sábado, 22 de marzo de 2014

18 mundos

Capítulo 18
EL lunes por la mañana Joe llegó al trabajo justo a tiempo, para que ni Danny ni su
padre tuvieran una razón válida, como la impuntualidad, para despedirlo. Había
metido su informe para la OSHA en la cartera. Lo llevaría a la oficina que esa agencia
del gobierno tenía en el centro de la ciudad, esa tarde después de trabajar.
Durante el día funcionó como en estado de trance, como un robot. No se permitía a sí
mismo pensar en otra cosa más que en el hierro que estaba manipulando y en el informe
116
que entregaría cuando terminara de trabajar. Sólo tuvo una conversación en todo el
día, cuando Smiley le dijo que Jake iba a recoger ese día su sueldo, a la hora en que
terminaba la jornada, porque se iba definitivamente de la ciudad. Por lo demás, Joe no
habló con nadie y sus amigos respetaron su silencio. Durante la hora del almuerzo se
retiró del grupo y se hundió en la lectura de Guerra Paz, de León Tolstoi.
Los hombres atribuían su actitud taciturna al riesgo que estaba corriendo de perder
su trabajo con la entrega del informe. Los dejó pensar lo que quisieran, pero su
trabajo ya no le importaba nada. Si Construcciones Johnson lo despedía, como era lo
más probable que hicieran, encontraría trabajo fuera del estado y enviaría el dinero
necesario a su madre y a su hermano. A Joe siempre le había encantado Tucson, incluso
durante el caluroso verano; pero desde el viernes anterior la ciudad había perdido su
atractivo para él.
Ya cuando iban a salir, Mando se atrevió a hacer la primera pregunta personal del día,
cuando Joe y él estaban guardando sus herramientas.
-¿Irás a Suds y Subs después de entregar el informe? -preguntó en tono casual.
-No -Joe convirtió su mente en un espacio en blanco y se negó a pensar en el bar y
en la persona que trabajaba allí.
-Los muchachos te quieren invitar a un trago. Piensan que es lo menos que pueden
hacer, teniendo en cuenta lo que tú estás haciendo por ellos.
Joe miró a su amigo.
-No puedo, Mando -dijo simplemente.
Mando lo observó por un largo momento.
-Es esa mujer, ¿verdad?
Joe comprendió que nadie más que Mando se habría atrevido a hacer una pregunta
así, ni habría tenido la suficiente agudeza para dar en el blanco.
-Sí, es ella -admitió, y desvió la mirada, avergonzado de la angustia que había en su
voz.
Mando se quitó las gafas y se limpió el sudor de la cara.
-Ven a tomar un trago, entonces -insistió-. Para cuando tú llegues, ella se habrá
ido.
Joe lo miró fijamente.
-¿Qué?
-Rooster, Smiley y yo haremos que la despidan, simple y llanamente -Mando
chasqueó los dedos.
Joe frunció el ceño y miró hacia otro lado.
-No, no quiero que la despidan. Ella necesita el trabajo.
-¿Qué te importa eso? -Mando levantó su cartera.
Joe bajó la mirada hacia los tablones que formaban el suelo, sin poder contestar a la
pregunta. No debía importarle si sus amigos querían que _____ fuera despedida o no. El
que ella saliera del bar simplificaría su vida considerablemente.
-Escucha -dijo Mando-. Si ella te ha buscado problemas, no la queremos por
aquí. Nosotros nos encargaremos de ella.
-No, Mando -repitió Joe, incapaz de volver a sus amigos contra _____, a pesar de
la forma en que ella lo había tratado.
-Pero...
-Dejadla en paz, demonios -dijo Joe con aspereza y vio cómo eso ofendía a Mando,
por la expresión de su rostro-. Por favor -añadió con amabilidad.
-Está bien, tú mandas -Mando movió la cabeza-. Pero nunca pensé que una mujer
lograría afectarte de esta forma.
Néd sintió que le retorcían el estómago. Sentía deseos desesperados de pegarle a
alguien, pero Mando no merecía que desquitara su furia en él.
-Ten cuidado -le advirtió-. No estoy de muy buen humor hoy.
-Ya lo he notado -Mando se quitó el cinturón de herramientas-. Bueno, nos
veremos luego. Ve can Dios -empezó a andar hacia la escalera, pero se dio la vuelta-.
Aquí viene el niño Danny -dijo en voz baja-. Ten cuidado con lo que haces, gringo. No
vayas a cometer alguna tontería.
Joe hizo una mueca.
117
-Parece que no puedo evitarlo últimamente.
-Inténtalo -sugirió Mando, y se alejó de allí. Movió la cabeza en dirección a Danny,
antes de bajar la escalera.
Joe había estado esperando a medias una visita de Danny todo el día, para despedirlo o
para pedirle que olvidara el informe. Joe se quedó donde estaba y esperó a que Danny
llegara hasta él. Danny y _____ no se parecían mucho, pensó Joe al ver acercarse al
hombre. Por otra parte, tal vez se parecían, si uno se concentraba en la mitad inferior del
rostro, en la boca y en el mentón redondo. Las mismas facciones en _____ eran suaves e
incitantes, pero a Danny le daban cierta apariencia de debilidad.
-¿Tiene un momento, Tucker? -preguntó Danny, cruzando el suelo de
tablones. Su camisa blanca estaba inmaculada. Algo en esa camisa blanca, que no
estaba siquiera manchada de sudor, enfureció a Joe todavía más.
-Tengo apenas un minuto disponible -contestó.
Un músculo se puso en tensión en la mandíbula de Danny.
-Quise venir a decirle que no tendrá que hacer ningún informe a OSHA. Anoche
hablé con mi padre y él me autorizó a comprar cable nuevo y una dotación de gafas
de seguridad -la sonrisa de Danny pareció forzada-. Ya sabe cómo suceden esas
cosas... errores de comunicación. Mi padre pensaba que teníamos ese material y yo
pensaba que no podíamos permitirnos el lujo de comprarlo. Un simple malentendido.
-¡Pamplinas! -Joe miró a Danny directamente a los ojos y disfrutó de verlo
estremecerse.
Danny titubeó y cuando habló de nuevo, su actitud conciliatoria había empezado a
desintegrarse.
-Están consiguiendo lo que quería, Tucker. ¿Por qué no lo acepta y se queda
tranquilo?
-Porque es demasiado poco y demasiado tarde, Johnson -Joe abrió y cerró
los puños-. Debió haberle hecho caso a su hermanita.
El rostro de Danny se retorció de furia.
-Mi hermana no dirige esta empresa; lo hago yo.
-Lo cual es una lástima.
-Sí, eso es lo que le gustaría a usted, ¿no? -Danny avanzó hacia Joe-.
Probablemente ésa era su intención desde un principio... casarse con la hija del
jefe y hacerse cargo de la compañía.
Una nube roja invadió la vista de Joe, pero logró contenerse.
-No lo hubiera hecho por todo el oro del mundo -dijo.
-Oh, sí, niéguelo, pero yo sé la verdad. La cuestión es que el plan no dio resultado -
dijo Danny en tono de menosprecio-. Mi hermana jamás se casaría con un patán que se
gana la vida colgando trozos de hierro.
La furia de Joe hirvió como lava, pero él hurgó en su interior y encontró la fuerza
suficiente para no golpear a aquel imbécil. Si alguien empezaba a lanzar golpes, se juró a
sí mismo, seria Danny.
-Ella nunca tendrá esa oportunidad -dijo, tragándose la bilis que había subido a su
boca-, porque jamás le pediré que se case conmigo.
-¿Ah, sí? -Danny apretó los dientes.
-Así es -Joe retó al otro hombre, más bajo que con la mirada-. No aceptaría a
su hermana ni aunque me la ofrecieran en bandeja de plata.
Danny lanzó un golpe y Joe se agachó. El ímpetu del golpe lanzado por Danny llevó
a éste más allá de Joe y en ese momento los dos hombres recordaron dónde
estaban. Joe detuvo a Danny al mismo tiempo que él abría los brazos y sus brazos se
entrelazaron en el momento en que Danny perdió el apoyo de los pies. Con la facilidad
con que la mantequilla derretida escurre de un cuchillo, se deslizó hacia el vacío,
haciendo caer a Joe sobre el suelo de tablones.
El instinto de conservación impulsó al brazo libre de Joe alrededor de un pilar,
mientras el cuerpo de Danny pendía veinte pisos por encima de la calle. El esfuerzo de
sostener a Danny y asirse al pilar al mismo tiempo amenazaba con partir a Joe en dos.
La sangre rugió en sus oídos y la boca le supo a óxido. Cerró los ojos contra el dolor,
mientras Danny luchaba por sostenerse.
118
Por debajo de ellos, Joe pensó que oía un grito. Se le durmieron los dedos;
luego se le durmió el brazo y después el hombro. ¿Seguía sujetando a Danny, o
se había precipitado al vacío y a la muerte, como un juguete inservible?
Más gritos y el sonido de pasos que subían golpeando con fuerza la escalera
retumbaron en el hierro. Joe resistió, pero el peso y su brazo se movieron,
resbalaron, resbalaron otra vez... ¡Oh, Dios mío! Un grito de agonía rasgó el aire,
cuando Danny no pudo sostenerse más y se soltó.
La garganta de Joe se abrió en un grito de horror, similar al de Danny, cuando
imaginó la muerte de Danny, aplastado en el pavimento como un insecto contra el
parabrisas de un coche. _____. _____ debía estar trabajando. _____ lo vería. Tenía que
bajar, retirarla de aquel horrible espectáculo. De algún modo, tenía que liberar su
brazo y llegar a ella.
-Oye, hombre, tranquilo, gringo -la voz de Mando parecía lejana, pero alguien lo
estaba ayudando a soltarse del pilar.
-_____ -gimió Joe-. Ve a ayudar a _____. Su hermano... ella no debe verlo...
-No hay nada que ver -dijo Mando en voz baja, ayudando a Joe a ponerse de pie.
-Danny... Danny está...
-Danny es el hijo de perra más afortunado del mundo -declaró Mando, todavía
sosteniendo parcialmente a Joe, mientras se dirigían hacia la escalera.
-¿No es increíble? -preguntó Rooster, que subía saltando la escalera, hacia
ellos-. ¿Habéis visto cosa igual? ¿Cómo está Joe?
-Si no se ha dislocado nada, creo que está bien -contestó Mando-. ¿Qué
sabes del niño Danny?
-Está sentado en la calle, llorando como un niño. Ya viene la ambulancia, pero no va a
necesitarla.
Joe trató de librarse del zumbido de los oídos.
-¿No está muerto?
-No, la última vez que lo vi -contestó Rooster.
-¿Qué sucedió? -Joe se libró del apoyo de Mando y se quedó de pie,
tambaleándose como si estuviera borracho.
-La cosa más endemoniada que he visto en mi vida -aseguró Rooster-. Al
caer, fue a dar a una manguera de aire que colgaba a un lado. Esa malvada cosa se
extendía hasta la calle como si fuera una banda de hule enorme, o algo
semejante. Danny se deslizó por ella hasta abajo y llegó como si hubiera estado en
un parque de atracciones. Excepto que a mí no me pareció muy divertido que
digamos.
Joe miró a Rooster.
-Te lo estás inventando.
-Verdad de Dios, ¿no es cierto, Mando?
-Así es. Lo vi caer sobre la manguera de aire, mientras yo subía en el ascensor
para rescatarte gringo.
Joe empezó a temblar de alivio.
-¿No podrías... no podríamos sentarnos en los escalones un minuto? -preguntó al
sentir que las rodillas se le empezaban a doblar.
-No hay problema -dijo Mando-. Yo mismo estaba pensando en descansar un
momento.
Joe se sentó y se tapó la cara con las manos para cubrir las lágrimas que empapaban
sus mejillas. Trató de recordar lo que había hecho que, por fin, Danny le lanzara ese
primer golpe. Entonces recordó: su comentario sobre _____, de que no la aceptada ni en
bandeja de plata. Danny sé había lanzado en defensa de su hermana y había estado a
punto de morir por hacerlo. Sin embargo, las palabras que habían enfurecido a Danny
habían sido pronunciadas por un hombre que pretendía que amaba a _____. ¿Qué clase de
hombre haría algo así?
-Oye, gringo, se me ha ocurrido una idea -dijo Mando-. ¿Recuerdas ese informe
que ibas a entregar?
-Sí -contestó Joe, dejando que sus manos colgaran entre sus rodillas, mientras
mantenía baja la cara llena de lágrimas.
119
-Si yo fuera tú, lo haría pedazos. Algo me dice que no vamos a necesitar a la gente
de OSHA para enderezar a nuestro niño Danny.
-Es cierto -opinó Rooster, sentado al otro lado de Joe-. Oí que lloraba hablando de
rieles de protección, porque si hubieran estado en este piso, él no habría caído. Ese
muchachito se ha dado al fin cuenta de la verdad. La descubrió por el camino difícil, pero la
descubrió. Así que, ¿para qué vas a arriesgar tu empleo inútilmente?
Joe suspiró.
-Supongo que tenéis razón.
-¿Te sientes con fuerzas para bajar ahora? -preguntó Mando.
Joe lanzó un profundo suspiro.
-Creo que sí.
-Iré delante -se ofreció Rooster- y pediré que vayan sirviendo los tragos. No sé
cómo os sentiréis vosotros, muchachos, pero yo tengo una sed endemoniada.
Mando miró a Joe cuando Rooster se fue.
-Hablando del bar y de cierta mujer que trabaja allí, ¿me puedes explicar lo que
estabas diciendo cuando te solté? Me pareció oír que _____ es la hermana del niño Danny.
¿Es cierto?
Joe miró a Mando.
-¿Puedes olvidar lo que dije? Me juré a mí mismo que no se lo diría a nadie, pero
supongo que cuando pensé que Danny estaba muerto...
-Claro que puedo olvidarlo. Puedo olvidar cualquier cosa -Mando se rascó la barbilla-.
Pero no puedo evitar pensar que ella es espía de su viejo, y eso no me gusta.
-No, eso no es verdad -Joe se frotó los doloridos ojos-. Escucha, Mando, si yo te
digo lo que está haciendo en el bar, tienes que jurarme que no se lo dirás a nadie.
Mando se mostró ofendido.
-Está bien, perdóname. Ya sé que tú no eres un bocazas -continuó Joe-. Te diré la
verdad: _____ es profesora universitaria de sociología, y está escribiendo un documento
sobre la interacción social de tos trabajadores del hierro.
--¿De veras? -Mando frunció el ceño-. ¿Acción social? ¿Cómo puede hacerlo, si casi
no hay mujeres en ese bar?
-No, no ese tipo de interacción social -Joe sonrió levemente-. La que se realiza entre
nosotros, los hombres que trabajamos juntos.
-Óyeme, espera un momento, hombre...
-Me refiero a la amistad, Mando, la amistad -dijo Joe con rapidez.
Mando dejó escapar el aliento.
-Fiuu, por un segundo pensé que estábamos hablando de los hombres a los que les
gustan los hombres.
-No.
-¡Menos mal! -Mando movió la cabeza de un lado a otro-. ¿Cuánto tiempo hace
que sabes esto? -preguntó, mirando a Joe.
-Bastante. Pero no supe que era la hija del viejo Johnson hasta el viernes, cuando por fin
usé la cabeza para reunir cierta información y sacar conclusiones.
-Empiezo a comprender. Estás enfadado con ella porque no te lo dijo.
-No creo que enfadado sea la palabra correcta, Mando. Me siento traicionado.
Mando se quitó el casco y se rascó la cabeza.
-Sí, bueno, eso lo entiendo bien -miró a Joe-. Pero yo estaba aquí cuando pensaste
que su hermano había muerto, y puedo decirte algo, gringo. La llevas todavía en la sangre...
y en el corazón.
Joe lo miró fijamente, sin saber qué decir.
-Tengo otra idea -continuó Mando.
-¿Cuál?
-Vamos al bar, a tomar un trago con los muchachos. La verás y arreglarás las cosas, de
un modo o de otro. Por el momento, estás huyendo del problema. Y no me gusta verte
hacer eso, amigo. Tú no eres así.
Joe pensó en lo que Mando había dicho
-Creo que tienes razón otra vez -contestó por fin.
120
Cuando la sirena de ambulancia se acercó lo suficiente como para preocuparlas,
Mónica y _____ se volvieron a mirarse una a la otra y en tácito acuerdo fueron hacia la
puerta del bar.
-Probablemente fue una colisión de coches -dijo Mónica por encima del hombropero
será mejor que me asegure. Estoy furiosa como un demonio con Jake, pero no me
gustaría que se matara en un accidente de trabajo. Hoy es el último día que va a estar
aquí.
-No queremos que nadie se mate -dijo _____, luchando contra lo que tal vez era un
temor innecesario-. Pero estoy segura de que tienes razón. Debe ser un accidente de
tráfico.
-Sólo que no oí ningún frenazo, ni choque.
-Yo tampoco.
Mónica empujó la pesada puerta de madera y la sostuvo abierta para _____.
-¡Dios mío! -murmuró, protegiéndose los ojos del sol-. Hay una multitud en la
construcción.
Empezó a correr tan deprisa como le fue posible con sus tacones altos, y _____ la
siguió. En pocos minutos las zancadas de piernas más largas de _____ dejaron a Mónica
atrás.
_____ tropezó una vez en una hendidura del pavimento, pero logró recobrar el equilibrio
y continuó corriendo. «Es una pesadilla», pensó. «La gente siempre corre así en las
pesadillas, y entonces despierta.» Pero no estaba dormida. El calor del pavimento era
demasiado intenso, el gemido de la sirena demasiado real, cuando la ambulancia cruzó
entre la multitud y se detuvo frente a la construcción.
_____ se abrió paso hasta la orilla interior del círculo de curiosos, más allá de los miembros
de otros oficios de la construcción y de gente de las oficinas cercanas. Oyó algunos
comentarios al pasar.
-Fue un milagro -dijo una mujer vestida con traje sastre.
-Va a hacer historia -añadió un carpintero.
«Nadie está muerto», pensó, pero eso no puso fin a las vueltas que daba su estómago.
La muerte era lo peor, pero quedaban las lesiones permanentes, la parálisis, la
desfiguración. «¿Quién? ¡Dios mío! ¿Quién?» Se puso tensa, preparándose para el
encuentro de una horrible realidad y entonces enfocó su atención en el lugar donde se
estaban reuniendo los enfermeros. Sintió el corazón en la garganta cuando vio a Danny
sentado en el suelo, con el rostro en las manos.
Parecía pequeño e incongruente sentado allí, pensó en esa fracción de segundo,
acurrucado y desolado.
-¿Qué ha pasado? -preguntó _____ a la persona más cercana a ella.
-Cayó desde lo alto, pero se detuvo en una manguera de aire, que lo bajó con toda
suavidad. Salió sin un rasguño, pero entonces se derrumbó.
_____ reconoció la voz y comprendió que era Mike quien hablaba.
-¿Nadie más resultó herido?
-Creo que no. Comelibros intentó sujetarlo, pero supongo que el niño Danny no
logró sostenerse de él.
-Joe... -murmuró _____ y sintió que se le dormía el cuerpo. Pudo haberlo arrastrado. La
manguera de aire no hubiera podido detenerlos a los dos.
-Rooster dice que Joe está bien -le aseguró Mike-. No te asustes. Pronto
estaremos todos bebiendo y riendo. No te preocupes.
Mónica se apretó junto a ellos, jadeante.
-¿Qué es? -preguntó, tratando de ver a través de la gente que le bloqueaba la
visión-. ¿Qué ha pasado?
-Danny estuvo a punto de... matarse -dijo _____ con voz temblorosa-. Cayó, pero
una manguera de aire lo salvó. Creo que está bien.
Mónica la tomó del brazo.
-¡Oh, Em, querida!
-Joe... -_____ tragó saliva-. Joe fue quien trató de sujetarlo ahí arriba.
-Guau -Mónica frotó los hombros de _____-. ¿Te sientes bien?
_____ asintió con la cabeza.
121
-Creo que sí.
Los enfermeros estaban ayudando a Danny a ponerse de pie. _____ lanzó una
exclamación ahogada al ver la palidez del rostro de su hermano. Los ojos de Danny se
movían de un lado a otro, mientras forcejeaba con los enfermeros, tratando de librarse
de ellos.
-No, no quiero ir al hospital -decía Danny, negando con la cabeza-. Suélteme...
quiero ir a mi casa.
-Usted ha sufrido una tremenda impresión, señor Johnson -dijo una mujer
uniformada-. Creo que sería mejor que lo examinara antes un médico.
-No -Danny levantó una mano temblorosa para apartar a un lado a la mujer-. Sólo
necesito... -su mirada que iba de un lado a otro, se detuvo en _____ y lanzó un sonido
extraño, sollozante.
Sin pensarlo, ella respondió a su muda súplica.
-Déjenme pasar -di jo, retirando a Mike.
-Espera, _____ -dijo Mike, sujetándola del brazo-. Tú no tienes nada que ver con...
-Claro que sí -se soltó de Mike-. Soy su hermana.
-¿Su hermana?
_____ no se molestó en contestar y se precipitó hacia delante, para rodear con sus
brazos a Danny.
-Espere un momento -gritó uno de los enfermeros-. Este hombre está en estado de
shock.
-Es mi hermano -dijo _____-. Permítanos un momento, por favor.
Danny temblaba como un conejillo acorralado, y ella lo abrazó y repitió las frases de
consuelo que usaban entre ellos cuando eran pequeños. Habían sido amigos alguna vez,
antes de que una feroz rivalidad surgiera entre ellos y los separara. Una vez habían
compartido dulces y juguetes, libros, comics y secretos.
En el fondo de su corazón había un amor que se había forjado a través de años de historia
compartida y ella se entregó por completo a ese sentimiento, mientras se preguntaba qué
papel había tenido ella en ese terrible drama que casi había costado dos vidas. Poco a
poco, Danny dejó de temblar y se quedó inmóvil.
_____ retrocedió y miró su rostro descompuesto.
-Creo que será mejor que vayas con ellos, Danny -dijo con ternura.
-Está bien -Danny parecía completamente derrotado.
-Iré contigo, si quieres.
-Está bien.
Con un brazo alrededor de su cintura, _____ lo condujo a la ambulancia pero cuando casi
habían llegado a ella, Danny se detuvo y miró con desesperación a su alrededor.
-¿Qué pasó con Tucker? -preguntó-. ¿Está herido?
-Dicen que está bien... -contestó _____.
Un sexto sentido la hizo mirar hacia la entrada de alambre, justo en el momento en que
Joe y Mando salían por ella. Por un breve segundo se encontró con la mirada de él, pero
estaba demasiado lejos para poder leer su expresión. Ansiaba correr a su lado, rodearlo
con sus brazos, también, y asegurarse gracias a la sólida sensación de su cuerpo de que
no le había pasado nada. Sin embargo, temía que él no le permitiría hacer eso nunca
más.
-Tenemos que irnos, señorita -dijeron los enfermeros, urgiéndola a que siguiera
adelante.
-Está bien -_____ desvió la mirada y ayudó a subir a Danny a la ambulancia. Justo
antes de subir tras él, volvió la mirada hacia el lugar donde había visto a Joe, pero él ya

no estaba allí.