Capítulo 18
EL
lunes por la mañana Joe llegó al trabajo justo a tiempo, para que ni Danny ni
su
padre
tuvieran una razón válida, como la impuntualidad, para despedirlo. Había
metido su informe para la OSHA en la cartera.
Lo llevaría a la oficina que esa agencia
del gobierno tenía en el centro de la ciudad,
esa tarde después de trabajar.
Durante el día funcionó como en estado de
trance, como un robot. No se permitía a sí
mismo pensar en otra cosa más que en el
hierro que estaba manipulando y en el informe
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que entregaría cuando terminara de trabajar.
Sólo tuvo una conversación en todo el
día, cuando Smiley le dijo que Jake iba a
recoger ese día su sueldo, a la hora en que
terminaba la jornada, porque se iba
definitivamente de la ciudad. Por lo demás, Joe no
habló con nadie y sus amigos respetaron su
silencio. Durante la hora del almuerzo se
retiró del grupo y se hundió en la lectura de
Guerra Paz, de León Tolstoi.
Los hombres atribuían su actitud taciturna al
riesgo que estaba corriendo de perder
su trabajo con la entrega del informe. Los
dejó pensar lo que quisieran, pero su
trabajo ya no le importaba nada. Si
Construcciones Johnson lo despedía, como era lo
más probable que hicieran, encontraría
trabajo fuera del estado y enviaría el dinero
necesario a su madre y a su hermano. A Joe siempre
le había encantado Tucson, incluso
durante el caluroso verano; pero desde el
viernes anterior la ciudad había perdido su
atractivo para él.
Ya cuando iban a salir, Mando se atrevió a
hacer la primera pregunta personal del día,
cuando Joe y él estaban guardando sus
herramientas.
-¿Irás a Suds y Subs después de entregar el
informe? -preguntó en tono casual.
-No -Joe convirtió su mente en un espacio en
blanco y se negó a pensar en el bar y
en la persona que trabajaba allí.
-Los muchachos te quieren invitar a un trago.
Piensan que es lo menos que pueden
hacer, teniendo en cuenta lo que tú estás
haciendo por ellos.
Joe miró a su amigo.
-No puedo, Mando -dijo simplemente.
Mando lo observó por un largo momento.
-Es esa mujer, ¿verdad?
Joe comprendió que nadie más que Mando se
habría atrevido a hacer una pregunta
así, ni habría tenido la suficiente agudeza
para dar en el blanco.
-Sí, es ella -admitió, y desvió la mirada,
avergonzado de la angustia que había en su
voz.
Mando se quitó las gafas y se limpió el sudor
de la cara.
-Ven a tomar un trago, entonces -insistió-.
Para cuando tú llegues, ella se habrá
ido.
Joe lo miró fijamente.
-¿Qué?
-Rooster, Smiley y yo haremos que la
despidan, simple y llanamente -Mando
chasqueó los dedos.
Joe frunció el ceño y miró hacia otro lado.
-No, no quiero que la despidan. Ella necesita
el trabajo.
-¿Qué te importa eso? -Mando levantó su
cartera.
Joe bajó la mirada hacia los tablones que
formaban el suelo, sin poder contestar a la
pregunta. No debía importarle si sus amigos
querían que _____ fuera despedida o no. El
que ella saliera del bar simplificaría su
vida considerablemente.
-Escucha -dijo Mando-. Si ella te ha buscado
problemas, no la queremos por
aquí. Nosotros nos encargaremos de ella.
-No, Mando -repitió Joe, incapaz de volver a
sus amigos contra _____, a pesar de
la forma en que ella lo había tratado.
-Pero...
-Dejadla en paz, demonios -dijo Joe con
aspereza y vio cómo eso ofendía a Mando,
por la expresión de su rostro-. Por favor
-añadió con amabilidad.
-Está bien, tú mandas -Mando movió la
cabeza-. Pero nunca pensé que una mujer
lograría afectarte de esta forma.
Néd sintió que le retorcían el estómago.
Sentía deseos desesperados de pegarle a
alguien, pero Mando no merecía que desquitara
su furia en él.
-Ten cuidado -le advirtió-. No estoy de muy
buen humor hoy.
-Ya lo he notado -Mando se quitó el cinturón
de herramientas-. Bueno, nos
veremos luego. Ve can Dios -empezó a andar
hacia la escalera, pero se dio la vuelta-.
Aquí viene el niño Danny -dijo en voz baja-.
Ten cuidado con lo que haces, gringo. No
vayas a cometer alguna tontería.
Joe hizo una mueca.
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-Parece que no puedo evitarlo últimamente.
-Inténtalo -sugirió Mando, y se alejó de
allí. Movió la cabeza en dirección a Danny,
antes de bajar la escalera.
Joe había estado esperando a medias una
visita de Danny todo el día, para despedirlo o
para pedirle que olvidara el informe. Joe se
quedó donde estaba y esperó a que Danny
llegara hasta él. Danny y _____ no se
parecían mucho, pensó Joe al ver acercarse al
hombre. Por otra parte, tal vez se parecían,
si uno se concentraba en la mitad inferior del
rostro, en la boca y en el mentón redondo.
Las mismas facciones en _____ eran suaves e
incitantes, pero a Danny le daban cierta
apariencia de debilidad.
-¿Tiene un momento, Tucker? -preguntó Danny,
cruzando el suelo de
tablones. Su camisa blanca estaba inmaculada.
Algo en esa camisa blanca, que no
estaba siquiera manchada de sudor, enfureció
a Joe todavía más.
-Tengo apenas un minuto disponible -contestó.
Un músculo se puso en tensión en la mandíbula
de Danny.
-Quise venir a decirle que no tendrá que
hacer ningún informe a OSHA. Anoche
hablé con mi padre y él me autorizó a comprar
cable nuevo y una dotación de gafas
de seguridad -la sonrisa de Danny pareció
forzada-. Ya sabe cómo suceden esas
cosas... errores de comunicación. Mi padre
pensaba que teníamos ese material y yo
pensaba que no podíamos permitirnos el lujo
de comprarlo. Un simple malentendido.
-¡Pamplinas! -Joe miró a Danny directamente a
los ojos y disfrutó de verlo
estremecerse.
Danny titubeó y cuando habló de nuevo, su
actitud conciliatoria había empezado a
desintegrarse.
-Están consiguiendo lo que quería, Tucker.
¿Por qué no lo acepta y se queda
tranquilo?
-Porque es demasiado poco y demasiado tarde,
Johnson -Joe abrió y cerró
los puños-. Debió haberle hecho caso a su
hermanita.
El rostro de Danny se retorció de furia.
-Mi hermana no dirige esta empresa; lo hago
yo.
-Lo cual es una lástima.
-Sí, eso es lo que le gustaría a usted, ¿no?
-Danny avanzó hacia Joe-.
Probablemente ésa era su intención desde un
principio... casarse con la hija del
jefe y hacerse cargo de la compañía.
Una nube roja invadió la vista de Joe, pero
logró contenerse.
-No lo hubiera hecho por todo el oro del
mundo -dijo.
-Oh, sí, niéguelo, pero yo sé la verdad. La
cuestión es que el plan no dio resultado -
dijo Danny en tono de menosprecio-. Mi
hermana jamás se casaría con un patán que se
gana la vida colgando trozos de hierro.
La furia de Joe hirvió como lava, pero él
hurgó en su interior y encontró la fuerza
suficiente para no golpear a aquel imbécil.
Si alguien empezaba a lanzar golpes, se juró a
sí mismo, seria Danny.
-Ella nunca tendrá esa oportunidad -dijo,
tragándose la bilis que había subido a su
boca-, porque jamás le pediré que se case
conmigo.
-¿Ah, sí? -Danny apretó los dientes.
-Así es -Joe retó al otro hombre, más bajo
que con la mirada-. No aceptaría a
su hermana ni aunque me la ofrecieran en
bandeja de plata.
Danny lanzó un golpe y Joe se agachó. El
ímpetu del golpe lanzado por Danny llevó
a éste más allá de Joe y en ese momento los
dos hombres recordaron dónde
estaban. Joe detuvo a Danny al mismo tiempo
que él abría los brazos y sus brazos se
entrelazaron en el momento en que Danny
perdió el apoyo de los pies. Con la facilidad
con que la mantequilla derretida escurre de
un cuchillo, se deslizó hacia el vacío,
haciendo caer a Joe sobre el suelo de
tablones.
El instinto de conservación impulsó al brazo
libre de Joe alrededor de un pilar,
mientras el cuerpo de Danny pendía veinte
pisos por encima de la calle. El esfuerzo de
sostener a Danny y asirse al pilar al mismo
tiempo amenazaba con partir a Joe en dos.
La sangre rugió en sus oídos y la boca le
supo a óxido. Cerró los ojos contra el dolor,
mientras Danny luchaba por sostenerse.
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Por debajo de ellos, Joe pensó que oía un
grito. Se le durmieron los dedos;
luego se le durmió el brazo y después el
hombro. ¿Seguía sujetando a Danny, o
se había precipitado al vacío y a la muerte,
como un juguete inservible?
Más gritos y el sonido de pasos que subían
golpeando con fuerza la escalera
retumbaron en el hierro. Joe resistió, pero
el peso y su brazo se movieron,
resbalaron, resbalaron otra vez... ¡Oh, Dios
mío! Un grito de agonía rasgó el aire,
cuando Danny no pudo sostenerse más y se
soltó.
La garganta de Joe se abrió en un grito de
horror, similar al de Danny, cuando
imaginó la muerte de Danny, aplastado en el
pavimento como un insecto contra el
parabrisas de un coche. _____. _____ debía
estar trabajando. _____ lo vería. Tenía que
bajar, retirarla de aquel horrible
espectáculo. De algún modo, tenía que liberar su
brazo y llegar a ella.
-Oye, hombre, tranquilo, gringo -la voz de
Mando parecía lejana, pero alguien lo
estaba ayudando a soltarse del pilar.
-_____ -gimió Joe-. Ve a ayudar a _____. Su
hermano... ella no debe verlo...
-No hay nada que ver -dijo Mando en voz baja,
ayudando a Joe a ponerse de pie.
-Danny... Danny está...
-Danny es el hijo de perra más afortunado del
mundo -declaró Mando, todavía
sosteniendo parcialmente a Joe, mientras se
dirigían hacia la escalera.
-¿No es increíble? -preguntó Rooster, que
subía saltando la escalera, hacia
ellos-. ¿Habéis visto cosa igual? ¿Cómo está Joe?
-Si no se ha dislocado nada, creo que está
bien -contestó Mando-. ¿Qué
sabes del niño Danny?
-Está sentado en la calle, llorando como un
niño. Ya viene la ambulancia, pero no va a
necesitarla.
Joe trató de librarse del zumbido de los
oídos.
-¿No está muerto?
-No, la última vez que lo vi -contestó
Rooster.
-¿Qué sucedió? -Joe se libró del apoyo de
Mando y se quedó de pie,
tambaleándose como si estuviera borracho.
-La cosa más endemoniada que he visto en mi
vida -aseguró Rooster-. Al
caer, fue a dar a una manguera de aire que
colgaba a un lado. Esa malvada cosa se
extendía hasta la calle como si fuera una
banda de hule enorme, o algo
semejante. Danny se deslizó por ella hasta
abajo y llegó como si hubiera estado en
un parque de atracciones. Excepto que a mí no
me pareció muy divertido que
digamos.
Joe miró a Rooster.
-Te lo estás inventando.
-Verdad de Dios, ¿no es cierto, Mando?
-Así es. Lo vi caer sobre la manguera de
aire, mientras yo subía en el ascensor
para rescatarte gringo.
Joe empezó a temblar de alivio.
-¿No podrías... no podríamos sentarnos en los
escalones un minuto? -preguntó al
sentir que las rodillas se le empezaban a
doblar.
-No hay problema -dijo Mando-. Yo mismo
estaba pensando en descansar un
momento.
Joe se sentó y se tapó la cara con las manos
para cubrir las lágrimas que empapaban
sus mejillas. Trató de recordar lo que había
hecho que, por fin, Danny le lanzara ese
primer golpe. Entonces recordó: su comentario
sobre _____, de que no la aceptada ni en
bandeja de plata. Danny sé había lanzado en
defensa de su hermana y había estado a
punto de morir por hacerlo. Sin embargo, las
palabras que habían enfurecido a Danny
habían sido pronunciadas por un hombre que
pretendía que amaba a _____. ¿Qué clase de
hombre haría algo así?
-Oye, gringo, se me ha ocurrido una idea
-dijo Mando-. ¿Recuerdas ese informe
que ibas a entregar?
-Sí -contestó Joe, dejando que sus manos
colgaran entre sus rodillas, mientras
mantenía baja la cara llena de lágrimas.
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-Si yo fuera tú, lo haría pedazos. Algo me
dice que no vamos a necesitar a la gente
de OSHA para enderezar a nuestro niño Danny.
-Es cierto -opinó Rooster, sentado al otro
lado de Joe-. Oí que lloraba hablando de
rieles de protección, porque si hubieran
estado en este piso, él no habría caído. Ese
muchachito se ha dado al fin cuenta de la
verdad. La descubrió por el camino difícil, pero la
descubrió. Así que, ¿para qué vas a arriesgar
tu empleo inútilmente?
Joe suspiró.
-Supongo que tenéis razón.
-¿Te sientes con fuerzas para bajar ahora?
-preguntó Mando.
Joe lanzó un profundo suspiro.
-Creo que sí.
-Iré delante -se ofreció Rooster- y pediré
que vayan sirviendo los tragos. No sé
cómo os sentiréis vosotros, muchachos, pero
yo tengo una sed endemoniada.
Mando miró a Joe cuando Rooster se fue.
-Hablando del bar y de cierta mujer que
trabaja allí, ¿me puedes explicar lo que
estabas diciendo cuando te solté? Me pareció
oír que _____ es la hermana del niño Danny.
¿Es cierto?
Joe miró a Mando.
-¿Puedes olvidar lo que dije? Me juré a mí
mismo que no se lo diría a nadie, pero
supongo que cuando pensé que Danny estaba
muerto...
-Claro que puedo olvidarlo. Puedo olvidar
cualquier cosa -Mando se rascó la barbilla-.
Pero no puedo evitar pensar que ella es espía
de su viejo, y eso no me gusta.
-No, eso no es verdad -Joe se frotó los
doloridos ojos-. Escucha, Mando, si yo te
digo lo que está haciendo en el bar, tienes
que jurarme que no se lo dirás a nadie.
Mando se mostró ofendido.
-Está bien, perdóname. Ya sé que tú no eres
un bocazas -continuó Joe-. Te diré la
verdad: _____ es profesora universitaria de
sociología, y está escribiendo un documento
sobre la interacción social de tos
trabajadores del hierro.
--¿De veras? -Mando frunció el ceño-. ¿Acción
social? ¿Cómo puede hacerlo, si casi
no hay mujeres en ese bar?
-No, no ese tipo de interacción social -Joe sonrió
levemente-. La que se realiza entre
nosotros, los hombres que trabajamos juntos.
-Óyeme, espera un momento, hombre...
-Me refiero a la amistad, Mando, la amistad
-dijo Joe con rapidez.
Mando dejó escapar el aliento.
-Fiuu, por un segundo pensé que estábamos
hablando de los hombres a los que les
gustan los hombres.
-No.
-¡Menos mal! -Mando movió la cabeza de un
lado a otro-. ¿Cuánto tiempo hace
que sabes esto? -preguntó, mirando a Joe.
-Bastante. Pero no supe que era la hija del
viejo Johnson hasta el viernes, cuando por fin
usé la cabeza para reunir cierta información
y sacar conclusiones.
-Empiezo a comprender. Estás enfadado con
ella porque no te lo dijo.
-No creo que enfadado sea la palabra
correcta, Mando. Me siento traicionado.
Mando se quitó el casco y se rascó la cabeza.
-Sí, bueno, eso lo entiendo bien -miró a Joe-.
Pero yo estaba aquí cuando pensaste
que su hermano había muerto, y puedo decirte
algo, gringo. La llevas todavía en la sangre...
y en el corazón.
Joe lo miró fijamente, sin saber qué decir.
-Tengo otra idea -continuó Mando.
-¿Cuál?
-Vamos al bar, a tomar un trago con los
muchachos. La verás y arreglarás las cosas, de
un modo o de otro. Por el momento, estás
huyendo del problema. Y no me gusta verte
hacer eso, amigo. Tú no eres así.
Joe pensó en lo que Mando había dicho
-Creo que tienes razón otra vez -contestó por
fin.
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Cuando la sirena de ambulancia se acercó lo
suficiente como para preocuparlas,
Mónica y _____ se volvieron a mirarse una a
la otra y en tácito acuerdo fueron hacia la
puerta del bar.
-Probablemente fue una colisión de coches
-dijo Mónica por encima del hombropero
será mejor que me asegure. Estoy furiosa como
un demonio con Jake, pero no me
gustaría que se matara en un accidente de
trabajo. Hoy es el último día que va a estar
aquí.
-No queremos que nadie se mate -dijo _____,
luchando contra lo que tal vez era un
temor innecesario-. Pero estoy segura de que
tienes razón. Debe ser un accidente de
tráfico.
-Sólo que no oí ningún frenazo, ni choque.
-Yo tampoco.
Mónica empujó la pesada puerta de madera y la
sostuvo abierta para _____.
-¡Dios mío! -murmuró, protegiéndose los ojos
del sol-. Hay una multitud en la
construcción.
Empezó a correr tan deprisa como le fue
posible con sus tacones altos, y _____ la
siguió. En pocos minutos las zancadas de
piernas más largas de _____ dejaron a Mónica
atrás.
_____ tropezó una vez en una hendidura del
pavimento, pero logró recobrar el equilibrio
y continuó corriendo. «Es una pesadilla»,
pensó. «La gente siempre corre así en las
pesadillas, y entonces despierta.» Pero no
estaba dormida. El calor del pavimento era
demasiado intenso, el gemido de la sirena
demasiado real, cuando la ambulancia cruzó
entre la multitud y se detuvo frente a la
construcción.
_____ se abrió paso hasta la orilla interior
del círculo de curiosos, más allá de los miembros
de otros oficios de la construcción y de
gente de las oficinas cercanas. Oyó algunos
comentarios al pasar.
-Fue un milagro -dijo una mujer vestida con
traje sastre.
-Va a hacer historia -añadió un carpintero.
«Nadie está muerto», pensó, pero eso no puso
fin a las vueltas que daba su estómago.
La muerte era lo peor, pero quedaban las
lesiones permanentes, la parálisis, la
desfiguración. «¿Quién? ¡Dios mío! ¿Quién?»
Se puso tensa, preparándose para el
encuentro de una horrible realidad y entonces
enfocó su atención en el lugar donde se
estaban reuniendo los enfermeros. Sintió el
corazón en la garganta cuando vio a Danny
sentado en el suelo, con el rostro en las
manos.
Parecía pequeño e incongruente sentado allí,
pensó en esa fracción de segundo,
acurrucado y desolado.
-¿Qué ha pasado? -preguntó _____ a la persona
más cercana a ella.
-Cayó desde lo alto, pero se detuvo en una
manguera de aire, que lo bajó con toda
suavidad. Salió sin un rasguño, pero entonces
se derrumbó.
_____ reconoció la voz y comprendió que era
Mike quien hablaba.
-¿Nadie más resultó herido?
-Creo que no. Comelibros intentó sujetarlo,
pero supongo que el niño Danny no
logró sostenerse de él.
-Joe... -murmuró _____ y sintió que se le
dormía el cuerpo. Pudo haberlo arrastrado. La
manguera de aire no hubiera podido detenerlos
a los dos.
-Rooster dice que Joe está bien -le aseguró
Mike-. No te asustes. Pronto
estaremos todos bebiendo y riendo. No te
preocupes.
Mónica se apretó junto a ellos, jadeante.
-¿Qué es? -preguntó, tratando de ver a través
de la gente que le bloqueaba la
visión-. ¿Qué ha pasado?
-Danny estuvo a punto de... matarse -dijo _____
con voz temblorosa-. Cayó, pero
una manguera de aire lo salvó. Creo que está
bien.
Mónica la tomó del brazo.
-¡Oh, Em, querida!
-Joe... -_____ tragó saliva-. Joe fue quien
trató de sujetarlo ahí arriba.
-Guau -Mónica frotó los hombros de _____-.
¿Te sientes bien?
_____ asintió con la cabeza.
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-Creo que sí.
Los enfermeros estaban ayudando a Danny a
ponerse de pie. _____ lanzó una
exclamación ahogada al ver la palidez del
rostro de su hermano. Los ojos de Danny se
movían de un lado a otro, mientras forcejeaba
con los enfermeros, tratando de librarse
de ellos.
-No, no quiero ir al hospital -decía Danny,
negando con la cabeza-. Suélteme...
quiero ir a mi casa.
-Usted ha sufrido una tremenda impresión,
señor Johnson -dijo una mujer
uniformada-. Creo que sería mejor que lo
examinara antes un médico.
-No -Danny levantó una mano temblorosa para
apartar a un lado a la mujer-. Sólo
necesito... -su mirada que iba de un lado a
otro, se detuvo en _____ y lanzó un sonido
extraño, sollozante.
Sin pensarlo, ella respondió a su muda
súplica.
-Déjenme pasar -di jo, retirando a Mike.
-Espera, _____ -dijo Mike, sujetándola del
brazo-. Tú no tienes nada que ver con...
-Claro que sí -se soltó de Mike-. Soy su
hermana.
-¿Su hermana?
_____ no se molestó en contestar y se
precipitó hacia delante, para rodear con sus
brazos a Danny.
-Espere un momento -gritó uno de los
enfermeros-. Este hombre está en estado de
shock.
-Es mi hermano -dijo _____-. Permítanos un
momento, por favor.
Danny temblaba como un conejillo acorralado,
y ella lo abrazó y repitió las frases de
consuelo que usaban entre ellos cuando eran
pequeños. Habían sido amigos alguna vez,
antes de que una feroz rivalidad surgiera
entre ellos y los separara. Una vez habían
compartido dulces y juguetes, libros, comics
y secretos.
En el fondo de su corazón había un amor que
se había forjado a través de años de historia
compartida y ella se entregó por completo a
ese sentimiento, mientras se preguntaba qué
papel había tenido ella en ese terrible drama
que casi había costado dos vidas. Poco a
poco, Danny dejó de temblar y se quedó
inmóvil.
_____ retrocedió y miró su rostro
descompuesto.
-Creo que será mejor que vayas con ellos,
Danny -dijo con ternura.
-Está bien -Danny parecía completamente
derrotado.
-Iré contigo, si quieres.
-Está bien.
Con un brazo alrededor de su cintura, _____
lo condujo a la ambulancia pero cuando casi
habían llegado a ella, Danny se detuvo y miró
con desesperación a su alrededor.
-¿Qué pasó con Tucker? -preguntó-. ¿Está
herido?
-Dicen que está bien... -contestó _____.
Un sexto sentido la hizo mirar hacia la
entrada de alambre, justo en el momento en que
Joe y Mando salían por ella. Por un breve segundo
se encontró con la mirada de él, pero
estaba demasiado lejos para poder leer su
expresión. Ansiaba correr a su lado, rodearlo
con sus brazos, también, y asegurarse gracias
a la sólida sensación de su cuerpo de que
no le había pasado nada. Sin embargo, temía
que él no le permitiría hacer eso nunca
más.
-Tenemos que irnos, señorita -dijeron los
enfermeros, urgiéndola a que siguiera
adelante.
-Está bien -_____ desvió la mirada y ayudó a
subir a Danny a la ambulancia. Justo
antes de subir tras él, volvió la mirada
hacia el lugar donde había visto a Joe, pero él ya
no estaba allí.