Capítulo 8
_____
esperaba que la exhibición de yoga pudiera acortar la llamada telefónica de Joe,
pero no pensaba en absoluto que no hablara; ni tampoco descubrió que no lo había
hecho hasta después de hacer el amor en su cama y desayunar huevos, café y
tostadas.
-¿Qué
tal sobreviven en la oficina sin ti?- preguntó mientras recogían la mesa.
-No
lo sé- contestó dejando los platos en el fregadero y sacando el jabón-. Colgué
antes de poder hablar con nadie.
-¿Que
colgaste? ¿Y por qué?
-Creo
que ha sido culpa de ese ejercicio tuyo en el que te doblas hacia abajo.
-¡Vaya!
Ahora me siento culpable.
-Me
preguntaba- rió-, si lo estabas haciendo a posta para sabotearme.
-Bueno,
no exactamente. Es decir, me gusta comenzar la mañana con ejercicios de yoga, y
la cubierta es el mejor lugar, hay mucho espacio.
-No
importa, _____, haz lo que quieras. Si yo no tengo la suficiente fuerza de
voluntad como para ignorarte es problema mío. Tengo que terminar un par de proyectos
en el ordenador antes de volver a Chicago, pero confía en mí. Cuando me
concentro nada me molesta. Incluso puedes bailar desnuda, yo no me daré ni cuenta.
-Comprendo-
contestó frunciendo el ceño. Aquel chico no la conocía del todo bien, pensó _____.
Si la conociera no le habría arrojado el guante con un gesto tan estudiado y
una frase tan brillante. ¿Bailar desnuda delante de él?, se preguntó, ¿para llamar
su atención? Ella era mucho más creativa que eso.
Tres
horas más tarde, Joe estaba sentado en la cubierta. La caja que escondía el
generador le servía de mesa y tenía el teléfono pegado a la oreja. Había estado
trabajando todo el tiempo desde que habían terminado de fregar los platos. _____
había decidido ser razonable y concederle algo de tiempo. Pero teniendo en
cuenta el paisaje que los rodeaba y el delicioso aislamiento en que se
encontraban, se dijo, más de tres horas comenzaría a ser excesivo. Había
llegado el momento de las maniobras disuasorias. Y naturalmente eran por su
propio bien.
-Creo
que voy a ir a nadar- dijo pasando por delante de él.
-Mmm.
Que te diviertas- contestó sin ni siquiera levantar la cabeza.
Hubiera
podido saltar desde la cubierta y salpicarlo, pero lo encontraba demasiado
infantil, así que usó las escaleras. Incluso estuvo nadando durante un rato.
Joe
continuaba escribiendo en el ordenador con el teléfono en la oreja. Acabaría
con un dolor crónico de nuca si seguía así, pensó. La necesitaba para salvarse
de aquella necesidad compulsiva de trabajar, al menos durante los próximos tres
días. Así que decidió quitarse el bañador en medio del agua.
Tenía
que acertar en el blanco si quería que todo le saliera perfecto en su siguiente
paso. Si lo hacía demasiado cerca lo salpicaría, y no era ésa su intención. Pero
si lo hacía demasiado lejos no surtiría el mismo efecto. Arrojó el bañador
hacia el barco y fue a caer sobre la bar_____lla justo a un par de metros de él
haciendo un pequeño plop.
Joe
miró para arriba sorprendido. Entonces vio el bañador colgado, rojo brillante sobre
la bar_____lla azul. Mientras lo observaba, _____ pensó en un toro frente a la
capa roja de un torero. Esperaba una respuesta similar a la del animal.
Cuando
él volvió la vista hacia el agua buceó cerca de la superficie. Luego sacó la
cabeza para respirar y tuvo que taparse la boca para no reír. Joe seguía trabajando
en el ordenador, pero había colocado la silla más cerca de la bar_____lla para
tener mejores vistas.
Otra
mujer hubiera fingido que sufría un calambre, pero ella quería que Joe se
tirara al agua desesperado de deseo, no de miedo.
Flotó
sobre la espalda y movió los brazos nadando, elevando una pierna con la punta
del pie en alto. Lentamente se dejó hundir hasta que todo su cuerpo desapareció
bajo el agua.
Salió
a la superficie y pudo ver por un momento a Joe antes de hacer un movimiento de
delfín buceando hacia adelante y escondiendo una sonrisa mientras enseñaba el
trasero. Ya no escribía a máquina; e incluso había dejado el teléfono. Cuando
volvió a salir, él estaba comenzando a desabrocharse los pantalones. Casi se los
había quitado cuando inició el paso siguiente. Arqueó la espalda y buceó hacia atrás
dejando que sus pechos sobresalieran de la superficie del agua. El movimiento
fue tan lento que tuvo tiempo de enseñar en detalle las caderas. Finalmente
elevó las puntas de los pies hacia el cielo, con los músculos de las piernas
tensos. Y fue entonces cuando le dio el calambre. Gritó y tragó agua. Era un calambre
muy fuerte. Salió a la superficie con la pantorrilla temblando. Su grito de
socorro se convirtió en un gorgoteo en el agua.
-¡Ya
voy!- gritó Joe con los pantalones a medio bajar.
Con
las prisas se apoyó sobre el generador para no perder el equilibrio y le dio un
golpe al ordenador, que se escurrió por la tapa cayendo al agua. Sin embargo, Joe
no hizo ningún esfuerzo por salvarlo. El ordenador se hundió entre las olas
mientras él buceaba hacia ella.
Enseguida
la alcanzó, la agarró rodeándola con un brazo y la llevó a la escalera.
-¡El
ordenador!- exclamó ella al llegar al barco.
-¡Que
se vaya al diablo!- contestó él agarrándola a ella y a la escalera-. ¿Qué te ha
pasado?
-Me
ha dado un calambre en la pierna.
-¿En
cuál?
-En
la izquierda- contestó. Joe se las arregló para sujetarla y al mismo tiempo
levantarle la pierna y darle un masaje-. No te preocupes, ve a por el
ordenador.
-Al
diablo con el ordenador. Podías haberte ahogado- añadió mientras su corazón
latía a toda prisa.
Nunca
había estado tan asustado, pensó Joe.
-Sólo
hubiera sido culpa mía. Ya estoy mejor, Joe. Por favor, ve a buscar el
ordenador- dijo intentando que le soltara la pierna.
-Deberías
subir a bordo. Yo te...
-No,
creo que es mejor tener la pierna en el agua. ¿Vas a ir a por esa maldita
máquina?
-Está
bien, quédate aquí sin moverte.
-Lo
haré, te lo prometo.
Joe
la miró una última vez y nadó hacia el lugar en el que se había hundido el
ordenador. Buscó por el fondo, lo recogió y volvió a salir a la superficie.
Se
apoyó en la escalera y levantó el ordenador poniéndolo sobre la cubierta.
Chorreaba agua.
-¡Oh,
Joe!- exclamó _____ mirando el artefacto con los ojos muy abiertos-. ¿Crees que
hay alguna posibilidad de que funcione?
-¿Y
a quién le importa?
-Yo...
yo te lo pagaré- dijo con una expresión triste-. Aunque ya sé que eso no es lo
más importante. Has perdido toda la información que contenía- añadió sorbiendo
por la nariz-. No debería de haber hecho eso para distraerte.
Joe
se dio cuenta con sorpresa de que no toda el agua que bañaba su rostro era agua
del lago. Estaba llorando. Lloraba por una estúpida máquina de oficina. Sacó
una mano y le apretó el brazo murmurando:
-Eh,
ven aquí.
Ella
lo dejó que la atrajera hacia sí, pero desvió la mirada.
-Me
creo muy inteligente, muy lista. «Voy a distraerlo de su trabajo», me dije.
Bueno, desde luego lo he conseguido, ¿verdad? ¡Qué gran cosa!
Joe
la tomó de la barbilla.
-No
te disculpes nunca por tu forma de ser. Yo mismo te dije que podías hacer lo
que quisieras. Era un desafío, y debería de haberme imaginado cómo ibas a
reaccionar. Además fui yo quien tiró esa estúpida cosa al lago, no tú.
-Pero
yo te estaba provocando, estaba intentando hacerte perder la calma- añadió _____
llena de lágrimas-. Y entonces me dio ese calambre, no estoy acostumbrada a
estirar las puntas de los pies tanto.
-Ha
sido un espectáculo fantástico- sonrió con cariño.
-Ha
sido una estupidez. Lo he echado todo a perder: tus informes, tu ordenador, tu
lista de pros y contras. Todo, todo se ha perdido.
Joe
comenzaba a excitarse ante el contacto de su cuerpo desnudo en el agua.
-¿Sabes
qué? La verdad es que me importa un pimiento...- de pronto hizo una pausa al
comprender sólo en parte lo que ella acababa de decir. La tomó de la barbilla
para elevar su rostro y poder mirarla a los ojos y preguntó-: ¿De qué lista de
pros y contras estás hablando?
_____
abrió mucho los ojos, igual que un niño al que hubieran pillado haciendo una
travesura.
-Ah,
pues, era por decir algo. Siempre he oído decir que los ejecutivos hacen
listas...
-Tonterías,
_____. Has abierto mi archivo.
-Sólo
quería asegurarme de que funcionaba después de caerse al suelo.
-Podías
haberlo averiguado sin necesidad de husmear.
-Pero
hice bien en hacerlo- se defendió-. La verdad es que en esa lista demostrabas
que estabas hecho un lío.
-¿Tú
crees?
-Sí,
un completo lío. ¿Qué querías decir exactamente con eso de mi alocada forma de
ver la vida?
Observar
las emociones que la embargaban a través de su mirada era una experiencia increíblemente
estimulante, pero sentir su cuerpo deslizándose y escurriéndose contra el de él
en la corriente de agua lo era más aún.
-No
tengo ni idea.
-Exacto.
Por eso es por lo que lo cambié.
-¿Que
hiciste qué?
-Lo
arreglé un poco, sólo unas cuantas cosas para que se ajustara más a la verdad.
Estaba
loco por aquella mujer.
-¿Escribiste
en mi archivo?
-Sí,
necesitaba unos arreglos. Ahora está mucho mejor- dijo complacida consigo
misma. De inmediato, sin embargo, volvió a ponerse triste-. O lo estaba. Ahora
se ha perdido junto con todo lo demás.
Joe
se echó a reír. Deberla de haberse puesto furioso por el hecho de que ella
hubiera estado enredando en sus archivos, y furioso consigo mismo por haber
tirado al agua el ordenador. Pero había ocurrido la cosa más extraña del mundo.
Una vez que había asumido que había perdido el ordenador se sentía como si se
hubiese quitado un enorme peso de encima, un peso con el que ni siquiera sabía
que estuviera cargando.
Joe,
hay que secarlo, igual que cuando se te cayó encima el café. Nunca se sabe. A
veces ocurren milagros.
-Sí,
tienes razón. A veces ocurren milagros. Agárrate un momento a la escalera.
_____
siguió sus instrucciones. Una vez que sus manos estuvieron libres, Joe recogió
el ordenador, lo sostuvo sobre el agua y luego lo dejó caer. _____ gritó y fue
a abalanzarse para ir a buscarlo, pero
Joe
la agarró antes de que pudiera tirarse a bucear.
-¿Qué
estás haciendo?- gritó _____-. ¡Ahora ya sí que no va a funcionar!
-Exacto-
dijo tirando de ella-. Cuando salgamos del agua iré a por él. Mientras tanto
bésame.
_____
no podía creer la transformación que se había operado en Joe. El ordenador yacía
a varios metros de profundidad. Según parecía esa máquina había sido el ancla
que lo había tenido atado a sus responsabilidades. Sin él parecía otro. Se
quitó el bañador y ambos jugaron en el agua como niños, salpicándose y nadando
hasta que se cansaron de hacer tanto ejercicio.
Pero
más allá de los juegos latía entre ellos la sensualidad que los hacía
permanecer apasionadamente unidos. Por fin, Joe la llevó sobre la cubierta y le
hizo el amor hasta que el sol se escondió tras el horizonte. Luego llamaron a Nicole
y se enteraron de que ella, Bowie y Ch_____ volarían a Chicago al día siguiente,
lo cual significaba que ellos podrían terminar aquellas vacaciones hasta el
final. Para celebrarlo cocinaron en la playa, extendieron las toallas y
volvieron a hacer el amor.
Joe
la despertó al amanecer con pequeños besos y mordiscos. Podía oler el aroma a
café. Se volvió hacia él creyendo saber qué era lo que quería.
-Es
hora de levantarse- murmuró-. Hora de pescar.
-¿De
pescar?
-Es
el mejor momento para pescar. Vamos. El café está listo y tengo las cañas
preparadas.
Le
encantaba la forma en que había cambiado Joe desde que había tirado el
ordenador, pero no estaba segura de que le gustara también esa pasión por la
pesca.
-Venga,
enróllate el saco- dije poniéndoselo sobre los hombros-. Te va a encantar.
-Sí,
seguro- contestó dando tumbos hacia la cubierta y arrastrando el saco de dormir
como si fuera la cola de una novia.
Joe
se sentó, arrojó el sedal por ella y le puso en las manos una taza de café.
-¿No
es fantástico?
-Alucinante.
Una
hora más tarde, después de otro café, _____ se volvió hacia él y preguntó:
-¿Y
cuándo va a comenzar eso tan excitante?
-Bueno,
no parece que piquen mucho con estos anzuelos.
-Teníamos
que haber traído anzuelos vivos. Le dije a Bowie que...
-Tus
pendientes.
-¿Cómo
dices?
-No
tenemos nada que perder. Vamos a probar con tus pendientes. Veremos si les
gustan.
-Puede
que tú no tengas nada que perder, pero yo sí. Son unos pendientes preciosos, y
además son un recuerdo de mi querido cuñado.
-Pero
puede hacerte otros, seguro que estará encantado si se los pides. Por favor, _____.
De verdad quiero pescar algo para desayunar. ¿Tú no?
-Puedes
apostar a que sí- murmuró ella.
-Eso
no ha sonado muy entusiasta.
No
podía soportar chafarle la diversión, a pesar de que no la compartiera, así que
decidió ceder.
-Pues
lo es, de verdad, Voy a por esos pendientes. Uno para cada uno. Quizá pesquemos
dos peces.
-¡Fantástico!
_____
fue a buscar los pendientes. Media hora más tarde tuvo que rogarle que dejara
de pescar porque habían conseguido más peces de los que podían comer.
-¿Pero
has visto lo bien que funcionan tus pendientes?- preguntó él mostrándoselos.
Estaban un poco estropeados-. Nunca he visto nada igual. La Jefferson Sporting Goods necesita algo
como esto para lanzarlo al mercado.
-¿Y
le vas a dar a Bowie un extra?
-Sí-
contestó Joe sorprendido-, supongo que debería hacerlo, ¿no?
-Pues
sabes, puede que funcionen muy bien como anzuelo, pero como pendientes tampoco
están nada mal.
-No,
siempre y cuando no te inclines demasiado sobre el agua si vas a navegar.
-¡Eh!
Podrías hacer una promoción doble del artículo: ¡Pesque un chico o pesque un
pez, lo que le apetezca más en ese momento!
-No
sé, _____. La Jefferson siempre ha sido una empresa muy conservadora. Eso suena
a gamberrada teniendo en cuenta la imagen de la empresa.
-Es
una lástima. Sería divertido ver qué ocurre si le das Bowie total libertad para
que promocione sus pendientes. De hecho, si yo fuera tú se la daría durante un
plazo de tiempo razonable. Déjale que se haga cargo de nuevos proyectos en la
empresa. Su creatividad está un poco desperdiciada en ventas.
-No
sé si él sería capaz de mantener la disciplina necesaria.
-Olvídate
de la vieja canción de siempre, Joe. Es tu padre el que habla, no tú. Piensa en
lo que ha sucedido en este viaje. Piensa en la noche en que nació la pequeña Ch_____.
Mientras tú estabas desmayado, Bowie recogió el relevo y no falló.
-Pero
eran su mujer y su hija.
-¡Y
también es su empresa! Él es un Jefferson, aunque no haya tenido muchas
oportunidades de demostrarlo. No tienes ni idea de qué podría suceder si compartes
la responsabilidad con él y le dejas que tome decisiones en lugar de regañarlo
como hacía tu padre continuamente.
-Yo
no le regaño.
-¿No?-
preguntó decidida a no dejar escapar aquella ocasión para discutir el tema
hasta el final.
-Con
Bowie me divierto, es muy simpático.
-Sí,
pero cada cosa en su lugar, ¿no es verdad? Hay momentos para la diversión y
momentos serios para el trabajo.
-Claro,
por supuesto- contestó Joe mirándola como si no pudiera creer que estuviera
discutiendo algo tan obvio.
-No
confías en la habilidad ni en la seriedad de Bowie para hacerse cargo de los
negocios cuando la situación lo exige. Y eso a pesar de haber tenido hace
escasos días la prueba evidente de que no es el tonto sin cerebro que siempre
has pensado que es.
-No
sé si lo que ocurrió el otro día puede trasladarse tan fácilmente al mundo de
los negocios- replicó Joe en apariencia incómodo.
-¿Y
por qué demonios no? Una crisis es una crisis. Y en esta en particular el que
falló fuiste tú. Eso te resulta odioso, ¿verdad? Te gustaría poder olvidarlo y volver
a los viejos tiempos en los que tú eras capaz de manejarlo todo y en cambio no
se podía confiar en Bowie ni para que se atara los cordones de los zapatos.
-No
estamos discutiendo sobre mí sino sobre él. Tú no has vivido con él durante
veintisiete años. Yo sí. Si le doy a Bowie la libertad de la que me estás hablando
se volverá loco. Vagará de un lado para otro sin concentrarse en nada el
suficiente tiempo como para alcanzar el éxito.
-Bueno,
yo no soy muy diferente de él. ¿Es que acaso somos malos?- preguntó. Joe no
contestó, pero _____ pudo leer la respuesta en sus ojos. Sabía cuál era su
opinión sobre ella, sólo que no había querido pensar en ello-. Bowie y yo somos
muy divertidos, es fantástico estar con nosotros un rato, pero no puedes contar
con nosotros para nada serio, no tenemos el nervio suficiente, ¿no es eso?
Joe
la tomó en sus brazos y contestó:
-Dejemos
a Bowie fuera de la discusión por un momento. Tú tienes un potencial tremendo, _____.
No estoy tan cegado por la lujuria como para no darme cuenta de lo capaz que
eres. Cuando estabas haciendo yoga con Bowie me di cuenta de que eres una
profesora nata. Si te mostrases tenaz en algo, quizá si abrieras tu propia
escuela de yoga, por ejemplo, podrías...
-¿Como
tú? - respondió-. ¿Quieres que viva día y noche intentando alcanzar un objetivo
que alguien me ha impuesto? No, gracias.
Joe
la soltó y se apartó de ella.
-Supongo
que pensarás que debería de abandonar la Jefferson
Sporting Goods y dejarla en manos de
Bowie
para marcharme a una isla desierta contigo donde viviríamos sólo de amor.
-Sería
un desafío si te llevaras el anzuelo de Bowie- contestó ella parpadeando para
evitar que las lágrimas de frustración cegaran sus ojos.
-No
puedo, _____.
-¿No
puedes o no quieres?
Joe
se dio la vuelta. Sus ojos estaban llenos de dolor.
-Si
lo prefieres así puedes pensar que no quiero. Bueno o malo, soy tal y como la
vida me ha hecho. No puedo ni imaginarme el abandonar la empresa para dejarla
en manos de Bowie. No me importa lo que haya ocurrido en este viaje. No
soportaría la vida sin el desafío que supone la competencia a la que estoy
acostumbrado. En una isla desierta me volvería loco.
-Y
es precisamente todo lo que tú amas de tu vida lo que me volverla loca a mí.
-He
estado preguntándome a mí mismo si habría alguna posibilidad de que tú vinieras
a Chicago- tragó.
_____
cerró los ojos intentando soportar el dolor y respiró profunda e inestablemente
antes de contestar:
-
Lo que hemos compartido es demasiado frágil, Joe. En una semana acabaríamos con
ese sentimiento tan especial que ahora tenemos el uno por el otro- dijo
forzándose a mirarlo a los ojos.
Joe
se quedó mirándola en silencio. Finalmente habló, y su voz sonó profunda y ronca:
-Por
favor, dime al menos que no hemos acabado ya con él con esta discusión.
Si
el dolor de su corazón era un indicio de amor, entonces lo amaba. Lo amaba con
tal pasión que aquel sentimiento prometía hacérselo pasar muy mal en un futuro
próximo.
-¿Está
tu ordenador aún en el fondo del lago?
-Sí,
a menos que lo hayas pescado tú con una de tus extravagantes ideas. ¿Es que esperabas
que lo pescara de otro modo?
-No.
_____
levantó los brazos y sonrió seductoramente.
-Entonces
dejemos que sigan los buenos momentos.
Joe
se maravilló de la generosidad de espíritu de _____ al verla entregarse tan de
lleno en su último día. No cabía un mañana. Nunca había visto semejante tipo de
resistencia. Se sentía fascinado.
Estaba
tratando de olvidar que al día siguiente a esa misma hora no podría besarla, no
podría acariciar su espalda y agarrarla firmemente por el trasero, ni podría
bajarle los tirantes del bikini para besar su cálido pecho. Ni tampoco
necesitaría recordar dónde había dejado la caja de preservativos. Durante las
últimas horas había estado considerando la posibilidad de colgársela al cuello
para no perderla, sólo por si acaso a ella se le ocurría comenzar a hacer lo
que estaba haciendo en ese momento. Había metido las manos por dentro de su
bañador y lo acariciaba de tal modo que más le valía encontrarla, y cuanto
antes.
-Espera-
gimió Joe mientras lo acariciaba con aquel exquisito talento que siempre
asociarla a _____-, déjame que busque los...
De
pronto miró hacia la toalla donde recordó que había dejado la caja de
preservativos y vio a un cuervo que le estaba dando de picotazos. Gritó y se
abalanzó sobre la toalla. El cuervo tomó la caja con el pico y voló.
-¡Oh,
no, pájaro estúpido!
Joe
saltó y consiguió agarrar la caja quitándosela al pájaro, pero luego aterrizó
con el estómago sobre la arena. No fue el golpe en el estómago sin embargo lo
que le hizo gritar de dolor.
-¿Joe?-
se apresuró _____ a acercarse-. ¿Estás bien?
-Creo
que me he roto... el objeto de mi orgullo, mi mayor diversión.
-Date
la vuelta y déjame que te vea.
Joe
escupió arena y luchó por respirar.
-Te
estás riendo, ¿a que sí?
Se
escuchó un ruido ahogado, y luego _____ se aclaró la garganta y contestó:
-Nunca
me reiría de una cosa así. Vamos, date la vuelta.
Joe
obedeció mientras respiraba y gemía dolorido.
-¡Pobrecito!-
exclamó _____ sacudiéndole la arena del pecho-. Se te ha cortado la respiración.
-¡Maldita
vida salvaje!
-Vamos
a ver si puedo hacerte revivir- dijo _____ bajándole el bañador-. ¡Pero mira!
¡Si revive!
La
risa le provocó dolor en el pecho, pero no podía evitarla.
-Creo
que me la he aplastado.
-Bueno,
apuesto a que todavía funciona.
Y
tenía razón. Poco después de comenzar a besarlo precisamente en ese lugar, él
se sintió a punto de explotar.
-Con
cuidado, _____, con cuidado, amor mío.
Ella
lo besó subiendo por el pecho y sonriendo.
-Llegó
la hora de ponerse la capucha - dijo quitándole la caja de preservativos de las
manos y sacando uno-. ¡El cuervo lo ha agujereado!
-No
quiero ni oírlo. Como ese maldito pájaro los haya arruinado todos...
-Más
agujeros.
-Déjame
ver - dijo Joe sentándose.
-Tengo
una idea mejor- añadió _____ agarrando la caja y corriendo al agua-. Los
probaremos.
Joe
se subió el bañador y se puso en pie para seguirla. Mientras lo hacía maldijo a
todo el reino animal y al reino de los cuervos en particular.
-_____,
no sé si... ¡Eh!- gritó al golpearle un preservativo lleno de agua en la cara.
-Tenía
un agujero, pero es que odio tener que desperdiciar un globo de agua tan
perfecto- contestó _____ riendo.
-Globos
de agua- murmuró acercándose a ella mientras otro preservativo volvía a
golpearle en la barbilla.
-¡Otro
con agujero!- gritó _____.
Entonces
otro preservativo llegó volando hacia él, pero consiguió atraparlo sin romperlo.
Justo lo que necesitaba, pensó. Municiones.
-¡Agujeros!-
gritó _____ mientras seguía con el experimento al borde del agua.
-Estoy
empezando a pensar que no tenías demasiado interés en que yo reviviera- dijo Joe
acercándose a ella con el preservativo lleno de agua escondido en la espalda.
-No
es cierto, es sólo que no quiero llevarme una sorpresa, ¿comprendes, no?
Joe
se arrodilló al borde del agua y la agarró.
-Mal
asunto- dijo rompiendo el globo sobre su cabeza y mojándole el pelo.
-Eso
no ha sido justo- gritó _____ temblando y luchando por soltarse mientras el
agua le goteaba por la cara.
-Y
ahora bésame, y deprisa- añadió Joe. _____ dejó de luchar y se dio la vuelta
hacia él con una expresión seductora-. Así está mejor- susurró besándola. Entonces
_____ le rompió otro preservativo encima de la cabeza-. Ya estamos en paz.
Joe
se sacudió el pelo mientras ella reía. Luego la levantó en el aire.
-¡Espera!-
gritó luchando por liberarse-. ¡Déjame en el suelo! No es justo, tú tienes más
fuerza.
-Si
tú puedes escurrirte como una serpiente yo puedo usar mi fuerza masculina-
contestó caminando por el agua hasta que le llegó a los muslos y tirándola
luego.
_____
se debatió en el agua y finalmente salió a flote escupiendo. El pelo y la cara
le chorreaban. Entonces lo empajó. Joe se estaba riendo tanto que perdió el
equilibrio y se hundió. Al salir de nuevo a la superficie la agarró y tiró de
ella para llevársela consigo mientras ella se revolvía en sus brazos.
-¿Queda
alguno de esos malditos preservativos en buen estado?
-Uno-
contestó ella jadeando y tratando de liberarse.
-¿Y
dónde está?
-En
mi... ¡Oh, allá va! ¡Se va flotando!
-¿Dónde?-
repitió Joe mirando a su alrededor.
-¡Allí!-
contestó señalando hacia la izquierda.
-No
lo veo. ¡Dios mío! ¿A dónde ha ido a parar?
-Aquí,
ya lo tengo.
-¿Dónde
está?
_____
sacó la lengua. Tenía el preservativo en la boca. Le había estado tomando el
pelo.
-¡Te
la estás ganando!- gritó mientras avanzaba hacia ella.
-Era
sólo una broma- respondió _____ sacándose el preservativo de la boca y
retrocediendo.
-¿Si?
Pues ahora me toca a mí.
_____
reía mientras seguía retrocediendo hacia la playa.
-La
verdad es que quedan más.
-¡Qué
divertido! Yo matándome y luego resulta que quedaban más.
-Dejé
un par de esos en la caja.
-Sólo
me interesa el que tienes en la mano.
-¿Cuál?
¿Éste?- sonrió.
-Sí,
ése - respondió lanzándose sobre ella y agarrando el preservativo mientras
ambos se revolcaban en la orilla.
En
sólo unos segundos, él estuvo encima de ella quitándole el bikini. Se revolcaron
abrazados por la playa. El agua iba y venía mojando sus cuerpos mientras él se hundía
dentro de ella. Aquella podía ser la última vez, pensó. De pronto aquel
pensamiento despertó en él una inmensa pasión. Todo en él se rebelaba ante la
idea de no volver a amarla nunca más.
-Te
necesito, _____- murmuró en su oído.
-Ya
me tienes.
-Cuando
vayas a visitar a Nicole...
-No,
no voy a echarlo todo a perder robando unas cuantas horas aquí y allá.
-_____-
la llamó convirtiendo su nombre en una súplica.
-
Hazme el amor, Joe- contestó ella apoyándose contra él-. Yo también te
necesito.