sí.
-Traeré otra silla.
Así de sencillo, pensó mientras subía la escalera. Nada de complicadas discusiones
sobre qué película ver, dónde ir a cenar, cómo llenar el tiempo que estaban juntos.
Los placeres básicos llegaban de forma natural... paseos en coche por la noche,
picnics, atardeceres, amor... y, oh, el amor.
Ella llegó a su puerta en el momento en que él salía con una silla idéntica a la suya. La
bajó y sonrió, al tomar a _____ en sus brazos.
-Te he echado de menos.
-Yo también a ti -se acurrucó contra él y levantó la cara-. ¿Son curiosos tus
vecinos?
-Probablemente. ¿Eso te preocupa?
-En realidad, no.
El roce de los labios de él en los suyos fue ligero, pero ella sintió el calor de su cuerpo
presionando hacia delante y comprendió que sus pensamientos eran un fiel reflejo de
los suyos.
_____ recorrió con la punta de la lengua el contorno de los labios de él.
-No estás viendo la puesta de sol -murmuró.
-Tampoco tú.
-Creo que deberíamos hacerlo -dijo _____, mordisqueando el labio inferior de
Joe-. Nunca hemos hecho eso juntos.
Él se echó a reír con suavidad.
-Si ésa es la única razón, vamos dentro. Puedo pensar en varias cosas que nunca
hemos hecho juntos. Todas son más divertidas que ver la puesta de sol.
Ella lo miró a los ojos y sonrió.
-Y yo que pensaba, mientras subía la escalera, que eras un romántico que
quería compartir las bellezas de la naturaleza conmigo.
-Soy un romántico.
Comprendió que no iban a ver la puesta de sol esa tarde.
El apartamento estaba en penumbra y una luz parpadeante parecía llamarlos desde
el dormitorio.
Cuando él la condujo en silencio a través del umbral, _____ abrió mucho los ojos ante la
transformación que Joe había realizado en el dormitorio desde el día anterior.
La luz de las velas que había puesto sobre la mesa de noche danzaba por las sábanas
blancas cuidadosamente arregladas y abiertas. La cabecera, de madera de roble, estaba
llena de almohadas y cojines. De la sala llegaba una música suave que ella reconoció
vagamente como algo clásico. Una delicada fragancia llenó la habitación y ella notó que él
se había alejado un poco para encender una varita de incienso.
-Me siento abrumada -comentó _____, mirando a su alrededor el rincón sensual que
él había creado.
-Es lo que te mereces -dijo él en voz baja, caminando hacia ella-. Comprendo
que pienses que me impulsa la lujuria hacia ti. Ese fue el factor dominante anoche, con toda
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probabilidad. Y esta mañana también -sonrió-. Especialmente esta mañana. Pero
quería demostrarte que hay más que eso para mí, más para nosotros.
_____ lo miró y sintió una emoción que no la había tenido en sus garras desde hacía
mucho tiempo. Titubeaba en aceptarla, porque la última vez que la había sentido,
su corazón había sido roto en pedazos. Él extendió la mano hacia el botón superior
de su blusa, y ella cerró los ojos, porque no deseaba que él viera lo que su simple contacto
la hacía sentir.
La desvistió despacio, de forma casi reverente. Había desaparecido la impaciencia
de la noche anterior y cuando por fin estuvo ante él, sin prenda alguna, Joe suspiró y
simplemente se quedó mirándola.
-Me prometí a mí mismo que harta todo con calma esta vez –dijo con la mirada
explorando con tranquilidad cada sonrosado centímetro de ella-. Te lo debo y me lo debo a
mí mismo -la miró a los ojos, la miró al corazón-. Hemos practicado el sexo, pero no sé si
realmente hemos hecho el amor.
-Yo... no estoy segura de saber lo que quieres decir.
-Después de esta noche, lo sabrás.
La levantó en sus brazos y la condujo a la cama. Las sábanas se sentían suaves y
frescas contra su piel encendida, y las almohadas formaban una suave cuna de
comodidad.
Sintió que algo le oprimía la garganta mientras lo miraba desnudarse. ¿Había tenido
ella oportunidad de admirarlo, como él la había admirado a ella? Los músculos de sus
hombros y de su pecho se tensaron mientras él se quitaba la camiseta por la
cabeza y la arrojaba al suelo. Se desabrochó los pantalones y luego se quitó la ropa
interior, revelando la belleza de un hombre totalmente excitado, con la piel bronceada
por la luz de las velas.
-Vamos a hacer todo con calma -dijo Joe, acostándose junto a ella y
entrelazan sus fuertes dedos de trabajador en los suyos, mientras se acomodaba en los
cojines, a su lado-. Vamos... -susurró besando su frente, sus párpados cerrados,
sus mejillas- a hacer el amor.
Entonces tocó la boca de ella con la suya y se lanzó a un beso profundo que alimentó la
emoción que florecía en el corazón de _____.
Él estaba pidiendo en silencio más que pasión, más que la fusión de dos cuerpos
en la noche. Ella contestó con un beso que hablaba de forma más elocuente que las
palabras, y _____ comprendió, por el suave gemido que surgió en lo más profundo de
su garganta, que Joe había comprendido. Levantó la cabeza y la miró a los ojos. Se
habían elevado las apuestas.
Todavía sin soltar su mano, Joe la besó en el hombro. Sus labios la acariciaron,
nutrieron la emoción que ambos sentían, pero que ninguno de los dos podía expresar,
porque las palabras entre ellos eran todavía nuevas y titubeantes. Tocándola sólo con
los labios y la lengua, continuó Joe su viaje descendente. Los senos de ella se
redondearon bajo la boca de él y Joe les rindió homenaje con una ternura que hizo
que los ojos de _____ se llenaran de lágrimas.
La luz de las velas iluminó el brillo del cabello de Joe cuando se inclinó sobre ella y
besó el contorno de sus costillas y la planicie de su estómago. Soltó su mano y se movió
hacia los pies de la cama, para besar su empeine, su tobillo, su pantorrilla, el punto
sensitivo que había detrás de su rodilla.
Ella se sintió mareada cuando él presionó los labios contra la parte interior de su
muslo y subió más todavía. Lentamente definió toda la figura de ella excepto el
triángulo oscuro que reservó para el último. Cuando la besó ahí, _____ lanzó una
exclamación ahogada. Él la había tocado así antes, pero nunca con tan lenta
deliberación, nunca con tan sensual cuidado. «Hacer el amor», pensó ella, a medida
que el calor de sus caricias se esparcía por su cuerpo. «Esto es hacer el amor». Las
caricias de él le producían una intensa percepción de su cuerpo, hasta que la
intensidad de su pasión hizo borrosa la realidad y empezó a perder la conciencia de
su propio ser. En ese momento, como si supiera que ella se estaba alejando del
pensamiento racional, Joe levantó la cabeza y volvió a su lado.
-Todavía no -murmuró, probando sus labios una vez más-. Todavía no
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_____ vio cómo se ponía la protección necesaria; entonces se acomodó sobre ella y le
separó los muslos. Su mirada no se apartó de ella al impulsarse hacia delante.
-Ahora -dijo-, ahora, lo que quieras. No cierres los ojos. Déjame ver.
Muéstrame, _____. Muéstrame cómo te sientes.
Sus sugerencias eran innecesarias. _____ no podía ya ocultarle nada. Sus labios se
abrieron en una exclamación gimiente, mientras se arqueaba hacia arriba y clavaba los
dedos en los potentes músculos de la espalda de él.
-Te deseo -exclamó.
-Eso no es suficiente -murmuró él, moviéndose hacia atrás y hacia delante, con la
mirada clavada en ella.
-Ooh -gimió ella, moviendo la cabeza de un lado a otro en la almohada.
-Dímelo, _____ -insistió él, jadeante-. Dímelo.
-Yo... Joe, ¡oh, Joe!
-Dímelo.
-Te amo.
-¡Sí! -aumentó el ritmo y el sudor cubrió su frente-. Sí, _____. Es amor. Te amo.
¿Puedes sentirlo? ¿Puedes sentir el amor, cada vez que yo...? ¡Oh, sí, ahora... _____...
_____!
Se elevaron juntos una última vez, al tiempo que un clímax estremecedor, más potente
que cualquiera que hubieran sentido antes, se apoderaba de ellos y los lanzaba hacia un
lugar donde el amor gobernaría sus vidas, cambiándolos para siempre. Se abrazaron
durante el vertiginoso recorrido y por fin su respiración se hizo más lenta hasta volver a la
normalidad. Entonces se miraron con expresión maravillada.
-No retiro mis palabras -dijo _____ con suavidad-. Te amo, Joe.
-Yo te amo a ti.
_____ suspiró.
-Y me lo has demostrado de una forma deliciosa.
-No pude evitarlo. Comprendí, después de que nos despedimos esta mañana, cómo
me sentía. Pero mis acciones no habían sido las de un hombre enamorado. En cambio, te
había poseído como un animal, con un intenso deseo sexual. Estaba decidido a cambiar
eso esta noche.
-Y yo diría que lo has logrado.
Pasó los dedos entre el cabello de ella, peinándolo.
-Te amo, _____, y es importante para mí que lo sepas; pero, más allá de eso... -miró
hacia la vela que se consumía en la mesita de noche- No puedo hacerte promesas -
terminó, mirándola de nuevo-. Yo quisiera...
-Lo sé -_____ le acarició la mejilla-. Es demasiado pronto para que hagamos
promesas... cualquiera de los dos.
Él frunció el cejo con expresión preocupada.
-¡Claro que no! Quiero prometerte el mundo. Y no puedo. Te amo, pero no estoy en
posición de amar a una mujer.
Ella sonrió ante la elección de palabras que Joe había hecho.
-Creo que estás en una posición maravillosa.
A pesar de su preocupación, Joe sonrió.
-Está bien, niña lista. Y hablando de mi posición, será mejor que la cambie y apague
esas velas antes de que provoquen un incendio.
-Me encantó la atmósfera. No es que eso me hubiera importado mucho, pero
esperaba una cama sin hacer y armarios desordenados
Joe se rió, se incorporó y se dirigió al cuarto de baño.
-Los armarios siguen desordenados, pero cerré las puertas.
-¿Siempre duermes con tantas almohadas? -_____ se acurrucó entre ellas y se
tapó con la sábana.
-No -dijo él desde el cuarto de baño-. Había rebajas y pensé que sería agradable
tener muchas almohadas y cojines.
-Lo es.
-Y lo será -declaró él. Salió del baño y volvió a la cama con ella. Se pueden
hacer muchas cosas interesantes con almohadas extras.
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-¿Oh, sí?
-Ajá -rodeó su seno y se inclinó para pasar la lengua por el pezón.
-¿Y dónde aprendiste que se pueden hacer cosas interesantes con almohadas?
-En los libros -dijo él, riéndose.
-¿Estás seguro de eso, Joe Jonas?
-¿Por qué dudas de mí? Tú sabes que soy un erudito -dijo, frotando la nariz contra
el cuello de ella al mismo tiempo que le acariciaba un seno.
-Entonces, supongo que podrías enseñarme el libro donde aprendiste eso.
-Bueno...
-Tal como yo pensaba -tomó el rostro de él en las manos y lo obligó a mirarla-. Lo
aprendiste de una mujer, ¿verdad?
-¿Ha llegado el momento de las confesiones? -sus ojos almendrados brillaban de
buen humor-. Cuando revelemos nuestros pasados, el tuyo y el mío, tendrás que darme tú
la misma información que obtengas de mí. ¿Quieres hacerlo ahora?
-Oh, pues, yo... -las revelaciones sobre su vida amorosa no la preocupaban, pero
sus otros secretos sí.
La expresión de él se volvió seria.
-Dejemos eso por ahora, ¿te parece? Hay una sola persona en mi pasado sobre la
cual debes saber, y yo te contaré muy pronto todo sobre ella, pero no ahora. Y
entonces puedes hablarme de él, o de los dos, o la media docena, o...
-¡Oye! -enarboló una almohada- ¿Cómo que media docena?
Él se encogió de hombros, sonrió y ella lo golpeó con la almohada.
-Ésa no es una de las formas en que había pensado usarlas -dijo riéndose y
agarrando una punta de la almohada-. Si tienes un poco de paciencia, te lo mostraré, pero
no hay razón para que te pongas violenta.
-Dame eso -dijo ella, forcejeando con él para recuperar la almohada-. Media
docena. ¡Vaya! Si crees que me he acostado con...
-No, claro que no lo creo -protestó Joe, rodándola para apretar sus brazos contra el
colchón. La miró a la cara-. No, no lo creo -murmuró, besando el mohín de su boca...
hasta que desapareció-. Y ahora, busquemos un mejor uso para esa almohada, cariño -
propuso con una sonrisa maliciosamente sensual.
Mucho más tarde, mientras _____ se vestía antes de irse, Joe se puso la ropa interior y los
pantalones y salió a recuperar las sillas que había dejado en el corredor.
-Supongo que nos perdimos a puesta de sol -comentó _____, abrochándose la hebilla
del cinturón, al mismo tiempo que entraba a la pequeña cocina donde él estaba colocando
las sillas.
Joe le sonrió.
-¿Crees que dispondremos de otro fin de semana para hacerlo?
-Podría ser.
-Entonces, trataremos de verla, si no tenemos algo más importante que hacer -
metió la segunda silla bajo la mesa y caminó hacia ella-. Si el próximo domingo hacemos el
amor toda la tarde, es posible que deseemos ver la puesta de sol, para variar.
-Oh, Joe, no puedo -dijo _____, al recordar con un acceso de pena, que había
prometido a Mónica sus tardes de domingo en las próximas semanas.
La expresión de él se volvió un poco desconfiada.
-Lo siento. No debía estar haciendo este tipo de suposiciones. Yo sólo...
-Joe, yo quisiera poder pasar todos los minutos libres contigo -rodeó con los brazos el
torso desnudo de él y lo miró a los ojos-. Y estaría libre el domingo, pero esta tarde le
prometí a Mónica que la ayudaría una vez a la semana con sus estudios. Va a intentar
terminar la enseñanza media.
-Oye, eso es sensacional. De verdad -la apretó contra su pecho-. Soy un tipo
egoísta, que querría estar más tiempo contigo.
-Yo también lo deseo. Ofrecí mis tardes de domingo a Mónica, sin pensar. Aunque
quiero ayudarla, ahora me arrepiento de mi ofrecimiento.
-No, hiciste lo correcto. Y tal vez sea mejor así -su sonrisa era entre dulce y amarga-
. Cuanto más tiempo esté contigo, más frustrado voy a sentirme por todas las limitaciones
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que tengo por el momento. Por el bien de ambos, necesitamos tomarnos las cosas con
calma.
_____ pensó en la inteligente tarea de vencer la oposición de su padre y la
perspectiva, todavía más amenazadora, de revelar a Joe su identidad.
-Supongo que sí -reconoció.
Él titubeó.
-¿Les has dicho algo a tus padres,
-Sí, lo hice -_____ volvió la mirada a otro lado.
-No están contentos.
-No.
Joe suspiró.
-¿Eso va a ser un problema para ti?
-No permitiré que sea un problema -contestó ella, mirándolo a los ojos-. Te amo.
Tendrán que aprender a aceptar eso.
-¿Les dijiste que me amabas?
Ella sonrió y negó con la cabeza.
-No, no lo había admitido ni siquiera para mí misma. No quería reconocer que lo que
sentía por ti era amor, hasta esta noche. Tú fuiste el primero en saberlo.
-Gracias a Dios por eso -dijo, riendo-. No es que no me gustara que lo gritaras
desde los tejados de las casas; pero con tus padres, creo que será mejor que vayas
dándoles la información de forma gradual. Sobre todo cuando ya les disgusto sin siquiera
conocerme.
-Joe, te pido disculpas por sus prejuicios. No puedo comprender cómo ellos...
-Espera. Su reacción no está bajo tu control, así que no tienes por qué disculparte
-¿Crees que ayudaría el que me conocieran? -recorrió la línea de su mandíbula con el
dedo-. Te prometo que me vestiría como un ser humano y procuraría hablar de una forma
muy correcta.
El pánico invadió a _____.
-Humm, esperemos un poco más -dijo, desviando la mirada-. Se van a un crucero
y no volverán hasta dentro de tres semanas.
-¿Un crucero, eh? -atrajo la cabeza de ella hacia su hombro y le besó el cabello- . Oh,
_____, no sé si podré darte algún día lujos como ése. Tus padres pueden tener razón al
oponerse a que te cases con un tipo como yo.
-Eso es una tontería, y tú lo sabes, Joe. Si sigues hablando de ese modo, voy a tener
que... tener que...
-¿Qué vas a tener que hacer? -preguntó él y la miró divertido.
-Voy a meterte el sentido común en la cabeza a besos -contestó ella. Tomó la cabeza de él
entre sus manos y oprimió sus labios con fuerza contra los de él.
-Hummm --él cooperó inmediatamente. Muy pronto sus cuerpos se calentaron en
respuesta a la sugestiva exploración de manos ansiosas.
Cuando los dedos de Joe empezaron a soltar los botones que ella acababa de
abrochar, _____ tomó con firmeza la mano de Joe y detuvo su movimiento.
-Esto es una locura -dijo, al retirar su boca de la de él-. Tengo que dejarte para
que duermas.
-¿Quién dice eso? -él extendió la mano de nuevo hacia los botones.
-Lo digo yo -empujó a un lado la mano de él y se zafó de sus brazos-. Lo que
estaba tratando de hacerte ver es que el dinero no importa -declaró mientras se
abotonaba la blusa, y respiraba jadeante-. ¿No estás de acuerdo conmigo?
-No lo sé -sonrió y se acercó un poco más-. Siempre pienso con más claridad
mientras te estoy desnudando –dijo, levantando de nuevo las manos hacia ella.
-¡No! –_____ retrocedió.
-Aguafiestas.
-Joe, sé sensato. No puedo dejar que andes por esas vigas, sin haber dormido.
-Pero no podré abrazarte así hasta el viernes por la noche. Eso es una eternidad.
-Lo sé -_____ lo miró-. Yo me sentiré tan sola como tú. ¿Crees que debo retirar mi
promesa a Mónica, para que podamos estar más tiempo juntos?
-Rotundamente, no -se metió las manos en los bolsillos, como si quisiera obligarlas
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a someterse-. ¿Vas a quedarte a cenar con ella cada vez que le des clase?
-No. Eso no fue mencionado, ni puedo aceptarlo.
Él la miró en silencio por un momento.
-¿Entonces, qué te parecería que cenáramos con mi madre el próximo domingo?
-¿En casa de tu madre? -_____ se detuvo, un poco desconcertada porque no
esperaba esa proposición.
-Sí -dijo él con expresión muy seria. Y si piensas que eso es significativo, estás en

lo cierto