Capítulo 12
CARRIÉ
Simmons llegó poco después. A _____ le pareció una mujer pálida y tímida,
que
comprendía que tenía muy pocas opciones en la vida. Cuando _____ y Mónica le
explicaron
el posible regreso de Jake y el ofrecimiento de _____ de un lugar donde
hospedarse,
Carrie aceptó la información con la misma tranquila resignación que
mostraba
respecto a todo.
Carrie
sólo parecía cobrar vida, notó _____, cuando los niños estaban cerca de ella.
Los
niños
parecían corresponder a su cariño, a pesar de que la conocían desde hacía muy
poco
tiempo. Al ver a Carrie con los niños, _____ se felicitó a sí misma por haber
encontrado
una solución que parecía proporcionar una vida mejor a todos. Ahora
ambas
mujeres tenían una oportunidad de labrarse un futuro más tranquilo, si Jake
desaparecía
para siempre.
Un
retrato enmarcado de la familia, que se encontraba tercamente colocado sobre el
aparato
de televisión pareció burlarse de los deseos de _____. Cada vez que veía la
expresión
autoritaria del hombre sentado junto a una Mónica sonriente, rodeados por los
tres
niñitos, _____ se estremecía. Incluso en esa sencilla fotografía de estudio,
Jake
Spangler
parecía peligroso.
La
cena fue sencilla y a hora temprana. Consistió en salchichas y huevos, con puré
de
manzana y galletas para llenar un poco más. _____ disfrutó de la compañía, pero
cuando
la comida se acercaba a su fin, alrededor de las seis, empezó a pensar de
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nuevo
en Joe. Mientras ayudaba a Mónica a fregar los platos, _____ le contó que
tenia
planeado encontrarse con él. Mónica la obligó a marcharse diez minutos después.
Un
viento caliente la recibió en la calle cuando subió a su desvencijada
camioneta.
A
pesar de los problemas que amenazaban su relación con Joe, _____ no podía
recordar
haber sido más feliz de lo que era en esos momentos. Algún día tendría que
decirle
que era hija de Dan Johnson, y aceptar las consecuencias, pero todavía no.
Esa
noche estaría en sus brazos y disfrutaría cada minuto de su amor.
Después
de aparcar, pasó corriendo frente a la pequeña piscina y levantó la
mirada
hacia la puerta de su apartamento. Él la estaba esperando, sentado afuera,
con
los pies descalzos apoyados en la barandilla que rodeaba el corredor del
segundo
piso. El mirarlo hizo que un estremecimiento la recorriera, como si Joe
hubiera
ya acariciado su piel y la hubiera dejado tibia y deseosa de más.
-Hola
-exclamó _____ con la cara levantada hacia donde estaba él.
-Hola
-bajó los pies y apoyó los brazos en la barandilla-. ¿Quieres ver la puesta
de
sol conmigo?
-Claro
que sí.
-Traeré
otra silla.
Así
de sencillo, pensó mientras subía la escalera. Nada de complicadas discusiones
sobre
qué película ver, dónde ir a cenar, cómo llenar el tiempo que estaban juntos.
Los
placeres básicos llegaban de forma natural... paseos en coche por la noche,
picnics,
atardeceres, amor... y, oh, el amor.
Ella
llegó a su puerta en el momento en que él salía con una silla idéntica a la
suya. La
bajó
y sonrió, al tomar a _____ en sus brazos.
-Te
he echado de menos.
-Yo
también a ti -se acurrucó contra él y levantó la cara-. ¿Son curiosos tus
vecinos?
-Probablemente.
¿Eso te preocupa?
-En
realidad, no.
El
roce de los labios de él en los suyos fue ligero, pero ella sintió el calor de
su cuerpo
presionando
hacia delante y comprendió que sus pensamientos eran un fiel reflejo de
los
suyos.
_____
recorrió con la punta de la lengua el contorno de los labios de él.
-No
estás viendo la puesta de sol -murmuró.
-Tampoco
tú.
-Creo
que deberíamos hacerlo -dijo _____, mordisqueando el labio inferior de
Joe-.
Nunca hemos hecho eso juntos.
Él se
echó a reír con suavidad.
-Si
ésa es la única razón, vamos dentro. Puedo pensar en varias cosas que nunca
hemos
hecho juntos. Todas son más divertidas que ver la puesta de sol.
Ella
lo miró a los ojos y sonrió.
-Y yo
que pensaba, mientras subía la escalera, que eras un romántico que
quería
compartir las bellezas de la naturaleza conmigo.
-Soy
un romántico.
Comprendió
que no iban a ver la puesta de sol esa tarde.
El
apartamento estaba en penumbra y una luz parpadeante parecía llamarlos desde
el
dormitorio.
Cuando
él la condujo en silencio a través del umbral, _____ abrió mucho los ojos ante
la
transformación
que Joe había realizado en el dormitorio desde el día anterior.
La
luz de las velas que había puesto sobre la mesa de noche danzaba por las
sábanas
blancas
cuidadosamente arregladas y abiertas. La cabecera, de madera de roble, estaba
llena
de almohadas y cojines. De la sala llegaba una música suave que ella reconoció
vagamente
como algo clásico. Una delicada fragancia llenó la habitación y ella notó que
él
se
había alejado un poco para encender una varita de incienso.
-Me
siento abrumada -comentó _____, mirando a su alrededor el rincón sensual que
él
había creado.
-Es
lo que te mereces -dijo él en voz baja, caminando hacia ella-. Comprendo
que
pienses que me impulsa la lujuria hacia ti. Ese fue el factor dominante anoche,
con toda
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probabilidad.
Y esta mañana también -sonrió-. Especialmente esta mañana. Pero
quería
demostrarte que hay más que eso para mí, más para nosotros.
_____
lo miró y sintió una emoción que no la había tenido en sus garras desde hacía
mucho
tiempo. Titubeaba en aceptarla, porque la última vez que la había sentido,
su
corazón había sido roto en pedazos. Él extendió la mano hacia el botón superior
de su
blusa, y ella cerró los ojos, porque no deseaba que él viera lo que su simple
contacto
la
hacía sentir.
La
desvistió despacio, de forma casi reverente. Había desaparecido la impaciencia
de la
noche anterior y cuando por fin estuvo ante él, sin prenda alguna, Joe suspiró
y
simplemente
se quedó mirándola.
-Me
prometí a mí mismo que harta todo con calma esta vez –dijo con la mirada
explorando
con tranquilidad cada sonrosado centímetro de ella-. Te lo debo y me lo debo a
mí
mismo -la miró a los ojos, la miró al corazón-. Hemos practicado el sexo, pero
no sé si
realmente
hemos hecho el amor.
-Yo...
no estoy segura de saber lo que quieres decir.
-Después
de esta noche, lo sabrás.
La
levantó en sus brazos y la condujo a la cama. Las sábanas se sentían suaves y
frescas
contra su piel encendida, y las almohadas formaban una suave cuna de
comodidad.
Sintió
que algo le oprimía la garganta mientras lo miraba desnudarse. ¿Había tenido
ella
oportunidad de admirarlo, como él la había admirado a ella? Los músculos de sus
hombros
y de su pecho se tensaron mientras él se quitaba la camiseta por la
cabeza
y la arrojaba al suelo. Se desabrochó los pantalones y luego se quitó la ropa
interior,
revelando la belleza de un hombre totalmente excitado, con la piel bronceada
por
la luz de las velas.
-Vamos
a hacer todo con calma -dijo Joe, acostándose junto a ella y
entrelazan
sus fuertes dedos de trabajador en los suyos, mientras se acomodaba en los
cojines,
a su lado-. Vamos... -susurró besando su frente, sus párpados cerrados,
sus
mejillas- a hacer el amor.
Entonces
tocó la boca de ella con la suya y se lanzó a un beso profundo que alimentó la
emoción
que florecía en el corazón de _____.
Él
estaba pidiendo en silencio más que pasión, más que la fusión de dos cuerpos
en la
noche. Ella contestó con un beso que hablaba de forma más elocuente que las
palabras,
y _____ comprendió, por el suave gemido que surgió en lo más profundo de
su
garganta, que Joe había comprendido. Levantó la cabeza y la miró a los ojos. Se
habían
elevado las apuestas.
Todavía
sin soltar su mano, Joe la besó en el hombro. Sus labios la acariciaron,
nutrieron
la emoción que ambos sentían, pero que ninguno de los dos podía expresar,
porque
las palabras entre ellos eran todavía nuevas y titubeantes. Tocándola sólo con
los
labios y la lengua, continuó Joe su viaje descendente. Los senos de ella se
redondearon
bajo la boca de él y Joe les rindió homenaje con una ternura que hizo
que
los ojos de _____ se llenaran de lágrimas.
La
luz de las velas iluminó el brillo del cabello de Joe cuando se inclinó sobre
ella y
besó
el contorno de sus costillas y la planicie de su estómago. Soltó su mano y se
movió
hacia
los pies de la cama, para besar su empeine, su tobillo, su pantorrilla, el
punto
sensitivo
que había detrás de su rodilla.
Ella
se sintió mareada cuando él presionó los labios contra la parte interior de su
muslo
y subió más todavía. Lentamente definió toda la figura de ella excepto el
triángulo
oscuro que reservó para el último. Cuando la besó ahí, _____ lanzó una
exclamación
ahogada. Él la había tocado así antes, pero nunca con tan lenta
deliberación,
nunca con tan sensual cuidado. «Hacer el amor», pensó ella, a medida
que
el calor de sus caricias se esparcía por su cuerpo. «Esto es hacer el amor».
Las
caricias
de él le producían una intensa percepción de su cuerpo, hasta que la
intensidad
de su pasión hizo borrosa la realidad y empezó a perder la conciencia de
su
propio ser. En ese momento, como si supiera que ella se estaba alejando del
pensamiento
racional, Joe levantó la cabeza y volvió a su lado.
-Todavía
no -murmuró, probando sus labios una vez más-. Todavía no
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_____
vio cómo se ponía la protección necesaria; entonces se acomodó sobre ella y le
separó
los muslos. Su mirada no se apartó de ella al impulsarse hacia delante.
-Ahora
-dijo-, ahora, lo que quieras. No cierres los ojos. Déjame ver.
Muéstrame,
_____. Muéstrame cómo te sientes.
Sus
sugerencias eran innecesarias. _____ no podía ya ocultarle nada. Sus labios se
abrieron
en una exclamación gimiente, mientras se arqueaba hacia arriba y clavaba los
dedos
en los potentes músculos de la espalda de él.
-Te
deseo -exclamó.
-Eso
no es suficiente -murmuró él, moviéndose hacia atrás y hacia delante, con la
mirada
clavada en ella.
-Ooh
-gimió ella, moviendo la cabeza de un lado a otro en la almohada.
-Dímelo,
_____ -insistió él, jadeante-. Dímelo.
-Yo...
Joe, ¡oh, Joe!
-Dímelo.
-Te
amo.
-¡Sí!
-aumentó el ritmo y el sudor cubrió su frente-. Sí, _____. Es amor. Te amo.
¿Puedes
sentirlo? ¿Puedes sentir el amor, cada vez que yo...? ¡Oh, sí, ahora... _____...
_____!
Se
elevaron juntos una última vez, al tiempo que un clímax estremecedor, más
potente
que
cualquiera que hubieran sentido antes, se apoderaba de ellos y los lanzaba
hacia un
lugar
donde el amor gobernaría sus vidas, cambiándolos para siempre. Se abrazaron
durante
el vertiginoso recorrido y por fin su respiración se hizo más lenta hasta
volver a la
normalidad.
Entonces se miraron con expresión maravillada.
-No
retiro mis palabras -dijo _____ con suavidad-. Te amo, Joe.
-Yo
te amo a ti.
_____
suspiró.
-Y me
lo has demostrado de una forma deliciosa.
-No
pude evitarlo. Comprendí, después de que nos despedimos esta mañana, cómo
me
sentía. Pero mis acciones no habían sido las de un hombre enamorado. En cambio,
te
había
poseído como un animal, con un intenso deseo sexual. Estaba decidido a cambiar
eso
esta noche.
-Y yo
diría que lo has logrado.
Pasó
los dedos entre el cabello de ella, peinándolo.
-Te
amo, _____, y es importante para mí que lo sepas; pero, más allá de eso...
-miró
hacia
la vela que se consumía en la mesita de noche- No puedo hacerte promesas -
terminó,
mirándola de nuevo-. Yo quisiera...
-Lo
sé -_____ le acarició la mejilla-. Es demasiado pronto para que hagamos
promesas...
cualquiera de los dos.
Él
frunció el cejo con expresión preocupada.
-¡Claro
que no! Quiero prometerte el mundo. Y no puedo. Te amo, pero no estoy en
posición
de amar a una mujer.
Ella
sonrió ante la elección de palabras que Joe había hecho.
-Creo
que estás en una posición maravillosa.
A
pesar de su preocupación, Joe sonrió.
-Está
bien, niña lista. Y hablando de mi posición, será mejor que la cambie y apague
esas
velas antes de que provoquen un incendio.
-Me
encantó la atmósfera. No es que eso me hubiera importado mucho, pero
esperaba
una cama sin hacer y armarios desordenados
Joe se
rió, se incorporó y se dirigió al cuarto de baño.
-Los
armarios siguen desordenados, pero cerré las puertas.
-¿Siempre
duermes con tantas almohadas? -_____ se acurrucó entre ellas y se
tapó
con la sábana.
-No
-dijo él desde el cuarto de baño-. Había rebajas y pensé que sería agradable
tener
muchas almohadas y cojines.
-Lo
es.
-Y lo
será -declaró él. Salió del baño y volvió a la cama con ella. Se pueden
hacer
muchas cosas interesantes con almohadas extras.
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-¿Oh,
sí?
-Ajá
-rodeó su seno y se inclinó para pasar la lengua por el pezón.
-¿Y
dónde aprendiste que se pueden hacer cosas interesantes con almohadas?
-En
los libros -dijo él, riéndose.
-¿Estás
seguro de eso, Joe Jonas?
-¿Por
qué dudas de mí? Tú sabes que soy un erudito -dijo, frotando la nariz contra
el
cuello de ella al mismo tiempo que le acariciaba un seno.
-Entonces,
supongo que podrías enseñarme el libro donde aprendiste eso.
-Bueno...
-Tal
como yo pensaba -tomó el rostro de él en las manos y lo obligó a mirarla-. Lo
aprendiste
de una mujer, ¿verdad?
-¿Ha
llegado el momento de las confesiones? -sus ojos almendrados brillaban de
buen
humor-. Cuando revelemos nuestros pasados, el tuyo y el mío, tendrás que darme
tú
la
misma información que obtengas de mí. ¿Quieres hacerlo ahora?
-Oh,
pues, yo... -las revelaciones sobre su vida amorosa no la preocupaban, pero
sus
otros secretos sí.
La
expresión de él se volvió seria.
-Dejemos
eso por ahora, ¿te parece? Hay una sola persona en mi pasado sobre la
cual
debes saber, y yo te contaré muy pronto todo sobre ella, pero no ahora. Y
entonces
puedes hablarme de él, o de los dos, o la media docena, o...
-¡Oye!
-enarboló una almohada- ¿Cómo que media docena?
Él se
encogió de hombros, sonrió y ella lo golpeó con la almohada.
-Ésa
no es una de las formas en que había pensado usarlas -dijo riéndose y
agarrando
una punta de la almohada-. Si tienes un poco de paciencia, te lo mostraré, pero
no
hay razón para que te pongas violenta.
-Dame
eso -dijo ella, forcejeando con él para recuperar la almohada-. Media
docena.
¡Vaya! Si crees que me he acostado con...
-No,
claro que no lo creo -protestó Joe, rodándola para apretar sus brazos contra el
colchón.
La miró a la cara-. No, no lo creo -murmuró, besando el mohín de su boca...
hasta
que desapareció-. Y ahora, busquemos un mejor uso para esa almohada, cariño -
propuso
con una sonrisa maliciosamente sensual.
Mucho
más tarde, mientras _____ se vestía antes de irse, Joe se puso la ropa interior
y los
pantalones
y salió a recuperar las sillas que había dejado en el corredor.
-Supongo
que nos perdimos a puesta de sol -comentó _____, abrochándose la hebilla
del
cinturón, al mismo tiempo que entraba a la pequeña cocina donde él estaba
colocando
las
sillas.
Joe le
sonrió.
-¿Crees
que dispondremos de otro fin de semana para hacerlo?
-Podría
ser.
-Entonces,
trataremos de verla, si no tenemos algo más importante que hacer -
metió
la segunda silla bajo la mesa y caminó hacia ella-. Si el próximo domingo
hacemos el
amor
toda la tarde, es posible que deseemos ver la puesta de sol, para variar.
-Oh, Joe,
no puedo -dijo _____, al recordar con un acceso de pena, que había
prometido
a Mónica sus tardes de domingo en las próximas semanas.
La
expresión de él se volvió un poco desconfiada.
-Lo
siento. No debía estar haciendo este tipo de suposiciones. Yo sólo...
-Joe,
yo quisiera poder pasar todos los minutos libres contigo -rodeó con los brazos
el
torso
desnudo de él y lo miró a los ojos-. Y estaría libre el domingo, pero esta
tarde le
prometí
a Mónica que la ayudaría una vez a la semana con sus estudios. Va a intentar
terminar
la enseñanza media.
-Oye,
eso es sensacional. De verdad -la apretó contra su pecho-. Soy un tipo
egoísta,
que querría estar más tiempo contigo.
-Yo
también lo deseo. Ofrecí mis tardes de domingo a Mónica, sin pensar. Aunque
quiero
ayudarla, ahora me arrepiento de mi ofrecimiento.
-No,
hiciste lo correcto. Y tal vez sea mejor así -su sonrisa era entre dulce y
amarga-
. Cuanto
más tiempo esté contigo, más frustrado voy a sentirme por todas las
limitaciones
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que
tengo por el momento. Por el bien de ambos, necesitamos tomarnos las cosas con
calma.
_____
pensó en la inteligente tarea de vencer la oposición de su padre y la
perspectiva,
todavía más amenazadora, de revelar a Joe su identidad.
-Supongo
que sí -reconoció.
Él
titubeó.
-¿Les
has dicho algo a tus padres,
-Sí,
lo hice -_____ volvió la mirada a otro lado.
-No
están contentos.
-No.
Joe suspiró.
-¿Eso
va a ser un problema para ti?
-No
permitiré que sea un problema -contestó ella, mirándolo a los ojos-. Te amo.
Tendrán
que aprender a aceptar eso.
-¿Les
dijiste que me amabas?
Ella
sonrió y negó con la cabeza.
-No,
no lo había admitido ni siquiera para mí misma. No quería reconocer que lo que
sentía
por ti era amor, hasta esta noche. Tú fuiste el primero en saberlo.
-Gracias
a Dios por eso -dijo, riendo-. No es que no me gustara que lo gritaras
desde
los tejados de las casas; pero con tus padres, creo que será mejor que vayas
dándoles
la información de forma gradual. Sobre todo cuando ya les disgusto sin siquiera
conocerme.
-Joe,
te pido disculpas por sus prejuicios. No puedo comprender cómo ellos...
-Espera.
Su reacción no está bajo tu control, así que no tienes por qué disculparte
-¿Crees
que ayudaría el que me conocieran? -recorrió la línea de su mandíbula con el
dedo-.
Te prometo que me vestiría como un ser humano y procuraría hablar de una forma
muy
correcta.
El
pánico invadió a _____.
-Humm,
esperemos un poco más -dijo, desviando la mirada-. Se van a un crucero
y no
volverán hasta dentro de tres semanas.
-¿Un
crucero, eh? -atrajo la cabeza de ella hacia su hombro y le besó el cabello- .
Oh,
_____,
no sé si podré darte algún día lujos como ése. Tus padres pueden tener razón al
oponerse
a que te cases con un tipo como yo.
-Eso
es una tontería, y tú lo sabes, Joe. Si sigues hablando de ese modo, voy a
tener
que...
tener que...
-¿Qué
vas a tener que hacer? -preguntó él y la miró divertido.
-Voy
a meterte el sentido común en la cabeza a besos -contestó ella. Tomó la cabeza
de él
entre
sus manos y oprimió sus labios con fuerza contra los de él.
-Hummm
--él cooperó inmediatamente. Muy pronto sus cuerpos se calentaron en
respuesta
a la sugestiva exploración de manos ansiosas.
Cuando
los dedos de Joe empezaron a soltar los botones que ella acababa de
abrochar,
_____ tomó con firmeza la mano de Joe y detuvo su movimiento.
-Esto
es una locura -dijo, al retirar su boca de la de él-. Tengo que dejarte para
que
duermas.
-¿Quién
dice eso? -él extendió la mano de nuevo hacia los botones.
-Lo
digo yo -empujó a un lado la mano de él y se zafó de sus brazos-. Lo que
estaba
tratando de hacerte ver es que el dinero no importa -declaró mientras se
abotonaba
la blusa, y respiraba jadeante-. ¿No estás de acuerdo conmigo?
-No
lo sé -sonrió y se acercó un poco más-. Siempre pienso con más claridad
mientras
te estoy desnudando –dijo, levantando de nuevo las manos hacia ella.
-¡No!
–_____ retrocedió.
-Aguafiestas.
-Joe,
sé sensato. No puedo dejar que andes por esas vigas, sin haber dormido.
-Pero
no podré abrazarte así hasta el viernes por la noche. Eso es una eternidad.
-Lo
sé -_____ lo miró-. Yo me sentiré tan sola como tú. ¿Crees que debo retirar mi
promesa
a Mónica, para que podamos estar más tiempo juntos?
-Rotundamente,
no -se metió las manos en los bolsillos, como si quisiera obligarlas
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a
someterse-. ¿Vas a quedarte a cenar con ella cada vez que le des clase?
-No.
Eso no fue mencionado, ni puedo aceptarlo.
Él la
miró en silencio por un momento.
-¿Entonces,
qué te parecería que cenáramos con mi madre el próximo domingo?
-¿En
casa de tu madre? -_____ se detuvo, un poco desconcertada porque no
esperaba
esa proposición.
-Sí
-dijo él con expresión muy seria. Y si piensas que eso es significativo, estás
en
lo
cierto