sábado, 22 de marzo de 2014

19 mundos

Capítulo 19
_____ llamó por teléfono a sus padres desde la antesala del consultorio de urgencias.
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Veinte minutos más tarde su padre entró por la puerta que había al fondo del pasillo.
-¿No ha venido mamá? -preguntó _____ cuando acudió a su encuentro.
-Quería venir, pero la convencí de que no lo hiciera -su mirada cansada recorrió su
uniforme de Suds y Subs, pero no hizo ningún comentario-. ¿Cómo está Danny?
-Creo que está bien, papá. Muy asustado, pero bien.
Un estremecimiento sacudió la elevada figura de su padre. Sacó su pipa del bolsillo con
gesto nervioso, la miró y volvió a guardarla.
-¿Sabes qué sucedió?
-Más o menos. Supongo que Joe planeaba entregar un informe a la OSHA esta
tarde, después de trabajar. Danny trató de convencerlo de que no lo hiciera y entonces
ellos... -dobló los brazos con fuerza alrededor de su cuerpo-. Pelearon. Creo que fue... -se
detuvo- sé que fue por mí.
Algo semejante a un gruñido sonó en lo más profundo de la garganta de su padre.
-Te dije que ése hombre era un problema. Te advertí que no te mezclaras con él.
-No, papá -_____ soltó los brazos y se encaró a él, echando un poco la cabeza hacia
atrás. Pensó en lo que Joe había arriesgado hoy, en lo que todos los hombres arriesgaban
todos los días y encontró valor-. Joe no es el culpable. El trabajo era peligroso. Danny lo
sabía y no quiso cambiar nada, ni siquiera después de que yo le supliqué que lo hiciera -
tragó saliva y apretó los puños-. Tú también lo sabías, ¿verdad?
La mirada de él titubeó y terminó por desviarse de ella, hacia el pasillo, como si buscara
allí respuesta a su pregunta.
-_____, tú no tienes idea de cómo es este negocio -empezó a decir.
-Eso no es una respuesta, maldita sea -lo vio estremecerse al oírla pronunciar
una maldición. Jamás lo había hecho delante de él y nunca antes lo había desafiado de
una forma tan directa-. ¿Sabías que los cables estaban gastados? -insistió con voz
tensa-. ¿Sabías que no les daban gafas de protección y que los rieles nunca eran subidos
a tiempo? ¿Por qué no había una barandilla de protección en el piso veinte, papá? -dijo,
casi llorando-. ¿Por qué?
Él la miró de frente, con sus ojos azules llenos de dolor.
-Yo no quería que tú te enteraras de esto. Se suponía que tú eras profesora
universitaria -hizo un gesto amplio con la mano-. Que estabas por encima de todo esto.
--¡No lo estoy! ¡No soy mejor que ninguno de el los! -lo miró a través de sus
lágrimas-. Tú lo sabías, ¿verdad? -murmuró- Sabías lo que Danny estaba haciendo.
Él torció la boca.
-¿Cómo crees que hubiéramos conseguido ese maldito contrato? Ahí afuera se
disputan el trabajo como perros y gatos... las compañías ofrecen precios muy bajos,
recortan costos, pelean por todos los negocios...
-¡Papá, nosotros somos ricos! No tenemos que luchar ya de ese modo.
Él se pasó una mano por el rostro demacrado.
-Sí, ángel, tenemos que hacerlo -dijo en voz baja.
-¿Qué quieres decir?
-Estoy lleno de deudas. Grandes deudas. Danny también -bajó la cabeza.
-Pero... pero mamá me dijo que la casa estaba totalmente pagada, igual que la
de la montaña. Y vosotros hacéis frecuentes viajes, y me ayudáis con el alquiler y... -
_____ trató de pensar en más pruebas que desmintieran la declaración que ella no
quería escuchar. ¿Sus padres endeudados?
La sola idea produjo temblores en gran escala a través de los cimientos mismos de
su seguridad.
-Tuve que hipotecar la casa... las dos casas, para seguir en el negocio -dijo su padre,
mirándola con expresión resignada-. Tu madre no lo sabe y será mejor que no se
lo digas.
-Pero, ¿cómo? ¿Cómo sucedió eso?
Él suspiró y miró de nuevo hacia el pasillo.
-Esto y aquello. Yo iba bien, pero no tan bien como hubiera querido. Tu madre
se merecía cosas... viajes y mejores ropas. Luego Danny se casó con Gwen y
naturalmente decidió que Gwen necesitaba cosas, también. Me pidió mayor salario,
después uno mayor todavía. Empecé a dejar más y más responsabilidad del negocio a
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Danny, por el alto sueldo que estaba recibiendo -sonrió débilmente-: entonces,
tuve tiempo disponible, y tu madre quería más viajes.
_____ se encogió al pensar en el dinero que ella había aceptado para sus estudios,
la cantidad mensual que su padre le daba y que le ayudaba a pagar la renta, el Corvetee
rojo que era un lujo más allá de las posibilidades de su padre, pero que le había regalado de
todas formas.
-Deberías habérmelo dicho. Yo hubiera podido pagar mis estudios. Escucha, no
es demasiado tarde. Tal vez no ayude mucho, pero puedo empezar a pagarte lo que
has gastado en mí.
-¡No!
La rotundidad de la respuesta de él la asombró tanto que guardó silencio.
-Estoy más orgulloso de haberte podido dar una carrera universitaria que de
cualquier otra cosa que haya hecho nunca -dijo, mirándola furioso-. No me quites
eso. Te he empujado hasta ahí, ángel, te he llevado más arriba que todos nosotros,
y pase lo que pase, esa educación es tuya. ¡Te la ganaste! -su voz tembló al agregar-
Excepto que ahora quieres a un maldito obrero.
_____ recibió de buena gana el discurso de su padre, porque le permitió reunir sus
ilusiones destrozadas. Ella había pensado, al enfrentarse a él y a sus prejuicios, que
estaba luchando contra alguien protegido por el éxito material y la satisfacción de haber
logrado un lugar seguro para sí mismo en su familia. En cambio, el mundo de su padre
estaba a punto de venirse abajo y en un desesperado intento de evitar eso, él había
hipotecado no sólo sus propiedades, sino su integridad.
Ella no había comprendido que el que financiara a escapatoria de ella del mundo
de los trabajadores era su único motivo real de orgullo. Con razón él había
reaccionado con tanta fuerza cuando ella amenazó con privarlo de ese consuelo, a
través de su relación con Joe. Durante años había sentido el peso de los sueños que su
padre tenía para ella, pero nunca la habían oprimido, hasta ahora.
_____ avanzó y tocó su brazo.
-Agradezco todo cuanto has hecho por mí. Disfruté cada minuto de mis estudios y
el ser ahora profesora es enormemente satisfactorio. No pienso renunciar a eso.
Él la miró, como si quisiera creerla.
-¿Y qué me dices de Tucker?
-Me temo que Joe y yo hemos terminado -dijo y vio la expresión de triunfo de su
padre--. Pero si él cambiara de opinión y me aceptara de nuevo, correría sin titubeos a
sus brazos -añadió en voz baja-. Lo amo, papá.
El triunfo de su padre desapareció.
-No es el tipo de hombre que quiero para ti, ángel.
-Sí, sí lo es. Sólo que no te das cuenta de ello, eso es todo. Joe es inteligente,
bueno, creativo y honrado. También es muy valiente. Hay muchos hombres con
títulos universitarios, que yo conozco, a los que no podría describir así -le apretó el brazo y lo
miró a los ojos-. Después de todo el dinero que gastaste para mejorar mi intelecto,
deberías escuchar lo que he aprendido -dijo con una leve sonrisa-. Y he aprendido que no
puedes juzgar a alguien por el número de años que ha pasado en el colegio.
La expresión de él reflejaba la tremenda lucha que estaba teniendo lugar en su cabeza.
-Yo quiero un tipo que te valore, que te dé cosas bonitas -insistió testarudo.
-Papá, las mejores cosas que un hombro puede darme son lealtad y devoción, y
he descubierto que eso no tiene nada que ver con los títulos universitarios. He
conocido personas este verano que me hacen sentirme orgullosa de ser su amiga. Y yo
misma tendré que ser muy especial para estar a su altura.
-¡Bah! Esos patanes no...
-No son patanes. Bueno, conozco a un patán -corrigió, al recordar a Jake-, pero la
mayor parte es gente sensacional. No permitas que la admiración que sientes por la
educación te ofusque, papá.
Lo vio luchar con sus prejuicios. Él adoraba la educación universitaria porque nunca la
tuvo. Y ella había adoptado muchas de sus actitudes, que era una de las razones por la que
no se atrevía a maltratar un libro. Ese verano le había abierto los ojos a sus propiás
ideas preconcebidas.
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-Sabes, esto no tiene mucho sentido -dijo su padre por fin-. Has pasado muchos
años estudiando y ahora me dices que lo que has aprendido es que la educación no
importa nada. ¿Eso es lo que te mandé a estudiar?
A pesar de sí misma, _____ sonrió.
-La educación importa -dijo-. Lo que pasa es que no es la única cosa que
importa. Es todo lo que estoy diciendo. Y no aprendí eso en la universidad. Lo
aprendí este verano, trabajando en un bar.
-Huum. Ese bar -inspeccionó su vestuario de nuevo-. Dos títulos
universitarios y andas por ahí vestida como una... vestida así. Es una vergüenza,
ángel.
-A mí también me desagrada esta ropa, papá, si esto te hace sentirte mejor.
-No mucho. Todos esos tipos que te miran... hizo una mueca
-Siempre ma han tratado con respeto.
-¡Y más les vale que lo hagan...! Si supiera que uno de ellos...
-No te preocupes -dijo _____, pensando que sus días en el bar habían concluido, de
todas formas.
-Se me acaba de ocurrir algo -dijo su padre, como si siguiera el curso de los
pensamientos de ella-. Si los hombres te vieron subir a la ambulancia con Danny, ¿no
sospecharán quién eres?
-Supongo que estas alturas todos saben quién soy. Se lo dije a Mike, así que con toda
probabilidad él hizo correr el rumor. Ése es el fin de mi proyecto para este verano.
Su padre movió la cabeza.
-Yo sabía que iba a resultar un desastre -comentó, pero su tono era más ligero.
_____ se acercó y besó su mejilla arrugada.
-Ha sido parte de mi educación.
-Huum -repitió su padre y bajó la mirada hacia ella. La ternura acostumbrada volvió a
brillar en sus ojos-. Así que ese tipo por el que estás loca, ese Tucker, ha pasado a la
historia, ¿eh?
-Eso creo -_____ desvió la mirada, cuando el dolor la invadió de pronto.
-¿Quieres que hable con él?
Asombrada, ella observó la expresión de su padre, para ver si lo decía en serio. Y lo decía
muy en serio.
-¡Oh, papá! -lo abrazó, con un nudo en la garganta a causa de su inesperada y
generosa oferta. La había estado escuchando-. Eres maravilloso -dijo, mirándolo a la cara-. Y
si yo pensara que eso serviría de algo, te tomaría la palabra. Pero no creo que el hablar
contigo le hiciese cambiar de opinión. Es un gran tipo, pero también es... bueno, testarudo.
-Entonces, tal vez sea mejor que no te comprometas con él. Ya tenemos demasiados
testarudos en la familia, incluyéndote a ti.
_____ lo abrazó de nuevo.
-Eso es verdad -se detuvo-. ¿Qué vas a hacer? preguntó titubeante-. Respecto al
dinero, quiero decir.
Su padre suspiró.
-Vamos a tener que hacer algunos cambios. Voy a trabajar de cerca con Danny, para
asegurarme que haga los cambios adecuados y ponerlo de nuevo en el buen camino.
Espero que no perdamos dinero en este trabajo, pero si lo perdemos, no hay remedio. Él va
a tener que frenar a Gwen, va a tener que dejar de gastar tanto dinero en ella. Y yo...
supongo que será mejor que le diga algunas cosas a tu madre.
-Ella te apoyará, papá.
-Sí, lo sé. Es toda una mujer. Cuando me estabas diciendo esas cosas de lealtad y
devoción, pensé en ella. Creo que sé de lo que estás hablando.
-Me imaginé que lo sabrías, si tú mismo te dabas la oportunidad -miró por encima del
hombro de él, al ver salir a una enfermera de la sala de urgencias y llamarlos con una señal.
-Creo que ya podemos llevarnos a Danny a casa.
-Estupendo --caminó junto a ella por el pasillo-. Iremos a casa y tendremos una
buena comida. Eso siempre...
-Papá, no puedo.
-¿Por qué no?
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-Si no te importa, me gustaría que me dejaras en Suds y Subs.
-¡Claro que me importa...! ¿Por qué volver ahora? Esos hombres te van a hacer pasar
un mal rato.
-Tal vez, pero les debo una explicación
-¡Claro que me importa...! ¿Por qué volver ahora?
-¡No les debes nada en absoluto! No vuelvas, ángel.
-Tengo que hacerlo, papá. Si tú no me llevas, tomaré un taxi.
Su padre lanzó un bufido.
-No me vengas con ésas. Yo te llevaré -la miró y suspiró-. Como te he dicho, hay
demasiados testarudos en esta familia.
Por primera vez desde el día en que había sido contratada, _____ entró en el bar por la
puerta principal. Mónica la vio inmediatamente y corrió hacia ella.
-¿Cómo está tu hermano? -preguntó en voz baja.
-Bien, pero, ¿para qué hablar en voz baja? Todos saben ya el secreto, ¿no?
-Nadie lo sabe, a menos que tú se lo digas -aseguró Mónica-. Joe no ha dicho nada y
yo le advertí a Mike que le rompería la crisma si se lo decía a alguien. Hasta donde yo sé,
no lo ha hecho.
_____ se detuvo.
-¿Y qué van a pensar que abrazase a Danny y me fuera con él?
-Si alguien me lo pregunta, voy a decirles que estás estudiando sicología en la
universidad y que sabes cómo manejar los estados de shock, como el estado en que
estaba el niño Danny después de caer.
A pesar de la agitación que le producía estar allí, en la misma habitación que Joe, _____ no
pudo menos de sonreír ante la imaginación que estaba demostrando Mónica.
-Así que puedo seguir como antes, con el estudio y todo lo demás.
-Así es -Mónica pareció satisfecha consigo misma-. Todo está arreglado.
_____ miró a su alrededor, el salón lleno de humo y de la gente que ella había
aprendido a querer. Mike, que debía estar ardiendo en deseos de compartir con los
demás su descubrimiento, le guardaría el secreto, al igual que Mónica, a pesar de su
natural afición al chismorreo. Y Joe. Ella no tenía la menor duda al respecto. Joe jamás la
traicionaría.
Volvió la mirada a Mónica.
-Gracias por protegerme -dijo-. Nunca lo olvidaré.
-Para eso están los amigos.
-Lo sé -_____ respiró hondo-. Por eso se lo voy a decir a todos, de cualquier
modo.
-¿Vas a hacer eso? -Mónica la miró desolada- Y luego supongo que renunciarás al
trabajo.
-Si eso es lo que quieren todos que haga, lo haré.
-Oh, Em.
-Tengo que decírselo, Mónica. Son mis amigos, y no puedo seguirlos engañando más
tiempo.
-Pero tú eres investigadora, ¿no?
-Prefiero ser un ser humano.
Mónica sacudió la cabeza.
-Caramba, me siento muy confundida.
-No te preocupes -_____ rodeó con un brazo los hombros de su amiga-. Nos pasa a
todos, especialmente a mí. Esta vez, sin embargo, no estoy confundida.
Fue hacia la barra y pidió a Bailey un vaso y una cuchara. Luego se dio la vuelta y golpeó
el vaso con la cuchara hasta que todos en el bar dejaron de hablar.
-Siento mucho interrumpir vuestro descanso, especialmente hoy, cuando estoy segura de
que todos necesitáis relajaros un poco -dijo y la mayor parte de los hombres se echó
a reír-. Pero hay un par de cosas que quiero que sepáis -se detuvo un momento y
entonces continuó-: Primero. Yo acepté este trabajo porque soy profesora de sociología
en la Universidad de Arizona y pensaba escribir un documento sobre cómo los
trabajadores del hierro interactúan unos con otros, después del trabajo.
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Miró primero a los hombres que no conocía muy bien, porque le era más fácil, y
al notar que muchos de ellos no comprendían lo que estaba diciendo, añadió:
-En otras palabras, mi estudio era sobre los patrones en los que caéis cuando
venís aquí... los líderes, los bromistas, cómo todos elegís siempre el mismo sitio para
sentaros...
-¿Estás estudiando eso? -preguntó en voz alta un hombre del lado del bar que
atendía a Mónica-. ¿A quién diablos le importa una cosa así?
-A los sociólogos -contestó _____-. Quieren saber cómo se relaciona la gente y
por qué.
-Eso me suena como lo que hizo esa señora que se fue a la selva a estudiar a
los gorilas -dijo otro hombre. Su comentario fue seguido por unas risillas inquietas.
-Supongo que sí -admitió _____-, y después de haber trabajado aquí por algún
tiempo y de haberme hecho amiga de muchos de vosotros, he decidido que os debo la
cortesía de deciros lo que estoy haciendo, en lugar de ocultarlo.
Los hombres murmuraron entre ellos por unos segundos, antes de que Rooster
hablara por primera vez.
-¿Y quieres seguir haciendo este estudio?
-Pienso que eso depende de vosotros -miró a Bailey-. Y de mi jefe, por
supuesto.
Bailey parecía un poco atontado.
-A mí ni me importa, supongo -dijo por fin-. Mientras sirvas las bebidas sin
derramarlas.
Varios de los hombres se rieron y siguieron más murmullos, antes de que alguien
sugiriera que sometieran a votación si querían o no que _____ siguiera con su proyecto.
-Antes de que lo hagáis, será mejor que oigáis otra cosa que tengo que
deciros -exclamó _____. Tragó saliva. Esa parte sería más difícil, mucho más.
-Bueno, pues dila de una buena vez -la apremió Rooster, impaciente.
-La mayoría de vosotros sabéis que me llamo _____ Johnson -dijo mientras le
empezaban a sudar las manos. Se permitió mirar hacia Joe, esperando ver una
expresión pétrea. En cambio, estaba sonriendo. ¡Sonriendo! Continuó con valentía,
enviando su confesión directamente hacia Joe-. Soy la hija de Dan Johnson -
concluyó.
Esa vez el salón se quedó sumido en el silencio total. Varias bocas se quedaron
abiertas y muchos pares de ojos la miraron con intensidad hostil.
-Supongo que ya no tenemos que votar -dijo alguien-. No queremos a un
Johnson aquí.
Siguieron varios murmullos de confirmación.
_____ bajó la mirada. No podía haber esperado otra reacción, considerando el ánimo
de los hombres ese día. En el curso del tiempo, cuando su furia se hubiera
disipado un poco, después de que su padre hiciera los cambios que le había
prometido, habría encontrado una respuesta diferente. Pero ella no podía esperar
días, tal vez semanas enteras. Por su propio bien, tenía que acabar con el engaño
en ese momento.
Entonces la voz de Joe rompió el pesado silencio.
-Esperad un momento.
_____ levantó la mirada sorprendida. Joe caminaba hacia ella, con el rostro todavía
manchado de mugre y sudor, con la camisa rota por el accidente. Era el hombre más
guapo que había visto en su vida.
Se puso de pie junto a ella y se volvió hacia sus compañeros.
-Antes de que decidáis echar a _____ de aquí, debéis saber que ella estuvo siempre
de parte nuestra. Se enfrentó a su hermano y le dijo que hiciera cambios, y cuando él no
quiso hacerlos, llamó por teléfono a su padre y lo hizo interrumpir sus vacaciones para que
volviera a casa.
-Oye, Comelibros, ¿por qué íbamos a creerte? -preguntó un hombre-. A ti te
gusta la chica. Dirías cualquier cosa por ella.
-Cuidado con esa boca -dijo Mando, poniéndose de pie para colocarse junto a Joe-.
No llaméis mentiroso a mi amigo.
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-Es verdad -intervino Rooster, caminando para colocarse al otro lado de _____-. Y
esta chica a mí me parece muy bien. Y no me importa si está emparentada con el diablo
mismo.
-Eso es muy posible -gritó alguien, con el acompañamiento de más risas.
-Yo estoy de parte de ella también -dijo Smiley, dejando el reservado para ponerse
junto a ellos.
-Y yo -añadió Al, siguiendo su ejemplo.
-Lo mismo digo -Mike se unió al grupo creciente que rodeaba a _____.
_____ se sintió emocionada.
-Gracias -dijo con voz ahogada.
-Oh, dejémosla que siga aquí -opinó alguien del lado del bar que atendía Mónica.
-Sí -acordó otro-. Ya se ha hablado demasiado y es hora de que sigamos con
nuestros tragos.
Después de un coro de confirmaciones, Joe se volvió hacia _____.
-Creo que ya tienes la respuesta.
Ella no pudo hablar. Se limitó a mirarlo y a rogar que la expresión que veía en sus ojos
significara lo que ella esperaba que significara.
-Acabo de hablar con Bailey y aceptó darte libre el resto de la noche -murmuró
Mónica, acudiendo a su lado-. Aquí tienes tu bolso -dijo, poniéndolo en la mano de
_____-. Si yo fuera tú, saldría corriendo de aquí, antes de que cambiara de opinión.
_____ volvió la mirada hacia Joe, con expresión interrogante.
-¿Tú querrías...?
-Sí -dijo él y la guió hacia la puerta.
Cuando salieron, las sombras de la tarde, proyectadas por los altos edificios, cubrían la
calle casi totalmente desierta, pero el aire pendía polvoriento y caliente alrededor de ellos.
La reacción a todo lo que había sucedido empezaba a hacer que _____ sintiera las rodillas
como si fueran de goma, y se alegró de que Joe sostuviera con firmeza su brazo.
-Iremos en mi coche -dijo, impulsándola hacia la obra.
Ya frente a la construcción, ella redujo el paso y miró hacia el piso número veinte.
-Joe, estuviste a punto de...
-Pero no sucedió nada -la interrumpió él, rodeando la cintura de ella con un brazo,
para pasar deprisa frente al gigantesco esqueleto-. Eso es lo unico que importa. En
cuestión de segundos estaba en el coche de él, avanzando hacia el norte, hacia el
apartamento de ella. Él tomó su mano y la apretó con fuerza entre la suya.
-Gracias por defenderme en el bar -empezó a decir ella, todavía no muy segura de
cuál era la posición de él-. Estaban listos para condenarme por mi apellido.
-Sí, bueno, yo lo comprendía. Hubo una vez en que yo pensaba lo mismo que ellos.
-Pero, ¿ya no?
-No, ya no.
-Debido a mi confesión en el bar, ¿no es cierto? Te vi sonreír.
Él la miró.
-¡Caramba, eso fue sensacional! Me sentí muy orgulloso de ti. Pero no, no fue eso.
Yo... aun si no hubieras vuelto al bar, yo habría venido a buscarte esta noche. Estaba
dispuesto hasta a ir a la casa de tus padres, si era necesario.
-¿Lo hubieras hecho,
-Sí. ¿Sabes? Cuando te vi abrazando a Danny, consolándolo, algo estalló en mí.
Comprendí cuánto lo querías y cuánto querías a tu familia. Tu amor por ellos tiraba de ti
hacia un lado... y yo estaba tirando hacia el otro.
-Sí -admitió ella, con el corazón henchido.
Él entrelazó los dedos en los de ella y se llevó su mano a los labios.
-En cierta forma -dijo, besándole las yemas de los dedos- estabas pasando
emocionalmente lo que yo había pasado en un plano físico, cuando estuve a
punto de partirme en dos. Con razón no querías decirme quién eras y exponerte a ese tipo
de dolor.
La tensión se fue disolviendo en ella con cada palabra de comprensión y se relajó contra
el asiento.
-Oh, Joe.
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-Por lo que a mí respecta, la guerra ha terminado -continuó él-. Pretendo hacer las
paces con tu familia y espero que estén dispuestos a aceptar de mis manos la rama de
olivo.
-Creo que lo harán -contestó ella, apoyando la cabeza en el asiento y volviéndose
para mirarlo con adoración-. Después de todo, trataste de salvar la vida de Danny.
-No sabes lo que sentí, cuando pensé...
Ella oprimió su brazo.
-No pensemos en eso ahora. Lo peor no sucedió.
-Pero estuvo muy cerca de suceder. Demasiado cerca.
-Lo sé -_____ frotó su brazo.
-Él está realmente bien, ¿no?
-Sí. Y una vez que se le haya pasado el susto, dentro de algunas horas, estará
mucho mejor. Por cierto, tuve una conversación con mi padre en el hospital y, aunque tú
no lo creas, se ofreció a interceder por mí para que me perdonaras.
Joe se echó a reír, sorprendido.
-¿De verdad?
-Sí, y le dije que eras demasiado testarudo para escucharlo.
-Sí, es verdad que lo era. Pero ya no. Tu padre y yo vamos a ser amigos; _____. Estoy
decidido a que eso suceda.
_____ se rió feliz.
-Entonces supongo que así será. Estoy aprendiendo deprisa lo decidido que eres.
-Qué bien, porque también estoy decidido a que nos casemos este verano.
El pecho de ella se contrajo
-¿Este verano?
-¿Es demasiado pronto? ¿Crees que tus padres...?
No -dijo ella mientras la alegría se sobreponía a todas las demás reservas-. Con
toda probabilidad no habrá problemas con ellos. De cualquier modo, ésta es nuestra
decisión. Su opinión no importa realmente -sonrió al comprender la verdad que había en esa
declaración-. ¡No importa! ¿Sabes lo que significa que yo diga eso?
-Sé lo que significa para mí -declaró él, volviendo a apretar su mano-. ¡Dios mío, cuánto
te amo!
-Y yo a ti. Pero, Joe, ¿estás seguro de que podemos casarnos ahora? Pensé que
querías esperar hasta que se licenciara tu hermano.
-No puedo -dijo él, sonriendo-. Te quiero demasiado. Y nos las arreglaremos
financieramente, aunque siga ayudando a Curt y a mi madre... si renuncio a mis ideas
grandiosas sobre cómo viviremos.
-Joe, e so no...
-Sí, pero yo quería que fuera perfecto... una casa, buenos ingresos, todo. Por fin
comprendí que el tenerte conmigo todos los días es bastante perfecto. No quiero más. Así
que, ¿tú qué dices?
-¡Yo digo sí! No me importa dónde vivamos, lo que comamos, ni qué clase de coche
usemos. Sin duda, tú debes saber eso a estas alturas.
Entró en la zona de aparcamiento del conjunto de edificios donde estaba el apartamento
de ella.
-Sí, lo sé -dijo él, aparcando el coche y sonriéndole-. Por fin lo sé.
-El sol se está poniendo -murmuró _____-. ¿Quieres quedarte aquí a verlo?
-No -contestó él, cuando llegaron a la puerta.
Ya en el dormitorio de ella, Joe titubeó por primera vez desde que salieron del bar.
-Debo darme una ducha... -comentó-, después del día que he tenido y la forma
en que...
-No te atrevas a hacer eso.
Terminó de desnudarse y abrió la ropa de la cama.
-Pero, _____.
-¿No comprendes, hombre sucio, sudoroso y maravilloso? Te amo así. Ahora, quítate
esa ropa y ven a la cama.
-Sí-í-í, señora -dijo él con lentitud, siguiendo sus órdenes y acostándose junto,a
ella-. ¿Algo más, señora?
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-Bésame.
-,En algún lugar especial?
-En todo lugar especial.
-Eso puedo hacerlo.
_____ suspiró mientras él cubría sus senos de besos. Los ojos de ella se nublaron de
lágrimas ante el tierno contacto de sus manos, manos que en otras ocasiones podían
cerrarse como tentáculos sobre gigantescas vigas de hierro. Acarició los ondulantes
músculos de sus brazos y su espalda y sintió la fuerza que era capaz de colocar esas vigas
en su lugar... o de salvar una vida.
-Eres tan valiente -murmuró ella.
Él siguió besándola hasta llegar a sus labios y la miró a los ojos.
-No más que tú.
-Yo no soy valiente.
-Ah, claro que lo eres -rodeó su rostro con una mano-. El revelar esta tarde tu
identidad... requirió mucho valor.
-Sí, pero te tenía a ti ahí. Cuando estabas en el piso veinte, estabas solo.
-No. Tú estabas conmigo -la miró con intensidad a los ojos-. Cuando todo pasó,
comprendí que siempre lo estarías, sin importar lo mucho que intentara alejarte de mí.
Estaba librando una batalla perdida, al tratar de no amarte -frotó la nariz contra el
cuello de ella.
-Me alegro de que hayas perdido la batalla -murmuró ella, estremeciéndose de
placer bajo el asalto de sus labios.
-No fue una batalla muy larga -susurró él entre un beso y otro.
-Ni tampoco lo será ésta -contestó _____, jadeante-. Por favor, Joe... ámame.
-Te amo.
-No, ahora. Tú sabes...
-Sí, lo sé -dijo Joe, deslizándose junto a -ella y sonriendo con picardía-. Después de
todo, ése es mi trabajo... hacer buenas conexiones.
-Demuéstramelo.
-Con tanta frecuencia como tú gustes -musitó él, moviéndose sobre ella, para
unirlos en un candente esplendor.

FIN